Opinión Nacional

Memorias del 7 de febrero: ¿Una Venezuela inédita?

Entre nosotros han comenzado a suceder una serie de hechos que nos obligan al menos a dejarlos consignados por escrito. Tales sucesos comenzaron a sucederse hacia fines del año 2001.

Todos estos sucederes están ligados con la personalidad de Hugo Chávez, quien ha sido presidente de Venezuela, desde 1999. Todos estos acontecimientos tienen que ver con la oposición que una vasto sector de la nación ha hecho a su presidencia. En especial la clase media, que nunca aceptó ni aprobó su triunfo electoral.

Habría en esto que hacer exclusión de quienes habían formado parte de la izquierda política, también de Clase Media, que apoyaron el liderazgo de Chávez, la presencia de un “Profeta armado” en nuestra política, por haberse quedado a esta parcialidad política sin liderazgo, sin triunfos de ninguna especie, sin senderos que recorrer, derrotados políticamente dentro de Venezuela, aislados del universo desde la caída del Muro de Berlín en 1989. Y ellos, la izquierda, lo apoyaron. Y esto pese a que Chávez fue derrotado por Carlos Andrés Pérez durante el golpe de Estado del 4 de febrero de 1992. Pero el hecho de ser militar, de ser un hombre fuerte, llevó a la izquierda apoyarlo.

Y así lo hicieron otros sectores de la nación. Quizá por querer orden, la disciplina nacional desaparecida durante los años de crisis de los partidos tradicionales, los que habían gobernado desde 1958, mandato que hizo crisis a partir de 1977. Chávez tuvo por ello suerte, muchos apoyaron el grito del 4 de febrero porque el gobierno de Pérez había perdido su legitimidad al favorecer, como se hizo, la corrupción, la cual llegó a extremos intolerables. Así la mayoría del país, ese país civil que ahora emerge con cierta conciencia de su misión, quiso un cambio.

Sin embargo Chávez fue adversado por la clase media desde que apareció en la arena pública. A esta oposición, que aun no tiene un líder, se unió una gran multitud de personas las cuales se hicieron sentir realmente con la baja de la popularidad de Chávez en la encuestas y especialmente a partir del paro del 10 de diciembre de 2001.

A través de los años, es difícil fijar ahora una fecha, pero sin duda desde fines de los años setenta, y con más fuerza a partir de 1989, cuando Gobernadores y Alcaldes fueron electos directamente, la sociedad civil se fue organizando y haciéndose presente en el país. Al principio con poca fuerza y voz tenue. Pero sus dirigentes siguieron la lucha por su organización. Y encontraron una plataforma en la fuerza que tiene la sociedad democrática en Venezuela. Y no desde ahora, no desde 1989 ni desde 1958, sino desde muy atrás, al menos desde la manifestación del 14 de febrero de 1936.

Esa emergencia de la sociedad civil es la que ha dado una pauta a la oposición a Chávez. Y esto se ha hecho evidente desde la organización del gran paro colectivo del 10 de diciembre de 2001, acatado por el 90% de la población, con grandes ecos en el exterior por la evidente voluntad generalizada de dar otro cauce a nuestra vida civil, a terminar con un gobierno militar que ha interrumpido la lógica sucesión de los gobiernos civiles. ¡Hay que ver lo que le costó a Venezuela tenerlos, luchas y años de años, desde el siglo XIX, para que un civil nos presidiera.

Pero la protesta contra Chávez no ha sido sólo contra el régimen militar. El país lo hubiera respetado si hubiera sido un gobierno verdaderamente democrático, sin la tentación por una “Revolución” de izquierda, imposible en el mundo de hoy, sin el apoyo a Cuba, sin relaciones escondidas con fuerzas insurgentes armadas como las colombianas, sin apoyo a los extremistas(como las FARC) y terroristas(como el Chacal y la ETA), sin la tentación de provocar una guerra civil(desaparecidas de entre nosotros en 1903), con buenas relaciones internacionales que implicaran respeto a nuestras zonas de influencia y buenas relaciones con los Estados Unidos, cabeza en la actualidad del poder mundial, sin todos los poderes del Estado copados por el gobierno(Asamblea, Tribunal Supremo, CNE, Fiscalía), lo que impide a la sociedad poder expresarse y ser escuchada. Lo que todos deseaban era una administración que trajera bien a la nación, que pusiera orden en la vida política, que no favoreciera la corrupción. Pero lo sucedido ha sido todo lo contrario. Toda una época de vacas gordas petroleras se ha despilfarrado(66 millardos de dólar). Y todas las buenas intenciones de quienes critican, piden cambios, corrección en los órganos del Estado, no han logrado ser escuchadas. De allí la gran protesta que vivimos.

Esa desaprobación, ya lo hemos indicado, se hizo evidente en el paro de diciembre pero tomó su cuerpo más sólido con la gran manifestación del 23 de enero de 2002 donde se considera que participaron más de 250 mil personas. Algo nunca visto en Caracas, pocas veces sentido por Venezuela.

Y tan hondo es el sentimiento nacional que inspira estas luchas que se pudo presenciar su continuación, inédita, el día de la protesta del coronel Pedro Soto, cuando en la tarde del jueves 7 de febrero de 2002, una protesta espontánea, formada en plena avenida Cota Mil impidió a la Policía Militar detener al oficial. La gente paró los carros, rodeó el automóvil del militar, lo defendió. La Policía Militar debió retirarse sin su preso. Y aquello, sucedió a la caída de la tarde, se transformó en multitudinaria manifestación. Algo desconocido sucedió aquel día. Fue la emergencia de un país civil que desea ser escuchado, que quiere un cambio de rumbo político, que lo desea sin violencia, pero que no temió decir su palabra con fuerza, en plena calle, uno al lado del otro, todo en manifestación democrática.

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