Opinión Nacional

Malestar

El malestar de la vida pública constituye un estadio, un sentimiento y también uno de los textos escritos en hora buena por Victoria Camps, catedrática de ética de la Universidad Autónoma de Barcelona, ensayo este que se presenta como una legitima invitación crítica al estudio y evaluación del estado actual de la política, donde precisamente encontramos un malestar creciente “un malestar que induce a hablar de crisis, de incompetencia, de falta de responsabilidad, de desilusión, de fin de época y de fracaso” De esta forma Victoria Camps nos expone en este texto que hemos releído, la situación de precariedad y cierto malestar de la política, el rol de los medios de comunicación, el papel de la ética y su relación con la democracia como régimen político entre los temas más destacados dentro de la reflexión de dicha autora.

Siendo así, Victoria Camps inicia su disertación alrededor de la “debilidad de la política”, partiendo de la situación actual caracterizada por la ausencia o a lo sumo poco debate y diferencia entre la derecha y la izquierda por un lado, aunado a la falta de “contenidos morales sustantivos”, es decir, solemos tener principios pero sucede que los vemos como distantes, lejanos, abstractos y vagos por otro lado, a lo cual hay que agregar que dentro de la etapa de “modernidad, la reivindicación de las libertades individuales contra el poder abusivo del Estado o de la sociedad, ha dado como producto sociedades muy individualistas” Además como señala la autora “conducirse moralmente es querer el bien no porque alguien me lo imponga, sino por si mismo”.

La óptica de Camps frente a la debilidad de la política y su falta de contenidos y su propuesta de ”moralización de la sociedad” se encamina en buena medida a la propuesta desarrollada en estos años por Agapito Maestre en sus obras El Poder en Vilo y El Vértigo de La Democracia, en el sentido de retomar y revalorizar valga la redundancia de ciertos valores (solidaridad, responsabilidad individual, autoridad, el civismo) frente al desaliento, desarraigo y cuestionamiento de la política (vacía de contenidos).

La falta de contenidos, de proyectos, la deshumanización de la cultura, la excesiva profesionalización e instrumentalización de la política y de la vida pública condiciona toda expectativa de desarrollo social, comunitario y ciudadano, si algún lector tiene duda al respecto basta con hecha una mirada al experimento que se gesta en Venezuela con el presidente Chávez desde 1998, no dudamos en afirmar algunas iniciativas positivas pero en líneas generales reina la incompetencia, la corrupción, la ineficiencia que devora no sólo al ingreso petrolero y los tributos sino a la propia sociedad venezolana sumergida en la incertidumbre de un gobernante traumatizado con el imperio y con el presidente Bush.

Los venezolanos estamos saturados de las cadenas de Chávez, de las peroratas de José Vicente Rangel, del gobernador de Carabobo el General Acosta Carles en Aló mi Pueblo o de los micros del Ministro Rafael Ramírez explicándonos las cifras de PDVSA. Los venezolanos estamos saturados de la diatriba, de la incompetencia, de la corrupción generalizada, de la verborrea pero por sobre todo nos cuesta entender como en la época de las bacas gordas (gordísimas) encontramos más miseria, más hambre, más inseguridad, menos empleo, menos salud y atención, menos viviendas a pesar de las bien intencionadas misiones.

Si algo creemos y necesitamos los ciudadanos es en que hay que hacer política, pues la política es el medio por el que se realizan los grandes fines constitucionales, morales, humanos y demás, pero cuando la política es sólo lucha por el poder, mera política electoral, el contrato no se cumple devine no sólo la ingobernabilidad, sino peor el desencanto de buena parte de los ciudadanos legítimamente insatisfechos con un liderazgo y una gestión, la vida pública en estos términos se presenta desmoralizada. Falla la moral cívica que debería ser el subsuelo del diálogo, el buen entendimiento y la concordia, y dicha situación no esta referida únicamente a la política, lo que si esta claro es que el clima de la vida pública, en general, es malo, desmoralizador y mediocre lamentablemente como es también nuestra oposición.

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