Más preguntas algunas respuestas
Como es inevitable cuando se juzga la historia y se es parte inmersa en ella, por verdadera necesidad humana, los ojos que la ven dejan de ella lo que quieren ver. Tal vez sea la única semejanza de los historiadores con los artistas plásticos. La experiencia demuestra que aún los más realistas paisajistas, a la misma hora, con el mismo objeto, el mismo sol, condiciones de clima, los mismos recursos, jamás harán una obra idéntica, aun cuando sí iguales, según las exigencias del mecenas, el mercader o el experimentador. Heinrich Wölffin, recoge este experimento. Pero, según su cualidad estética las obras de arte alcanzan vida eterna en la diversidad de nuevas interpretaciones, con prescindencia de la voluntad del pintor, e, incluso, de su propia lectura, tiempo después de su creación. Con la historia, en cambio, el problema es más complejo con relación al texto y al historiador. A la primera, la historia, sustraído su tiempo, se le puede demostrar sus inexactitudes, sus límites; pero, el historiador tiene consigo la tragedia de “…ser su yo y las circunstancias”, recordando a Ortega. Pero, corrigiéndolo a la vez. El propio Yo es mucho mas que yo, en él cohabitan y se hacen sus circunstancias, las propias y las ajenas. Las externas, que condicionan su ser, las culturales y las genéticas que, en cierto grado, pese a sus esfuerzos por zafarse, lo determinan. En este combate, la determinación y la superación de esta complejidad, está la cualidad de un buen historiador. Y, en general de todo ser creador de arte o ciencia.
Tal es la tragedia de los historiadores vivos, o de los cronistas. Los cronistas suelen ser siempre, o casi siempre, muertos que escriben malos cuentos. El historiador como ser vivo y viviente puede sufrir metamorfosis. Mutaciones, incluso, según sea su conducta ante los vaivenes del poder y su relación con él. Para el caso venezolano, reducido a este tiempo, el de la 4ª y la 5ª, nos encontramos a muchos de los historiadores del ayer, en un gran esfuerzo por renegar de sus propios textos críticos de aquella era y han convertido a sus malvados de entonces en buenos ejemplos democráticos para el hoy, tal es su decepción de la presente era, la chavista. Betancourt, para muestra, es un noble demócrata al lado de este autócrata, funesto. Cadera un gran líder, cuyo único yerro, haber indultado a Chávez. Y para los historiadores y cronistas al servicio del régimen, incluidos los genios postmodernitas sabios de la nada y el todo, HRCH es el Líder de un proceso inédito, predestinado, que cambiará al mundo. En cuanto a mi, lector, no pertenezco ni a los historiadores, ni a los cronistas, mi sabiduría es la ignorancia y mi torpe habilidad de interrogarme. Vivo un tanto la vida de Wilhelm Meister, según Jarno, dijo éste a aquél, “Está usted enojado y desabrido, lo cual está muy bien. Y aun sería mejor que se enojase del todo”. Sí, con el perdón de Goethe, esos modos de ser de historiadores y cronistas me enojan y pesadumbre me provocan.
En efecto, plagados de conversos y oportunistas está lleno el presente político. Escasos de poetas y filósofos, entre otros de esas raras especies, que intenten y logren mantener su escritura ajena a la apología, al reduccionismo, al dogmatismo. Conformes, los más, con los discursos hegemónicos, bien por la paga bien por verse retratados en algunos medios, en donde Platón o Einstein, sirven para la justificación del César o para su negación absoluta, todo ello sin Platón y sin Einstein. Nadie, entonces, en este universo así descrito, es capaz de zafarse de su “fundamentalismo”, que, a su vez, es un inmenso vacío que opone democracia, como absoluto, perfecto, a autocracia, malvada, trágica; mientras en el frente, la revolución es igualmente el absoluto benefactor y todo cuanto se haga en su nombre bueno es, si importar la ley, la ética, la moral y mucho menos algún grado de racionalidad que explique –cuando menos- esas aberraciones.
