Navidad en tiempos de ira
Como este texto saldrá justo el 24/12, el Día de la Noche Buena, es un deber del autor transmitir algunas reflexiones en torno al significado que tiene justamente en este año. Estas no pueden limitarse a celebrar que una de las más difundidas características generales de la época navideña (o del hanuká de nuestros conciudadanos judíos) es la tendencia de casi todo el pueblo de “olvidarse” o de postergar las preocupaciones tanto personales como las enraizadas en el acontecer económico, político y cultural de nuestras respectivas sociedades. Más bien es menester apuntalar hacia estas últimas.
Pienso que la mayoría de los venezolanos, tanto defensores de la democracia como allegados al proyecto del Führer, supuso, después de las elecciones del 23N, que el mes y medio siguientes le brindarían una pausa en la permanente crispación y confrontación de nuestra sociedad. Pero no ocurrió así, porque el Presidente Chávez lanzó inmediata y vehentemente su propuesta de la enmienda sobre su re-elección continua e infinita, siendo apoyado por sus más cercanos seguidores, como por ejemplo Aristóbulo Isturiz quien señaló el 16/12 la siguiente “perla”: “En esta confrontación histórica, el pueblo requiere conservar la fuerza. Y para que esa fuerza se pueda construir en democracia, en paz, sin sangre y con plena libertad es necesario un liderazgo que una la diversidad que existe en el pueblo y eso significa el presidente Chávez. El pueblo va a una enmienda para romper una limitación que tiene la Constitución.” (EL NACIONAL, 17/12/2008, p. 4NACION)
Sin duda, esa iniciativa presidencial, con sus consecuencias políticas en el oficialismo y la oposición democrática, nos re-ubicó en lo que ha sido un signo de los 12 meses que están terminando: la continuidad de la crispación y confrontación. Los discursos últimos de Chávez sobre el amor y los puentes hacia la oposición no carecen nunca del recordatorio que amor y puentes están condicionados a que los demócratas reconozcan su liderazgo, su proyecto del “socialismo bolivariano” y la constitucionalidad de la enmienda. Esto es: refuerzan la sospecha de que amor, puentes y hasta enmienda no son sino palabras-instrumentos de propaganda para que nos olvidemos de la arbitrariedad, la ineficiencia, el racismo, la perversión de la justicia, la corrupción y la inseguridad personal, además y especialmente de los presos y perseguidos políticos del régimen, asi como las victimas de la violencia cotidiana.
No son una navidad y un hanuká normales. Vivimos un tiempo de frustración y de ira. Frustrados están los que alguna vez creyeron en la bondad del Führer, en su voluntad y capacidad de enderezar la sociedad, su economía y su sistema político. Airados estamos los que, iniciadas desde el 4F hace 16 años o más tarde, experimentamos la regresión y destrucción de la democracia, la sembra del odio, la pérdida del pluralismo y de la diversidad, la ignorancia hacia el otro, en fin la convivencia pacifica tanto interna como externa.
Ya sé que nos abrazaremos la Noche Buena, aunque sean abrazos no de alegría sino de esperanza, de búsqueda de un espacio humano en vez de la felicidad de tenernos juntos.
Pero también sé que, al día siguiente, nos hacemos por enésima vez la angustiosa pregunta: “¿Hasta cuando va el pueblo venezolano a seguir aguantando a este régimen tan distanciado de la normalidad republicana?” (Editorial analitica.com) Yo voy más lejos: de la normalidad que debe caracterizar a la convivencia humana, al nosotros todos, este maravilloso conglomerado de mujeres y hombres, niñas y niños, viejas y viejos que se llama – y que llamamos con orgullo – nuestra Venezuela.