Magistrados, ¿Hasta cuándo?
Es muy lamentable y peligroso, cuando la intelectualidad se pone al servicio de la barbarie y de la ignorancia, pero más peligroso el momento, cuando a la ignorancia se le suma un autoritarismo morboso amparado y resguardado por los factores del poder del Estado. Ejemplos sobran en el mundo, entre otros, Adolf Hitler en Alemania; Stalin en la Unión Soviética, Mao Zedong (Mao Tsé-tung) en la República Popular China, Benito Mussolini en Italia, Franco en España, Kim Il Sung en Corea del Norte, Hafiz al-Assad en Siria y Saddam Hussein en Irak y el autoritario peculiar, Fidel Castro, mentor y émulo de nuestro pintoresco Chávez.
En todos los casos, es notoria la participación de entornos anodinos que obcecadamente respaldan y siguen al autócrata al extremo de perder la perspectiva de la personalidad. Generalmente, son eunucos o forajidos que se aprovechan del gobierno delincuente, para lucrarse y abusar del poder ilegítimo o para satisfacer el ego y demostrar un aparente liderazgo frustrado por la incapacidad, la mediocridad o la deficiencia mental. Es una conjura, montada sobre bases imaginarias falseadas por una visión artificial admitida por la escasez de intelecto.
Entornos de esta naturaleza no han sido ni son extraños. Es la empírica actitud de los cortejos faraónicos o de emperadores, con los vasallos cumpliendo roles de sanadores, de escribanos, de adivinadores, de verdugos y hasta de legisladores sin curules, pero les quedaba grande el título de magistrado, por su noción de lacayos, de segundones o medias tintas. No basta con llamarse o ser llamado magistrado. Hay que serlo y demostrarlo, toda vez que un magistrado no puede ser un mediocre que se tienda a los pies de un jefe político, ignorante e incapaz de entender o interpretar su magistratura.
Existe una total contradicción en magistratura y autoritarismo. Es autócrata quien gobierna con todas las actividades sociales, políticas, económicas, intelectuales, culturales y espirituales supeditadas a sus fines ideológicos, normalmente dictatoriales o autócratas; mientras que un magistrado ingresa en nuestra doctrina como un abogado de reconocida honorabilidad y competencia, estar en pleno goce de sus derechos y facultades, con experiencia en la judicatura, en el ejercicio de la profesión de abogado o con una decena de años en la docencia, en instituciones públicas o privadas en materia jurídica. Se piensa como magistrado en el maestro o magisterio hecho con perfección, saber y pericia; una persona con habla pomposa y afectada, diestro en la precisión, en la jactancia y en la suficiencia, siempre opuesto a lo ordinario y a la mediocridad.
Para decirlo con palabras llanas, un magistrado es un ser superior, que no solo tiene que demostrarlo sino serlo, por lo que no concebimos la conducta de parte de los magistrados del (%=Link(«http://www.tsj.gov.ve»,»TSJ»)%), quienes a conciencia, defraudan nuestra confianza, al engañarnos con ponencias, decisiones y sentencias, que todos sabemos se apartan de la razón jurídica, en un sin sentido político, que aleja de la casa de las leyes la lógica del derecho, tendiendo siempre a favorecer los deseos irracionales del Presidente y de la decadente tendencia partidista que lo apoya.
¡Magistrados¡: Nos anima el interés racional, de manifestar a los seguidores de la «revolución», que en las cátedras universitarias no tenemos mas remedio que salvar con la duda la falsa jurisprudencia que vienen produciendo. Deben saber que todos ustedes son conocidos, tanto en su moralidad, capacidad, currículo y vida privada. Son conocidos con colorido político, como lo fueron los líderes de la revolución bolchevique (mientras mas comunista su interior, mas negra su imagen). ¡Magistrados¡ es lastimoso no poder defenderlos como docentes y doctrinarios que fueron. ¿Cómo se puede defender a Delgado Ocando, a Angulo Fontiveros, a Mora, a Martínez y otros mas innombrables, cuando por defender lo indefendible y la inopia son capaces de producir piezas incoherentes y contradictorias, que obligan a desechar por inservible la jurisprudencia que están generando.
¡Magistrados¡ sentimos tristeza. ¿Hasta cuándo van ustedes a aceptar que les califiquen de «plasta» sus decisiones? ¿Hasta cuándo van a consentir que personas mas papistas que el Papa, asuman rol de suplentes y recusen a los sensatos, para complacer a mediocres seguidores del régimen? ¿Hasta cuándo van a aceptar que un pequeño grupo de magistrados se ocupe de servir de filtro en la selección de jueces para dar las primeras opciones a los afectos al régimen? ¿Hasta cuando van a aceptar que sus decisiones, cuando sean contrarias al gusto de Chávez, sirvan de fundamento para la burla y el escarnio? ¿Hasta cuándo van a ser pacientes con la conducta del Fiscal General de la República y de sus fiscales afectos, quienes ejercen sus funciones al margen de la Constitución y la Ley y se ríen de sus decisiones? ¿Hasta cuándo van a aceptar que jueces provisorios, la mayoría ignorantes, utilicen la autonomía judicial para complacer la felonía del Presidente, transformando los tribunales un circos con leones y gladiadores?.
Pensamos que, aunque es tentadora la idea, no creemos que su conducta esté dirigida permanecer más tiempo en los cargos para acumular más millones, mientras la ideología y la «revolución», están separando cada vez más los pobres de los magistrados. ¿Cuántos salarios mínimos son los equivalentes?
Creemos que es justo que los magistrados, jueces, policías y maestros sean los beneficiarios de los mejores sueldos, pero esta no es la realidad. Todos sabemos quienes tienen los mejores sueldos, que no son los militares, salvo los «bonificados». ¿Hasta cuándo Magistrados, vamos a esperar para que ustedes comiencen a aplicar siempre en forma correcta la norma constitucional? Ojalá sea antes que se termine de destruir el Estado, cuando ya ustedes no hagan falta. A propósito, ¿Qué tal es la jurisprudencia en Cuba?