Los vicios insanables de un proceso electoral fraudulento
Ahora, después del primer paso que fue el de designar al candidato unitario, nos toca a los venezolanos, despertar, organizarnos en forma multitudinaria, masiva, en los niveles local, regional y nacional, en todos los sectores representativos y autorizados de la sociedad venezolana, con todos los recursos nacionales e internacionales que sea posible acopiar, con toda la fuerza comunicacional que sea posible reunir. Y todo ello con el objeto de que la denuncia del fraude sea, mejor que contundente, demoledora. Que no haya manera de ocultarla o descalificarla. Que no le deje dudas a nadie que pueda tener un ápice de buena fe, dentro del país, en la ONU, en la OEA, en la Unión Europea, en los Estado Unidos. De lo contrario, esto puede terminar en una deslegitimación de derecho, pero inocua. (SUPRIMIDO: a tenor de lo anunciado en la letra a) de este magnífico escrito. «Parturient montes…».)
Esto en primer lugar. Pero más allá de este objetivo, es necesario que esa movilización coordinada y organizada, que debe ser el resultado y, al mismo tiempo, la causa de la formación de una voluntad política, concrete por fin una capacidad de dirección estratégica, capaz de tener listas las acciones y las respuestas estratégicas y tácticas del 4 de diciembre en adelante. Debe estar claro que para que todo esto sea posible, ha de tratarse de una verdadera dirección política y no de un pequeño, fugaz, acobardable «ridiculus mus», de carácter electorero y oportunista.
De lo que se trata, las condiciones detrás de la cual hemos de ponernos en marcha acelerada, es de que la gente venezolana, el pueblo venezolano, recupere la soberanía de la que ha sido despojado, y recupere el ejercicio democrático de esa soberanía, a la hora de elegir, de gobernarse y de juzgar los resultados de la administración ejercida por sus delegados y apoderados. Y de que el poder público respaldado por la fuerza esté a la disposición de esa soberanía y no de un usurpador y de su séquito, a título parcial y, en última instancia, privado.
Todo eso requiere mucho más que un candidato, un comando electoral, una avalancha de cuñas y de pancartas y una coordinadora de cheerleaders… Requiere una dirección realmente política. ¡POLITICA.! Con talento político, capacidad y noción estratégica, capaz de estar pendiente de la historia y de los largos plazos en forma lúcida y preclara. No un grupo de operadores electorales, en pugna -necesaria y legítima, casi siempre, qué duda cabe- por los cargos de un gobierno que Dios sabe cuándo ha de llegar. Si las dos capacidades y los dos conjuntos de talentos pueden estar juntos, en cabeza de una persona y de sus asistentes, será mejor para todos.
Pero no vivimos tiempos normales, ni peleamos una contienda electoral dentro de un estado de derecho, aunque sea en estado de crisis. Nos enfrentamos a un régimen totalitario con peculiaridades circenses y una precaria utilería institucional y cuasi-democrática, que logra despistar y engañar a muchos, y vamos a más totalitarismo y a más duras condiciones en un futuro cercano. Es muy difícil que hayamos dado con ese conjunto preclaro de hombres desprendidos, talentosos y “cuatriboleados”, capaz de ejecutar la doble jornada con acierto. Por lo tanto, queda pendiente la tarea más sustancial y más estratégica. Y queda por hacerse presente esa dirección estratégica. Quizá tengamos el tejado, el maderamen, el cortinaje y hasta el mobiliario de la nueva casa, pero nos falta el pilotaje, las columnas, las vigas de riostra, todas las instalaciones eléctricas y sanitarias de la nueva casa. Quizá haya llegado la hora de innovar en materia de técnica institucional y de organización política. Y la hora de correr el riesgo
Esa otra jornada, la de los temas estratégicos y de las grandes acciones para más allá del 4/12, enfrentados a una banda de pillos ahítos de petrodólares y «aguantados» por la «gauche caviar», y algo más, del mundo entero, esa otra jornada anda todavía en busca de un comité de dirección, y espera por un plan realmente estratégico. Pero, sobre todo, espera por la gente, por el pueblo en marcha…