Opinión Nacional

Miedo sin cobardía

“Salvo el clima, que es perfecto,
todo en Angosta está mal. Podría ser
el paraíso pero se ha convertido
en un infierno”.
Héctor Abad Faciolince

La Administración Chávez nos ha invitado a compartir un cóctel a base de angustia, inseguridad, temor, impotencia y desconfianza: Miedo. No obstante, a pesar de lo largo de la “mala fiesta”, como bautizó recientemente (%=Link(«http://www.el-mundo.es/encuentros/invitados/2003/12/920/»,»Boris Izaguirre»)%) a esta revolución, más de dos tercios de los venezolanos están dispuestos a firmar por tercera vez para defender su derecho a revocar al presidente.

La obsesiva ubicuidad política de Hugo Chávez, que lo ha llevado, por la fuerza y por el chantaje, a presidir todos los poderes (Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Ciudadano y Electoral) pisotea la práctica democrática en Venezuela, donde la Constitución ha devenido en un arma política para asechar y castigar a opositores, pues los fans revolucionarios viven en Estado natural donde los ciudadanos ajenos a su ideología son presa de su voracidad infinita.

Los últimos noventa días han certificado la vocación democrática de la población venezolana y de la mayoría de sus líderes políticos. El gobierno, que acosa a periodistas, políticos y empleados públicos con el aplastante aparato represivo del Estado, manifiesta su frustración al comprobar que sus alianzas con Cuba y con algunos terroristas colombianos han desatado la valentía de los venezolanos y no la esperada cobardía.

El drama cotidiano de Venezuela se vivencia en las familias y comunidades que enfrentan chantajes laborales en la Administración Pública sino retiran su firma para revocar al Presidente; a los cuales se suma el cierre de comercios por el SENIAT como medida de presión; los constantes desvaríos de los “rectores” del Consejo Nacional Electoral, empecinados en sabotear la convocatoria a referéndum revocatorio; la aprobación “ilegal” de leyes en la Asamblea Nacional y el despliegue nocturno de los entes policiales del gobierno para asaltar, allanar e intimidar a quienes contradigan el verbo chavista. Sin embargo, debemos repetir, los venezolanos, aunque con miedo ante la falta de seguridad, de salud y de empleo, no se han desanimado y su valor sigue intacto para reparar los saboteos cometidos por el gobierno.

En esta “mala fiesta” la paradoja es que el presidente Chávez, todopoderoso y adinerado con el petróleo administrado con agenda revolucionaria, es quien manifiesta el resquebrajamiento de espíritu, la angustia ante el desprecio masivo y la más feroz cobardía que lo aleja de la vida democrática en su veloz picada de corrupción, represión y soberbia.

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