Los venezolanos debemos recobrar la emoción popular
Los días pasan en la misma situación….parece mentira como un país se ha inmovilizado tras un hombre. Por veinte años yo llevé como periodista el pulso de Venezuela desde los medios de comunicación con programas interactivos y equipos periodísticos que recorrían de un extremo a otro el territorio nacional para su producción. Eran programas críticos, que no escapaban a la política y sus aciertos o debilidades. En el canal del Estado, el día que Luis Herrera Campins como candidato presidencial de COPEI recibió un “cabillazo” en la frente, fue invitado de inmediato y allí apareció, en una cabal repuesta a esa violencia que el país entero rechazaba.
Pero uno no se ahogaba en la exigencia política. Había tras el quehacer oficialista una Venezuela que compartir que esperaba ser tomada en cuenta. El esfuerzo humano, de pescadores, artesanos, artistas, personalidades, micros motivacionales, entrevistas. En “Venezuela Vibra” se presentaron por primera vez paneles de periodistas en programas interesantes de participación, en “Operación Contacto”, operaciones quirúrgicas importantes, se descubrían talentos y se respetaban, en “nosotros, Venezuela”, no temblaba la voz del televidente ya para reclamar. No se trataba de depender del personalismo del político de turno , el canal hacía grandes esfuerzos para defenderse del peso agobiante del poder. Y en Radio Caracas se cumplía con esa pauta histórica del taller que tras sus cámaras forjaba el marco trascendente de la televisión venezolana.
Hoy, es terrible el sopor que envuelve la cotidianidad venezolana , la falta de brillo, la menguada calidad , todo se ha detenido en el tiempo, como si exhausta, la voluntad creadora y el impulso de Venezuela cayeran abatidas por esa ala negra de un destino sombrío que no encuentra luz. No es posible que ante este manoseo estratégico de la salud del poderoso, esta manipulación perversa de su información, Venezuela no pueda hacer nada más que encerrarse en su maltratada esperanza hasta que llegue el 7 de octubre. El reiterado insulto, la amenaza, la desnudez corrupta de jueces, ministros, “analistas” graduados en la mentira que es cartilla de una revolución que no puede demostrarse a sí misma sino en lo más degradado de Venezuela. Ser “espectadores” mientras llega el “parto” de la democracia, deteniendo el correr del control sobre la pantalla para rebuscar una imagen que nos despierte el alma mientras en cien otras pantallas nos repiten las mismas mentiras, amenazas y agravios, es lo cotidiano.
Ya que Aponte Aponte corrobore lo que suponíamos , que se asesinen aquí y allá “ cómplices” molestos, que Velásquez Alvaray cuente más cuentos, que Chávez no vuelve, que hoy se lea que tiene una metástasis y mañana él lo niegue jugando bolas criollas y “bochando al mingo” que Aissami anuncia que llegará al país en pocas horas y el Twitter avisa de una “cistitis sangrante” que no le permite viajar, mientras Capriles en Barinas afirma que este gobierno es como “la saliva del chivo que todo lo que toca lo seca” para ser aplaudido por los barinenses que coreaban entusiasmados: “Capriles Presidente”!, no deja de mantener viva la pregunta: ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo puede una Nación aguantar ¿ Cómo vamos a retomar la impaciencia, las ganas, la ilusión?
¿Hasta dónde somos cómplices de este destino que otros acechan como aves de rapiña? ¿Estamos listos? O es que ahora es el consejo de Estado servil, mediocre, encabezado por ese hombre que ha esperado todo el tiempo la oportunidad macabra del “aleteo” de la fortuna que no siempre acierta en la vida de los pueblos va a callar la voz libre, el pensamiento audaz. Falta la emoción popular, falta la voluntad viva, falta el hombro compartido, falta mirarse a los ojos. Falta asombrarse, reír y llorar juntos, de alegría, de ansiedad. Falta demostrar que somos una misma cosa. Un mismo anhelo. Que estamos aquí.