Más allá del Sí y el No
Ser venezolano en estos días es una condición sometida a malabarismos extraños, donde nuestros sentidos deben atenuar sus umbrales y entregarnos información a medias para certificar nuestra respuesta, pues sólo en el Sí y el No, nos dicen, se cifra la vida del país. Este maniqueísmo de calle, que catapultó a Chávez en 1998 y a Carmona en el 2002, es el ingrediente clave en ese cóctel adictivo para muchos venezolanos: soluciones rápidas a problemas enclavados en nuestra sociedad.
Así, reducida nuestra racionalidad a una encrucijada binaria, Sí versus No; cualquier día nos despertaremos cual (%=Link(«http://www.epdlp.com/kafka.html»,»Gregorio Samsa»)%) con el cuerpo convertido en un accesorio periférico de una gran computadora ubicada en el cuartel general de la Coordinadora Democrática o del Comando Maisanta. Más allá del Sí, los votantes del Referendo Revocatorio del 15 de agosto le están dando apoyo sincero a las instituciones del país, ahora intervenidas y manipuladas por un Poder Ejecutivo omnipresente. A su vez, más allá del No, quienes refrenden la gestión de Hugo Chávez estarán apostando por un ejecutivo con sensibilidad, real o simulada, hacia los pobres, quienes en teoría cuentan con misiones para educarse y trabajar.
Tanto la Coordinadora Democrática como el “Oficialismo” son, en parte, grupos políticos lábiles, con intereses en pugna dentro de su núcleo, obsesionados en pensar por el colectivo y con una fijación patológica por un líder único. Así, reducir millones de desempleados, miles de muertos violentos por año y 55% de la población infantil sin acceso a preescolares a una batalla por un Sí / No redentor, es una propuesta muy poco seria para quienes han caído en la espiral de la decepción abstencionista o ni-ni.
Este gobierno, bendecido con popularidad y petróleo a precio de oro, demostró en cinco años que su interés no es consolidar una nación plural, encaminada hacia la paz y el bienestar colectivo. Pero el reverso opositor no ha podido domesticar a quienes en su círculo luchan sólo por alcanzar poder y por el afán de venganza contra el chavismo, como se evidenciaron en los sucesos de abril de 2002 y en la suicida huelga petrolera de ese mismo año.
El destino del país, en término macroeconómicos, es una larga paciencia y no ese orgasmo festivo de misiones o de reducción instantánea de pobreza. Es clarísimo que Venezuela sí debe cambiarse de carril ejecutivo, pero no podemos regresar a los actores y estrategias que propiciaron la aparición de Hugo Chávez y sus aliados, muchos de los cuales ahora se juran opositores. No es un simple Sí versus No, este Referendo Revocatorio mide nuestra capacidad de entender a Venezuela y nuestro guáramo para hacer respetar el tácito convenio que se esconde tras nuestra decisión.