He transitado en estos días miles de kilómetros en Venezuela. Sus centros de mayor población. El discurso político de la oposición se monta sobre estos críticos elementos, la inseguridad, el alto costo de las cosas y el bajo precio de la vida, corrupción, desabastecimiento, servicios, la propiedad. El del oficialismo, el silencio, en espera de la palabra del supremo líder o, en oportunidades el discurso famélico del vicepresidente del PSUV. El objetivo central, garantizar el silencio de su partido tanto sobre los problemas del socialismo predicado, de la democracia participativa, etc., cuanto a los problemas concretos, los mismos que –con buenas razones- sirven de pan a la oposición, mas los problemas que le son propios, vinculados a su tragicómica situación interna en el seno del PSUV. El recurso, la descalificación de los disidentes, la amenaza colmada de terror contra el militante que ose proponerse como candidato para las opciones de alcalde, o gobernador e incluso, la represión directa que va mas allá de la expulsión, la defenestración, donde el caso Manuit puede ser aleccionador mucho más para el mundo interno que para el externo. Terrorismo, al estilote Robespierre, pero, a diferencia de El Incorruptible, de este lado hiede a corrupción.
Sin duda que la más elemental “racionalidad” impone centrar el cuento contra el proceso, contra el socialismo del XXI, en sus fracasos. Miles, muy miles de millones de dólares despilfarrados y todos los vicios que hundieron a la 4ª reeditados con mayor profundidad y eficacia. Y mientras más se destaquen los males, mayor es la promesa para corregirlos. Para acabar con la inseguridad, más policías, mas patrullas. Para superar las crisis de salud, la falta casi total de agua, malas vías, echar a los cubanos, impedir el despilfarro y la política internacional de la chequera petrolera. Ganar la alcaldía, la gobernación y, ya… el mundo está arreglado. No se por qué sospecho que algo anda mal. Y ese mal empieza por no existir preguntas sustantivas que induzcan las respuestas. El mismo mal que hoy mata a HRCHF y a su proceso. Acabar con la corrupción, con la inmoralidad galopante del poder, con la inseguridad, la exclusión, etc., fueron el centro mismo de aquel discurso que inflamó de esperanzas a la gran mayoría de los venezolanos y afiló las garras de otros actores de la “política” que vieron en Chávez la oportunidad de mas beneficios, de mayores ganancias, de mejores privilegios. Muchos de estos, hoy lloran como mujeres lo que no supieron defender como hombres, repitiendo tal vez no de buena fe la atribuida expresión de la sultana Aixa a su hijo, por el abandono de Granada. Digámoslo mejor, renunciaron al dominio de su territorialidad porque creyeron domesticar al nuevo emperador. Muchos de los primeros padecen, francamente sufren, la amargura de las promesas incumplidas, de los anhelos insatisfechos, sus esperanzas muertas.
¿Basta entonces con salir del alcalde, del gobernador, mañana de Chávez? ¿Basta con recoger encuestas y decir que la idoneidad de sus favorecidos está en proporción directa a su aceptación cuantitativa? ¿Es suficiente tener más saliva para tragar más pan? ¿Es verdad, acaso, que cualquiera es mejor que los que están, porque el límite de la incapacidad, de la corrupción, de la perversión, de la ilegalidad son ellos y, entonces cualquiera ain con semejantes “virtudes” es mejor que ellos? Siendo así, el discurso de reduce a promesa, se reafirma el carácter mesiánico del “líder”. Se reafirma la idolatría por encima de la razón.
