Muera la calidad
Para ponerle un título a nuestra columna de hoy hemos recordado el infausto evento sucedido en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936, en el acto de celebración del Descubrimiento de América, presidido por el Rector de la universidad don Miguel de Unamuno y donde, en la difícil situación de España, estaba representada una variopinta muestra de la sociedad española: autoridades religiosas, civiles y militares de los bandos en guerra. Lo presenciaba la esposa del futuro dictador.
En un momento dado, después de un elevado discurso del Profesor José María Pemán y otro radical contra Cataluña, del Profesor Francisco Maldonado, alguien gritó: “Muera la inteligencia” y Millán Astray lo secundó con los gritos de “España…una, España…grande, España…libre”. Jóvenes falangistas y carlistas tratan, con poco éxito, de desviar la atención con “vivas” a Cristo y a la paz. Interviene Unamuno (lo que no estaba previsto), también tercia Pemán y Millán Astray grita: “Muera la intelectualidad traidora”, “Viva la muerte”.
El Rector continuó su discurso:… «Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho.»
En el proceso destructor que adelanta el regimen castro-comunista que nos destroza desde hace tres lustros, se procede con pasos similares a los que adelantaron los miembros de la izquierda y de la dictadura española. Tenemos caricaturas de Millán Astray…
La calidad de todos los estamentos de la sociedad venezolana, se ha visto agredida, intentando su degradación. Esto incluye al ciudadano.
Los productos y los servicios que recibe la sociedad venezolana están plagados de defectos, estructurales y puntuales. Todo está “medio bien hecho”. La escasez y la falta de la calidad son moneda diaria. Vivimos en una economía de guerra.
Ya están lejanos los tiempos cuando eminentes hombres de Venezuela, al comienzo de nuestra destrozada industria, se ocuparon de perseguir la calidad. Crearon los laboratorios necesarios, primero en las universidades y luego en las propias industrias, necesarios para garantizarle al país que los productos cumplían con normas y satisfacían las reglas técnicas y económicas. No quisieramos hacer nombres porque seguramente vamos a olvidar a personajes importantes en ese proceso. Hoy, Venezuela recibe servicios y productos de calidad ínfima. Eso es lo que se ha promovido y ocasionado desde las instancias dictatoriales.
“Muera la calidad, viva la corrupción…”, puede ser un buen lema para esta atribulada y destrozada Venezuela. El trabajo futuro sera inmenso y muy duro.
@rafael862