Maduro, su combo y Pilato
El nuevo invento del gobierno es el «noticiero de la verdad». Hay que ser bien prepotente -por decir lo menos- para autocalificarse como el poseedor absoluto de la verdad.
Vale la pena preguntarse qué es la verdad… Si tomamos el DRAE, encontramos que «verdad» en sus primeras acepciones es: 1. Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente. 2. Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa. 3. Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna. 4. Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente.
En otras palabras -y para no entrar en honduras filosóficas de las que no saldríamos nunca- la verdad no es otra cosa que la adecuación de los sentidos a la realidad de cada individuo.
Recuerdo que mi tío Pedro Centeno Vallenilla contaba que cuando estudiaba Derecho en Roma, durante una cátedra de Derecho Penal en la que el profesor argumentaba sobre las fortalezas y fragilidades de los testigos, dos hombres interrumpieron la clase en un aula tipo anfiteatro, corriendo uno detrás del otro. El profesor les hizo señas a los estudiantes de que no hicieran nada.
Cuando los hombres salieron, les pidió que escribieran lo que habían visto. No hubo dos testimonios que coincidieran exactamente.
Los gobiernos totalitarios son especialistas en erguirse como los únicos que saben qué es lo que debe difundirse… El control de los medios es vital para controlar a la población. Queda la patética experiencia de la explosión del reactor nuclear de Chernobyl, en la antigua Unión Soviética (actual Bielorrusia), calificado como el peor de la historia, en el que los habitantes por causa de la «verdad oficial» -que alegaba razones de «seguridad»- no recibieron información sobre la magnitud del accidente sino hasta cuando el efecto de la radiación había hecho estragos. Las cifras son dantescas.
Por eso hablar de «verdad» es tan delicado y sentirse poseedor de ella tan peligroso. Prefiero que haya centenares de medios de comunicación informando «a su manera» y tener yo la libertad de decidir qué creo y a quién le creo, que tener una sola verdad… de acuerdo al gobierno…
Cuando Pilato le preguntó a Cristo «quid est veritas», Cristo no le respondió… De haber vivido en aquella época, de seguro Maduro y su combo le hubieran respondido…
@cjaimesb