Opinión Nacional

Manual para derrotar el Gobierno

Dice Rafael Poleo que a los Gobiernos no los tumban, sino que se caen. La Oposición tiene la misión histórica de contribuir a darle el último zapatazo, por vía electoral, a un régimen de naturaleza autocrática que se ha mimetizado sagazmente en la lógica del funcionamiento propio de una democracia representativa para llevar a cabo su voladura progresiva, su desmantelamiento.

El chavismo se ha comportado como un virus troyano dentro del sistema democrático iniciado en el año 1958. Desde hace trece años ha venido socavando la institucionalidad del país para imponer una nueva hegemonía sobre fundamentos retóricos nacionalistas, populistas, fascistas, militaristas y socialistas. Todo ello dentro de prácticas abiertamente capitalistas. El chavismo es un movimiento pragmático fundamentado en el rencor social y su base de apoyo son los marginados del país, hoy protagonistas de todo un discurso emancipatorio simbólico que encubre el verdadero proyecto político de su principal instigador: perpetuarse en el poder.

Así que lo primero que deben entender los candidatos de la MUD es tener claro la naturaleza, el talante del adversario al que se enfrentan, y con ello determinar sus puntos fuertes y débiles.

Al chavismo hay que desenmascararlo de acuerdo a su mediocre rendimiento como ejecutante de políticas públicas. Hoy en Venezuela los ricos se han hecho más ricos y los pobres se han hecho más pobres. Las cifras reales abundan y son incontrastables.

El combate contra la corrupción fue una de las banderas de los golpistas del año 1992, hoy hay que marcar al régimen destapando cada uno de los inmensos escándalos en los que ha estado incurso, y demostrar su hipocresía en la materia.

 

El país vive una guerra civil abierta e indisimulada por culpa de una delincuencia desbordada como consecuencia del deterioro social. Ya forma parte del universo cotidiano urbano haber sido testigo o víctima de un hecho de sangre. El chavismo como movimiento es consustancial con la violencia y la arbitrariedad, así surgió y así se ha mantenido.

 

La inflación y otros impuestos parecidos como el IVA son mortales para la clase trabajadora y asalariada. En ninguna parte el socialismo ha sido viable cuando éste se fundamenta en la recesión económica y los muy bajos niveles de funcionamiento del aparato productivo. Las nacionalizaciones forzadas han espantado la inversión nacional tanto como la extranjera y arruinado la producción. El país carece de independencia alimentaria y PDVSA está en la bancarrota.

Lo más importante, a Chávez y sus partidarios alrededor de la “nomenklatura” del PSUV hay que banalizarlos, y sobre todo, ignorarlos. En su soberbia enceguecida, esto le llevará a pifiar una y otra vez, haciendo alarde de una fuerza que hoy carece, pero que le llevará al plano de la confrontación y la descalificación. Esta estrategia que en el pasado dio resultados, hoy luce contraproducente. El país ésta ávido de un mensaje de paz, reconciliación y unidad, y el principal responsable de ésta violencia civil desatada es el mismo Chávez y esa percepción colectiva hay que ahondarla aún más.

Nunca caer en las provocaciones usuales, es decir, en el terreno del adversario, por el contrario, imponer la agenda electoral a través de una iniciativa triunfante, positiva y optimista.

A Chávez y sus acólitos hay que empezar a vincularlos con una “causa perdida”, haciéndolos responsables del fracaso de una esperanza y a la traición de un mensaje, en realidad fraudulento, fundamentado en una gran estafa histórica.  

Recuperar la democracia y profundizar la democracia a través de un mensaje inclusivo de solidaridad social y con el concurso de todos. Y algo esencial, ser creíble como alternativa de cambio, robarle al chavismo esa idea exclusiva de que ellos representan a la mayoría, y demostrar, como gobernante, ejecutorias eficientes.

Y finalmente, proponer una gran alianza entre todos los sectores del país, incluido los desencantados del propio chavismo. Una alianza para recuperar una democracia con justicia social y libertades garantizadas bajo un entramado institucional sólido y bajo el imperio de las leyes. Todo dentro de la Democracia y nada fuera de ella. UNIDAD!

 

Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ

 

 

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