Me robaron casi todo
Me robaron a los amigos que abandonaron el país habiendo perdido la ilusión de vivir en él. Me robaron a mi hermano, que arrastró a su familia por otros rumbos cuando se agotó su paciencia ante la barbarie que impera en nuestra patria. Me robaron la luminosa navidad y me tratan de hacer creer que la culpa es del derroche y no de la imprevisión de ellos. Me robaron la posibilidad de futuro, cuando decidieron acabar con el progreso de la patria para mantener sus mezquinos intereses políticos. Me robaron el orgullo de ser venezolano, cuando bajo mi cabeza apenado ante la forma como este presidente se dirige al mundo y a otros mandatarios a los que debemos respeto.
Bueno no puede ser un país sumido en la anarquía, en la violencia, con carestías de energía, agua, alimentos, automóviles y repuestos, que dice avanzar hacia un “buen” socialismo del siglo veintiuno. Si esto es lo bueno que ofrece este gobierno, entonces como mínimo aspiro que compartamos la desgracia. Si esto es lo mejor que podemos lograr, que nos reparta la justicia e igualdad que proclama a cuatro vientos. Bueno no puede ser que lo malo me toque a mi y lo bueno se quede en habitaciones de cinco estrellas, en el más grande derroche de dinero que ni siquiera se preocupan por ocultar. Bueno no puede ser que estos falsos revolucionarios se llenen los bolsillos al tiempo que todos pagamos su ineficiencia.
Uno pasea por Cúa, Charallave, Santa Teresa del Tuy, La Victoria, San Vicente, Paracotos y Valencia y descubre aquellas desoladas zonas industriales que en otra época estaban llenas de ilusiones, de prosperidad, de tecnología, de lucha y de creatividad. Ahora, hundidas entre escombros, que se roban de bloque en bloque, sólo se descubre el daño que nos ha hecho este gobierno, acabando con cuanto consigue a su paso, robándonos las posibilidades de un mejor mañana, de un mejor futuro para nosotros y nuestros hijos. Promesas y más promesas, vacías, como esos galpones que esconden nuestras rabias.
Bueno no puede ser un presidente que “descubre”, de pronto que no han trabajado y que han desperdiciado el tiempo y los recursos de esta nación. Me preocupa el día que “descubra” que Ramírez lo tenía engañado con una producción petrolera que no para de disminuir y con una industria que, sin dirección estratégica, se mueve por inercia acabando cada día con la capacidad de mantener a este país.
Me robaron casi todo, pero no han podido robarme la esperanza, las ganas de luchar y la firme creencia de que acabaremos con esta mentira en continuado, que intenta apretujarnos en nuestros cerebros una noción equivocada de lo que es bueno, contraria a la que todos aspiramos. No doblegarán mi espíritu, el que se construyó de sol, blancas arenas y verdes selvas. No podrán robarme mi dignidad, mi integridad, mi pasión por la excelencia y mi firme idea de que juntos, todos los venezolanos, de cualquier raza, color y pensamiento, construiremos un país mejor. No podrán seguir dividiéndonos a punta de mentiras y no lograrán llevarse nuestras ideas, nuestra estirpe libertaria y nuestra pasión por conservar nuestro derecho de pensamiento y de acción. Por último, no podrán robarse la justicia, pues esa se construye con la verdad. Vienen vientos frescos, se los garantizo.