Más isla que nunca
De acuerdo con Mauricio Vincent, corresponsal de El País en la Habana (El
País, 28/04/2002), el régimen de Fidel Castro vivió momentos de terrible
angustia en las 47 horas en las que el proyecto político de Hugo Chávez en
Venezuela mostró al mundo sus pies de barro. Cuarenta y siete horas en las
cuales, según cita Vincent, los cubanos se sintieron «más isla que nunca».
Como bien han comentado analistas y columnistas recientemente, a nadie le
debe más Hugo Chávez su regreso al poder que a la cuasi divina participación
de su carnal Fidel y a la muy activa y sagaz operación de inteligencia e
insurgencia que agentes y «asesores» cubanos realizaron en Venezuela en esas
47 horas históricas. Sin que nos quepa duda alguna, podemos decir que nunca
antes en casi 200 años de historia republicana, ha vivido nuestro país
semejante afrenta a su soberanía, cuando desde la cabeza hasta los pies, el
régimen de Hugo Chávez se nos presenta como un gobierno títere de la Habana.
Según los datos suministrados por Vincent, el comercio entre Cuba y
Venezuela superó el millardo de dólares (gringos) el pasado año. Lo que hizo
a nuestro país el principal «socio» comercial del régimen, superando a
México y a la misma España. No obstante, es bueno aclarar algo: la palabra
«socio» es sólo un eufemismo en este caso. El volúmen de ese intercambio es
asímetrico, ya que es nuestro país quien cambia petróleo y billetes verdes
por espejitos y otras baratijas, con las que Fidel Castro entretiene a
nuestro ñoño revolucionario (a quien el mismo Castro suele llamar en privado
«el loco», y por quien siente desprecio y desconfianza, aunque le es muy
necesario y útil).
Ahora bien, no todo el mérito del regreso de Hugo Chávez se le debe otorgar
a las actividades de descarado coloniaje realizadas desde Cuba. Buena parte
de la culpa la tenemos todos los venezolanos. Si bien el régimen chavista ha
sido uno de los más ineptos e incapaces de nuestra historia, ha habido al
menos un aspecto en el cual esta ha hecho grandes méritos. Me refiero a su
capacidad para sembrar la desconfianza y la división en el corazón de todos
los sectores del país. Lo ocurrido con el gobierno transitorio demostró en
toda su cruda desnudez, cuanto nos han separado y partido como país tres
años de bochinche revolucionario.
Si bien la actitud asumida por la sociedad civil hasta el 11-A en la tarde,
cuando fue masacrada en un acto que los Ramonet del mundo ahora pretenden
transformar en un ejemplo de suicidio masivo incitado por los medios, lo
ocurrido a partir de allí debe ser objeto de un serio análisis y de la
reflexión de todos. Como bien escribiera Quirós Corradi en días pasados, aún
es difícil entender por qué nadie, al saber que algo raro se cocinaba en los
cubículos del Tiuna, se levantó en el acto y lo protestó en las mismas
calles carqueñas aún cubiertas con la sangre fresca derramada por orden de
Hugo Chávez. Es difícil entender por qué el diálogo se cerró de inmediato, y
por qué los pocos apoyos y consensos alcanzados se marchitaron ante la
tórrida indiferencia de la mayoría. También lo es comprender porque la
sociedad se dejó llevar por los prejuicios contra el estamento militar que
la izquierda ha propagandeado por años como agentes facistas y de ultra
derecha, sin comprender que las condiciones y la realidad del país eran
otras muy distintas a la de aquellas que inspiraran esa propaganda. Eso es
algo que habrá que estudiar y revisar con cuidado.
En fin, a lo hecho pecho. Todos en el país y en el mundo fuimos testigos de
la forma brutal como Hugo Chávez cumpliera la única promesa electoral que él
hasta ahora ha honrado, y que tanto repitiera a través de su teatro
dominical «Aló presidente». Por si ahora quiere negarlo, ya que además de
cobarde y asesino es un mitónamo incorregible, cito sus palabras: «Habrá que
preguntarle a la oligarquía si quiere el camino del 27F o el de la paz»
(palabras tomadas del discurso de Hugo chávez dado ante la AN el
15/12/2001). Ya sabemos, Señor Chávez, cuál fue el camino escogido por
usted: masacrar al pueblo tal com si hizo el 27F.
Es cierto que ahora quieren venir a hablar de diálogo y de concertación. Sin
embargo, no hay ni podrá haber diálogo en Venezuela mientras la primera
magistratura esté ocupada por un asesino que además actuara con
premeditación y alevosía. No hay chance alguno para la concertación si antes
Hugo Chávez no abandona la presidencia y asume las responsabilidades que
hubiera por sus crímenes y delitos frente al país. No hay otro camino ni
alternativa para él que regresar a la celda de donde jamás se le debió
permitir salir sin antes pagar por su delito. En cuanto a nosotros, no hay
otro camino para restaurar al país que extirpar de raíz este cancer
revolucionario que nos conduce a la destrucción, bajo la burlona y artera
manipulación de su instigador Fidel Castro.