Opinión Nacional

Minority o el cinismo estadounidense

Minority (pronunciado mái no ri ti), es un adjetivo en inglés que significa minoría o minorías, dependiendo de la oración en la cual se incluya, ya que los adjetivos en inglés tienen la misma ortografía en singular que en plural. Los estadounidenses—incluyendo a los voceros gubernamentales de todos los niveles (local, regional y nacional); así como todos los medios de comunicación—utilizan a diario este adjetivo queriendo deliberadamente significar minoría racial o minoría étnica y hasta otros grupos (no raciales ni étnicos) distintos a la majority (mayoría) compuesta por el conjunto de ciudadanos estadounidenses caucásicos (de “raza” blanca); de origen étnico anglosajón; (que significa alguien cuyo idioma nativo es el inglés; británico o estadounidense) y de creencias religiosas cristiano-protestantes; en inglés abreviado: WASP (White Anglo-Saxon Protestant), hasta el extremo de que en algunos lugares de los Estados Unidos de América se considera a cualquier “hispano” (definido como alguien de apellido de origen español), como a una “raza” o “etnia” minoritaria, aunque la persona sea rubia, de ojos azules y de creencias religiosas cristiano-protestantes.

El cinismo social de los estadounidenses consiste en que aunque todos ellos saben que cuando pronuncian o escriben la palabra minority, siempre se refieren a; pero nunca le añaden el, sobreentendido adjetivo complementario; racial o ethnic—¡Porque es políticamente incorrecto y descortés ser racista!
Y esto sigue ocurriendo aún después de la elección de Barack Hussein Obama como Presidente de ese país, como lo demuestra la reciente declaración (mayo 2009) del líder político del partido republicano del senado estadounidense; Mitch McConnell, quien le pidió a sus correligionarios políticos que dejasen de hacer comentarios racistas en contra de la Dra. Sonia Sotomayor—cuyos padres son puertorriqueños, y quien fue nominada por el Presidente Obama para ocupar una próxima vacante en la Corte Suprema de Justicia de ese país, y que por ley requiere de una aprobación previa del senado para convertirse en magistrada del más alto tribunal de ese país.

Los Estados Unidos de América han estado progresivamente alejándose del pernicioso racismo; desde que el Presidente Abraham Lincoln, abolió la esclavitud en 1863; la segregación racial comenzó a abolirse a partir de la década de 1960, hasta la reciente elección en 2008 de un candidato de piel oscura como Presidente de ese país; y esto fue resaltado por una reciente encuesta demográfica que encontró que el “grupo racial o étnico” de mayor crecimiento era el de los ciudadanos estadounidenses que podían identificarse como descendientes de progenitores de más de una raza o etnia; especialmente blanco-asiáticos; blanco-aborigen estadounidense y blanco-hispano—quienes en conjunto representan al 16 por ciento de una población total superior a las 300 millones de personas.

Sin embargo, no deja de ser un vergonzoso cinismo que el pueblo y los gobiernos de ese país—líder mundial en casi todos los campos científicos—y que en consecuencia sabe muy bien que todos los humanos descendemos de los primeros Homo sapiens sapiens que se originaron en África—es decir, todos descendemos de humanos de piel oscura y de pelo “chicharrón”, siga viéndose a sí mismo; y al resto del mundo, en forma similar a como vemos a las diferentes razas de ganado, de perros y gatos; muy equivocadamente creyendo aún que las características físicas externas de una persona o sus orígenes étnicos más inmediatos, determinan tanto sus capacidades intelectuales y físicas, como sus derechos humanos, ciudadanos, civiles y políticos.

Está más que vencido el tiempo para que no sólo los Estados Unidos de América, sino la totalidad de la humanidad defienda el hecho de que la enorme diversidad cultural y étnica de la humanidad, es un atributo positivo, y que nos equivocamos cada vez que intentamos decidir cuáles culturas o etnias son “superiores” o “inferiores” a otras, ya que la humanidad es una sola especie viviente, y cada uno de sus miembros—tanto las hembras como los varones—tienen similares capacidades innatas para alcanzar la excelencia tanto en las artes y las humanidades, como en las ciencias.

Es decir, todo ser humano; sin excepción, es valioso para su país y para el mundo.

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