Opinión Nacional

Movimiento estudiantil y militancia partidista

Una preocupante aprehensión subyace en algunos sectores de la sociedad venezolana, por el paso de un grupo de dirigentes del novel movimiento estudiantil a la condición de militantes de partidos políticos, especialmente de los de reciente formación. Las razones que se aducen para cuestionar la voluntad de estos jóvenes de que entren en la política militante activa, se concentra principalmente, en el temor de que el «Movimiento Estudiantil Democrático» sacrifique su frescura, fuerza y convicción inicial en el pantano de las luchas por el poder y en las pequeñeces de la fracción a la que voluntariamente han decidido pertenecer, abandonando con ello el sentido de plural convocatoria que ha llevado implícito el movimiento de los estudiantes surgido a raíz del arbitrario cierre de RCTV. Se afirma que esa ha sido la razón de las victorias y de las simpatías que han generado y explica el comienzo de la ruptura del nudo de la confrontación del chavismo y el antichavismo.

Esta visión refleja al menos dos asuntos importantes y no menos perniciosos. Por una parte, la alta dosis de elementos de la antipolítica reflejada en el odio a los partidos y la asociación de la política partidista al gangsterismo, es decir, una tesis de Chávez cuyos rendimientos constituyeron la principal causa que lo llevó al poder y por la otra, un frágil utopismo de tendencias ingenuas que le impide comprender a algunos, que la generación que integra el «Movimiento Estudiantil Democrático» y la razón de su existencia, es la toma del poder.

Desde luego, el Movimiento Estudiantil no está diseñado para tomarlo por sí mismo; lo lógico, tal como viene sucediendo, es que sus miembros se incorporen a estructuras dispuestas a ese fin específico, desde su interior les tocará el momento de llevar a cabo los valores y visiones que han expresado como movimiento universitario.

Ello no reviste nada de malo , por el contrario, el movimiento estudiantil que se había enfrentado a Gómez y los miembros de la Federación Venezolana de Estudiantes (FVE) de 1928 nutrieron la mayoría de los 17 partidos, casi todos de izquierda, que se fundaron desde 1936 a 1945.

Un núcleo de la FVE de tendencia conservadora en 1936 se separó (UNE) dando origen luego al partido Copei.

Lo relevante de aquel movimiento estudiantil cuestionador y en resistencia a la represiva anacronía de Gómez y a los vestigios militaristas que heredaba su sucesor, fue coincidir en la necesidad de colocar al país en sintonía con la modernidad, siendo unánime -con independencia de las distintas tendencias doctrinales- el adoptar como instrumento para lograrlo la instauración de un régimen democrático y de libertades públicas.

Estos muchachos -da pena decirlo por el tiempo transcurrido- están reeditando de nuevo esas jornadas.

El que se incorporen a los partidos, sean incluso sus candidatos a cargos de elección popular, con su presencia los rejuvenezcan, les insuflen la credibilidad perdida y la urgente vitalidad que demandan, es una fase de avanzada de su organización. El partidismo militante representa, repetimos ,-no hay vicio ninguno en ello- la natural llegada de la propuesta del vigoroso Movimiento Estudiantil Democrático.

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