Metabolizar el 12F
Tres millones de votos fue algo que sorprendió a la oposición y cimbró al régimen. Silenció al caudillo rojillo por un par de días. Sus aláteres salieron a crear dudas sobre los tres millones pero al final él mismo terminó aceptando la cifra cuando despectivamente dijo :“como sacan tres millones de votos creen que ya ganaron”. Sabía que esa pelea la tenia perdida, pues de seguir hundiría la credibilidad del CNE.
El otro round ganado fue el desacato de la MUD de la orden del TSJ de entregar los cuadernos de votación. “ No respetan las instituciones” dijo el de Sabaneta. Lo cierto es que por primera vez la Sociedad Civil se paró y retó al poder, al defender el secreto del voto y atreverse a quemar las actas. ¡Bravo por la MUD!
Pero, el impacto no sólo llegó al régimen. También la oposición debe metabolizar los resultados. El principal partido ganador Primero Justicia debe comprender que el merecido triunfo de Capriles, que actuó como un portaviones para gobernadores y Alcaldes, no es necesariamente el triunfo de un partido; que no es que ahora PJ tiene 2 millones de votos. Ese mismo error lo cometieron los otros partidos al sumar los resultados de septiembre de 2010 y proyectarlos para estas elecciones.
Lo avasallador del triunfo de Capriles, puede explicarse, entre otras cosas por capitalizar el sentimiento antiadeco y, mas allá, de los que están en contra de los partidos tradicionales, por culparlos del colapso de la “República Civil” y la llegada de Chávez. Así como por el peso que cargó Pablo Pérez por el rechazo de quienes siguen acusando a Manuel Rosales de haber entregado muy pronto las elecciones de 2006 y no haberse quedado en el país.
Es necesario que los partidos perdedores entiendan que deberán haber cambios y dejar pasar algunos dirigentes a retiro, más allá del “todos somos necesarios”. En especial pues la contienda se planteó entre el futuro y el pasado- entendiendo que Chávez es también el pasado. Se trata de enterrar “la vieja política”. Algunos tenían como carta de presentación su maquinaria- que sin duda es fundamental-, sin entender que ahora estamos en presencia de un nuevo elector, donde los partidos de cuadros dan paso a los partidos de masas. Donde los líderes pesan más que las ideologías. Que se inspira más en la emoción que en la razón. Por esto, esta confrontación no fue entre ideologías sino pragmática. Y aquí la excelente propaganda del ganador marcó la diferencia.
Por ahora la unidad debe seguir, los vencedores deben entender el alcance de su poder y los vencidos las limitaciones del suyo. E ir al 7 de octubre compactamente, todos empujando este “autobús” del triunfo, que ya ha logrado victorias contundentes.
