Nerviosismo y preocupación
Con Chávez en Venezuela “never a dull moment”, dicen los anglosajones (“nunca hay un momento aburrido”), efectivamente, al regresar de algunos días en el exterior, me encuentro un caudillo nervioso y un país preocupado, incluyendo en particular al sector más cuerdo del chavismo. La expulsión del Embajador de EEUU, en solidaridad con Morales, la del director de Human Rights Watch ( HRW), Jose Miguel Vivanco, por presentar un informe crítico de los 10 años de gobierno chavista, el rechazo del asilo diplomático del Vaticano al dirigente estudiantil Nixon Moreno, las protestas por intervenir en los asuntos internos de Bolivia por parte del Ministro de la Defensa y del Comandante General de las FFAA, las denuncias de intervencionismo en Paraguay y Ecuador y la crisis diplomática con Chile, constituyen una serie de acontecimientos que, “curiosamente”, se da en concomitancia con las revelaciones del juicio del maletín en Miami, donde se evidencia la corrupción de los más altos niveles del gobierno venezolano y sobretodo coincide con el comunicado de la Oficina para el Control de Bienes Extranjeros del Departamento del Tesoro de EE.UU. (OFAC) que señaló como colaboradores del terrorismo internacional a los máximos jefes de los servicios de inteligencia venezolanos: el director de Inteligencia Militar, general Hugo Carvajal; al general Rangel Silva, jefe de la policía política y al capitán Rodríguez Chacín, hasta hace poco Ministro del Interior. Según la OFAC, los tres apoyaron y financiaron a las FARC. En mi opinión, la expulsión del Embajador norteamericano fue una cortina de humo para tapar y deslegitimar el comunicado de la OFAC. En cambio, la expulsión de Vivanco, más que un error fue una solemne estupidez, muy probablemente causada por el nerviosismo y la incontinencia de un Presidente, cuyo equilibrio emocional debe tener preocupados a muchos de sus colaboradores. En efecto la expulsión de Vivanco, como cualquier estudiante de Comunicación Social sabe, elevó el Informe de HRW a las primeras páginas de la prensa mundial, cuando normalmente hubiese estado relegado a pequeñas reseñas en páginas secundarias. La no asistencia de Chávez a la reunión de UNASUR en Nueva York, convocada por la Presidenta Bachelet para el seguimiento de la crisis boliviana, evidencia la molestia de Chávez con Chile, por las desavenencias en la reciente cumbre de Santiago. Si hubiese querido, era perfectamente posible para Chávez arreglar la agenda de sus visitas a China, Rusia, Francia y Portugal para poder estar presente en la cumbre de UNASUR y aprovechar además de los encuentros bilaterales y grupales que la reunión de la Asamblea General de la ONU permite. Por cierto, las visitas a Rusia y China denotan nuevamente la megalomanía de la “weltpolitik” del Presidente, cada día más convencido de que Venezuela es una gran potencia, cuando es un país mediano y subdesarrollado, monoproductor y monodependiente de una sola materia prima, que coyunturalmente recibe abundantes recursos financieros. Para Rusia, somos un cliente interesante para sus ventas de armas y útil también para “molestar” a los EEUU en un momento de tensión entre los dos países. El insólito comunicado en el cual el Gobierno chino se sintió obligado a aclarar que las relaciones con Venezuela son unas relaciones normales entre dos Estados, que no tienen ningún carácter ideológico y que no están dirigidas en contra de terceros países, demuestra que los chinos están muy interesados en nuestras reservas energéticas, pero muy poco en una alianza estratégica en función antinorteamericana.