Miedo
Desde que se publicara la infame lista Tascón en Internet a raíz del referéndum revocatorio de 2004, los electores que se opusieron al gobierno de Hugo Chávez temían justificadamente dos cosas: primero, que se violentó el secreto del voto y segundo, que los opositores eran castigados de varias maneras. Abundan las anécdotas de que se perdieron negocios y beneficios y hasta se negaron servicios, como la renovación de licencias de conducir y cédulas. El temor fue tan grande que en 2005 la oposición boicoteó la elección, por lo que le dejó el control absoluto de la legislatura al partido de gobierno, craso error que nunca se repetiría.
Pero el miedo no se esfumó. En 2006, el presidente Chávez sacó 14% de ventaja en los sondeos realizados en los hogares o por teléfono donde el entrevistado pensaba que sería identificado, y por ende castigado por su opinión, frente a las consultas en centros comerciales y otros lugares públicos, donde los electores sabían que no había manera de que los identificaran. El día de las elecciones, el gobernador del Zulia, Manuel Rosales, capituló cuando sus encuestas a boca de urna revelaron una contienda reñida, mientras que el gobierno registró una avalancha de 63% – 37% a su favor. Rosales no lo rebatió. Esto desencadenó rumores de que los electores no eran los únicos asustados: también los candidatos.
En 2012 hay más miedo que en 2006. El gobierno ha declarado que es imposible que la oposición gane y que se desataría una guerra civil si eso llegara a pasar. La revolución está armada, así lo reiteran. Los empleados públicos, contratistas y dependientes de las misiones tienen órdenes de apoyarlo: y esto es casi la mitad de la población. La maquinaria de las captahuellas y de votación sugiere que bien podría elaborarse una nueva lista Tascón.
Así las cosas, Chávez pierde en las encuestas domiciliarias o telefónicas, donde los entrevistados pueden ser identificados. O Chávez está rezagado o muchos electores ya no temen represalias. Un vistazo a la multitud que se pronuncia a favor de Henrique Capriles arroja una confluencia mayor que con el presidente Chávez, hasta en los bastiones como Barinas. Si se derrota el miedo el 7-O, podría generarse mucho malestar, o quizá enterrarse.