Opinión Nacional

Mediadores a medias

Hacen hincapié –otra coincidencia- en que no están cediendo nada sino planteando condiciones y exigencias. Ambas partes –o más bien los dirigentes de parte y parte- tratan de hacer sentir a la ciudadanía que tienen a la constitución, a la democracia y al pueblo –no necesariamente en ese orden- como su prioridad de defensa.

Se llenan los espacios de los medios gráficos y audiovisuales con declaraciones y aclaraciones pomposas, reaparecen figuras fantasmales que recuerdan pasados ya nebulosos y fracasados –incluyendo partidos que anunciaron mucho y han logrado poco, hoy en franca caída-, se nos llenan los hoteles de lujo con representantes de gobiernos que hasta ahora sólo han mostrado sus cariños con Chávez primero y Maduro después, todos hablando de respeto a los derechos humanos, democracia y paz.

Todo eso está muy bien, estupendo que tanta gente quiera devolverle a los venezolanos la tranquilidad y la concordia. Lo malo es que en medio de tanta parafernalia no puede evitar uno, más que la sensación la certeza de que falta mucha gente en todas estas ofertas de dialogar. Por ejemplo, ¿dónde están los estudiantes y los ciudadanos?

Frente a los diarios abusos sangrientos y nada democráticos de militares y policías en las calles y las residencias, los otros protagonistas han sido dìa tras día, y cada amanecer lo son más, los estudiantes y los vecinos de las diversas comunidades. Si son protagonistas, ¿por qué no están plenamente involucrados en los anunciados diálogos?

Los sobrios caballeros que tanto espacio ocupan en los medios representan a una parte del país. Los de la MUD a un grupo de partidos políticos; Maduro, Jaua, Villegas y el impertubable Ministro de Interior, Paz y represión, representan al que podríamos llamar chavismo duro. Falta gente fundamental.

No están los empresarios que, según descubrió el Presidente hace unos días, aportan un porcentaje mayoritario de empleos, producción y riqueza aunque los tengan contra la pared. No están los trabajadores, ni los que sorprendentemente continúan siendo oficialistas ni los que siguen reclamando los olvidos y engaños gubernamentales. No está la Iglesia Católica –para ser más precisa la Conferencia Episcopal-, el Gobierno menciona vagamente a la Santa Sede pero no a la Iglesia venezolana. No están los gobernantes regionales electos por los ciudadanos –gobernadores y alcaldes de lado y lado. Ni los estudiantes, ausencia aún más notoria y alarmante.

No pueden discutirse, y mucho menos acordarse, la paz y la gobernabilidad de un país sólo con la opiniones, exigencias, alardes y pretensiones de una parte ni siquiera mayoritaria de ese país. La paz no admite parcelas, hay paz o no la hay.

 

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