Más sobre Súmate, María Corina y Bush
Aunque ya parece poco -en la consideración de los medios no oficiales- lo que hay por decir de la publicitada y controversial entrevista entre MCM y Bush, tal vez por el manoseo excesivo que ha suscitado, de lo que si debemos estar suficientemente seguros, es que el régimen no va a soltar de sus afilados y sangrientos colmillos, en uso y abuso este lomito de sus consignas propagandísticas maniqueas, mucho más cuando casualmente por imperio de sus manuales le habían elaborado ya el libreto descalificador con anticipo, y cuyo objeto es triturar, no sólo a MCM al quererla asociar como la candidata presidencial del departamento Estado para enfrentarla contra el «adalid de los oprimidos del continente» sino el propósito medular, va dirigido a dinamitar de una vez y para siempre el instrumento organizacional de la disidencia venezolana que en el pasado y en el futuro- de seguir en pie su prestigio-, le ha infringido al gobierno caudillezco neomilitar los mayores dolores de cabeza, al abrirle, producto de la mística y alta competencia de sus operadores, los más grandes agujeros a sus triquiñuelas y a la enorme estafa con que vienen instalando su poder en desmedro de la vigencia en Venezuela de una democracia plural y abierta, civil y modernizadora.
Lo que he afirmado, forma parte de una hipótesis, pues sin quererme dejar arrastrar por otra posibilidad distinta a la que he mencionado del compromiso de Súmate como ONG y de MCM como una sus conductoras de lustre, me resisto también a cerrar los ojos en barajar que MCM ciertamente la hayan enfermado de aspiraciones presidenciales, que de ser verdad, provocaría el inusitado aborto deliberado de su propia criatura con el consecuente despojo al ciudadano de la organización más apta, dotada, capacitada y combativa en el ejercicio de la defensa de sus derechos, civiles, políticos y los electorales.
Cualquiera que hayan sido las motivaciones de esa reunión, le ha hecho un daño terrible a la credibilidad de Súmate(cerro arriba y cerro abajo), a excepción, claro está, de la euforia desplegada por el radicalismo opositor minoritario de la plaza altamira y sus adyacencias y a todo bicho de uña que pertenecieron en eventos previos al distinguido club de los «mariscales de la derrota».
Resulta una tomadera de pelo, algunos de los argumentos que se han esgrimido para defender ese encuentro.
Entre otras cosas se ha dicho, que hubiera sido absurdo rechazar la invitación del presidente de la nación más poderosa de la tierra (Ana Julia Jattar) que además, se ha sentido muy «preocupado» por las desviaciones autoritarias de nuestro gobierno.
Argumentos tan peregrinos, justificarían con sobrada contundencia las visitas que en su oportunidad hizo Chávez a Husein y Gadaffi (muy criticadas también por la gente de Súmate en aquella ocasión) dado que el de Sabaneta sostuvo que esos encuentros se hicieron en el marco de los intereses comunes de países petroleros que comparten con Venezuela causas compartidas como naciones exportadoras de petróleo y ser socios de un cartel (OPEP); debiendo agregar el hecho, que en aquel instante los dos lideres árabes representaban sin duda e igualmente dos poderosos e influyentes jefes e interlocutores del mundo ismaelita.
Por supuesto, que las razones que dió Chávez para justificar esos encuentros (en uno de ellos fue premiado con el lauro «Muammar al-Gaddafi de los DDHH»), estuvieron incitadas para estrechar conexiones antinorteamericanas en aras a una «diplomacia» de línea bandida de irritación y provocación que vino tomando altura como lo muestra con notoria evidencia la actualidad.
El buscar apoyo internacional al drama que nos destruye no puede obviar, desde luego, el contacto con la democracia norteamericana, pero hacerlo de primeras y en felpudo de lujo ante un tipo de la hoja curricular de Bush -cuya preocupación por los derechos civiles y la salud de la democracia venezolana es de la misma índole que la angustia que le puede producir a Gaddafi la violación de los DDHH en el mundo-, no es únicamente en el contexto de nuestro debate doméstico éticamente censurable y especialmente políticamente estúpido, sino que de alguna manera enseña de cómo una parte valiosa de la disidencia democrática ha firmado por mampuesto su rendición ante el chavismo, con las consecuencias lamentables que harán más ardua a las fuerzas democráticas interiores convencer de la autenticidad e identidad de los motivos que guían su lucha, colocando una cuesta adicional y espinosa al esfuerzo final que se requiere para defenestrar a tan ruin adversario.