Megalomanía
Durante su más reciente periplo el teniente coronel Presidente no ha perdido oportunidad para dar rienda suelta a su megalomanía revelando sus delirios de grandeza. Cuando llegó a Qatar, la primera escala de su peregrinaje, anunció: «Un nuevo mundo está naciendo y con él la nueva geopolítica mundial. Hay un parto histórico, un parto mundial. Está naciendo un mundo y caen los imperios». Por supuesto, él se considera el promotor de esa «nueva geopolítica mundial».
Durante su séptima visita a Irán aseguró que los nueve nuevos acuerdos firmados con ese país durante su visita -que se suman a los doscientos cincuenta y tantos concluidos anteriormente- muestran que ambos países están destinados a convertirse en potencias para darle forma a un mundo pluripolar. «Demuestran que estamos por el camino correcto y además sabemos cuál es el contexto internacional y mundial en cuya situación nos hemos encontrado en Teherán: el mundo está siendo sacudido por una crisis perfecta. Hemos dado cuerpo a estas ideas con estos nuevo documentos con el propósito de defender todo el trabajo realizado por un mundo pluripolar».
En China, país donde ha estado ya seis veces, dijo que su visita de dos días a Beijing forma parte de la creación de «un nuevo orden mundial» y aseguró que el péndulo mundial del poder está cambiando hacia países como Irán, Japón y China. «Estamos creando un nuevo orden mundial, un mundo multipolar, el mundo unipolar se ha derrumbado». «Los nuevos polos de poder en el mundo se están fortaleciendo».
Pero estos desvaríos no son nada nuevo. Durante la campaña electoral del 2006 anunció que convertiría a Venezuela en «una gran potencia mundial», en «una potencia de este continente». (¿En qué quedamos? ¿Seremos una potencia mundial o una potencia regional?) También dijo que el 3 de diciembre (día de la elección presidencial, comenzaría la «siembra de las bases para la Venezuela gran potencia».
Yo no tengo dudas de que Venezuela, con todos los recursos de que dispone, desde hace mucho tiempo pudo haber sido, no una potencia, pero sí un país con un alto grado de desarrollo donde los venezolanos disfrutáramos de una calidad de vida mucho más elevada en todos sus aspectos.
Países con menos recursos naturales, o sin ellos como Japón y Suiza entre otros, lo han logrado. La pregunta que siempre nos hacemos los venezolanos y que nos hacen desde el exterior es: ¿cómo se explica que, con tantas riquezas y con tantos recursos humanos, Venezuela, en lugar de avanzar hacia el desarrollo, involuciona hacia el subdesarrollo?
No creo que los venezolanos estemos pensando en quimeras, como esa de que el país se convierta en una gran potencia, pero sí estamos convencidos que con un pequeño esfuerzo Venezuela podría transformarse en una más de esas economías emergentes que están superando las rémoras del subdesarrollo económico. El teniente coronel Presidente, en lugar de estar inventando utopías ha debido dedicarse, durante esta década perdida que lleva gobernando, a aprovechar los inmensos ingresos que ha recibido el país para convertirlo, no en una gran potencia sino en un país desarrollado. Pero ha hecho todo lo contrario. En estos diez años el país ha involucionado. Pareciera que la riqueza sólo ha servido para crear pobreza. Bastaría con que dé una vuelta por las fincas agrícolas y pecuarias expropiadas para constatar el estado de ruina en que se encuentran luego de haber divididas, repartidas o invadidas. También debería visitar los ingenios azucareros y las industrias y fábricas estatizados para apreciar el desastre que son las cooperativas y las «empresas socialistas». El ejemplo más visible lo tenemos en ese emporio industrial que fue la Corporación Venezolana de Guayana. Pronto veremos lo que sucederá con la industria pesquera que ahora estará en manos de una sola gran empresa nacional «socialista». Lo mismo puede decirse de toda la infraestructura física del país, particularmente la red vial, que ahora ha pasado a ser controlada y gerenciada por ese monstruo en que ha sido convertido el ministerio para el Poder Popular de Obras Públicas.
Cabe preguntar, ¿es esta Venezuela polarizada, destruida, arruinada y pauperizada la que el teniente coronel Presidente piensa convertir en una gran potencia?
Pero hay otra lectura, muy preocupante, que se le puede dar a las ambiciones megalómanas del inquilino de Miraflores. La ecuación es relativamente sencilla: los países considerados grandes potencias son los que poseen el arma nuclear. Ese es el deshonroso privilegio que los coloca en esa «categoría social» internacional. Lo primero que hacen los países pobres que aspiran entrar en el club de los grandes es desarrollar un potencial nuclear militar. Es el caso de Pakistán, Corea y la India, aunque este último avanza exitosamente, a pasos agigantados, en su esfuerzo por superar el subdesarrollo. Irán pareciera estar próximo a dotarse de los elementos necesarios para convertirse en una potencia nuclear. El teniente coronel Presidente ha anunciado que impulsará el desarrollo de la energía nuclear en Venezuela y que para ello recibirá apoyo tecnológico iraní.
¿Será acaso en este contexto que debemos interpretar la «alianza estratégica venezolano-iraní» de que tanto habla el teniente coronel Presidente y lo lleva a decir de Irán y Venezuela «son dos países destinados a convertirse en dos potencias del siglo XXI, dos verdaderas potencias»?
(%=Link(«http://www.adolfotaylhardat.net»,»adolfotaylhardat»)%)