Tal vez las preguntas pudieran ser otras para buscar la salida a los problemas evidentes. ¿La violencia diaria, la inseguridad, qué causas tiene? ¿La palabra que alimenta el odio, la impunidad, que ampara al delincuente? O, ¿tiene ésta otros orígenes mucho más profundos? ¿Dónde está la fuente de esta verdad trágica? No hay agua; pero será verdad que ¿se resuelve el problema “alcaldizando” los servicios? O ¿no será, acaso, que hay problemas más profundos que no se quieren ver, como la destrucción de los ecosistemas, de los bosques, en consecuencia el agotamiento de las fuentes, y más, unidos al crecimiento parasitario gigantesco de las ciudades?. Y si esto es así, por qué es así? Que el tráfico es un caos, que lo es, ¿es la salida hacer mas carreteras, autopistas, tantas que andan sin ton ni son?, ¿el Pico y Placa? ¿No hará falta aun para cada aldea, alcaldía, gobernación, un mínimo proyecto que tenga fundamentación científica, orientación ética y exigencias transparentes para el ejercicio de las funciones y oficios públicos y que se ensamble con –cuando menos –una propuesta al país, sustentable, evaluable y se diga de una vez por todas, o al menos esta vez, que se requieren además de las buenas cualidades humanas, de honradez, de trabajo, dedicación, la capacidad para el ejercicio de cargos y funciones, lo cual pasa por la humildad de reconocer sus límites y las fortalezas de los demás, para por consenso, tomar decisiones, concretarlas en acciones?. De haberse tomado estas consideraciones y otras mucho mejores, que se que existen, la escogencia de los candidatos (incluso para el gobierno) tendría, cuando menos, una elevada dosis de transparencia y no la marcada abundancia del negocio, del mercadeo.
Se habría podido y aun es posible, que tengamos propuestas que nos digan qué se va a hacer con el desarrollo humano, con la calidad de vida, como se dice ahora. Cual es proyecto cultural para cada alcaldía, que van a hacer con la educación, con la ciencia. Si cada alcalde, gobernador, presidente, concejal, legislador, chavista o antichavista, tuviese conciencia que sin arte y ciencia no hay desarrollo humano posible, que el arte hace al hombre y la ciencia permite reconocerlo, que el primero nos da existencia e identidad para definir nuestra particularidad, mientas la segunda nos garantiza ser y existir el mundo, habríamos dado el primer y gigantesco paso para salvarnos, expresión que uso en el sentido práctico pero también de valor, de ética, y hasta, quizá, de religión.
Permítanme algún ejemplo. La reconstrucción de los barrios, para que sean espacios para que viva la vida, para la existencia humana plena, reclama de un proyecto cultural científico, estético que conjuga la belleza para la recreación del espíritu y la función espacial para el goce del cuerpo. No es solo la sustitución del rancho, paso necesario, por habitaciones confortables sino la sustitución de la miseria como normal forma de vida, tal cual es lo que ocurre hoy. Y en esta dimensión los espacios para la cultura, para el arte, la recreación son necesidades que demandan respuestas correlativas. Parques, plazas, centros para el juego, han de ser parte de la vida cotidiana. Si así ocurre, la inseguridad, pero también la salud, pasan a ser un problema mínimo, cuando no desaparecerían del todo si se completan tales acciones con alternativas válidas de trabajo, educación.
La gran obra de la humanidad que no desaparece es la creación artística, cultural, científica y es hasta ahora el mayor testimonio de que vale la pena vivir. En nuestro caso, el venezolano, permitan un ejemplo aleccionador. Una de las superiores conquistas humanas de la 4ª y que esta 5ª debería fortalecer, o al menos no tocar, lo constituye el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles. ¿Cual su mayor logro? Carezco de formación suficiente para evaluar su proceso didáctico, etc., pero sí puedo mirar sus resultados. La música, el arte que es ella, se ha vuelto parte de la vida de miles de niños, de miles de familias, de miles de amigos, no como un proyecto exactamente artístico, sino como parte sustantiva de la vida que adquiere un sentido más allá de las muy severas limitaciones de la existencia. Y tal vez sea bueno decir que presumo que entre esos miles de muy miles no ha habido en esos tiempos crímenes cometidos por ellos, aun cuando alguno haya sido víctima de esa macabra violencia que nos sirve de hábitat a todos. ¿No plantea esto una necearía reflexión sobre la educación, sobre el funcionamiento mismo de la sociedad? ¿Lo verán con algún interés los candidatos del pro y el contra de cuanto aquí sucede? ¿Les parecerá sensato, al menos eso, este planteamiento? No lo se. Sólo que quiero poder decir, como los viejos de antes, te los dije, te lo dije y continuar por las calles esperando a Diógenes. He transitado en estos días miles de kilómetros en Venezuela. Sus centros de mayor población y he encontrado respuestas en la música.