Opinión Nacional

Los sueños húmedos de la nueva política

Cuando ya no estemos bajo los chantajes de la  polarización extrema, para escribir y hasta para pensar,  deberemos  buscar la manera de impedir por todos los medios que aquí sobrevenga un proceso incontrolado de confrontaciones  del que tengamos que lamentarnos  por décadas, como ocurrió, en España 1936-39, El Salvador 79-86, Argentina  desde 1955 hasta hoy, Chile 1973-1990 etc. Y de lo único  de puedo tener certezas es que para lograr la retirada en orden del poder despótico del chavismo, se requerirá de una enorme dosis de  flexibilidad,  que solo pueden  garantizarla  quienes  se hayan plantado de manera tan firme  ante el despotismo, que el país pueda confiar en ellos cuando sea  necesario devolverse del  borde del  abismo.

Déjenme dar solo una pista: En la llamada “vieja política” están las claves  para rehacer este país, luego de esta larga noche de  tremebundos radicalismos ruinosos,  que solo podían  tener espacios duraderos de salvaguarda,  por la concomitante complicidad del mensaje y de  los líderes de la cohabitación cobarde con él.

Siendo innegable que el chavismo pasó a convertirse en un dato de la realidad política  de este país,  no se por cuanto tiempo más, estoy convencido que solo una dirección política  de raíz popular como Acción Democrática,  puede plantárseles de frente  y  ponerlos  en su  sitio,   luego de una  confrontación CIVICA que lleve a  los sucesores de Chávez a la tesis  que quizá lo  que menos les conviene  es  largarse al  exilio cubano,  donde morirían de fastidio, porque pueden preferir  aceptar  todas  las reglas fundamentales de la convivencia  en democracia,  que para empezar proscribe lógicamente  el fraude y el latrocinio.

Pero antes ocupémonos de lo que aparecerá  como la hora estelar del chavismo,  que piensa  quererse cogerse desde diciembre todo el pastel, sin percatarse  que más temprano que tarde,  le aquejará  un cólico miserere de “jartazón” de gula clientelar, en sus postrimerías como ductores de un régimen que colapsa sobre sus bases supuestamente exitosas, facilitado todo esto desde  una percepción  casi idiota,  que le vino dada por el protagonismo en estos últimos años de la “nueva política” que  terminó bañada  de multitudes y  en medio del  jolgorio nacional,  pero para saldarse  con este final de entierro colectivo de las vanas ilusiones  en el cambio democrático  surgido de las urnas  por aceptación benévola del chavismo que supuestamente  se habría resignado a perder  en unas elecciones  que solo idiotas pueden calificar de honradas.

Una cosa es tener que soportar un régimen que logró  encaramarse  sobre la insolvencia política del  que desplazó,  lo que incluye  las rendiciones de quienes debían  impedir el  degredo  del gobierno que se convirtió en hegemónico  desde 1999,   y  otra cosa muy distinta es suponer que una  vez  “asentado” este,  como proceso dictatorial,  deba aceptársele sus reglas,  cuando ya se ha convertido  en sepulturero de libertades  y  que por  añadidura su déspota  le agrega  tropelías fraudulentas,  cada vez mayores,  que hace tiempo le deslegitimaron,  de lo cual  muchos quizá todavía no se han enterado.

Es un hecho que  de alguna manera astuta Chávez y su “revolución” disparatera, basándose en los más voluminosos defectos de fábrica de nuestra progenie como nación y de nuestro ethos político-cultural,  en extremo vulnerable a la corrupción masiva del  latrocinio  de dineros públicos y  sus enormes complicidades,   también en las esferas de la economía  privada, ha logrado en estos 14  años  imponerse  casi como una maldición de consensuada resignación colectiva,  y nada menos  que  utilizando la estafa democrática del voto.

Los sueños húmedos de los cohabitadores, muchos de ellos  nóveles  e impúberes  críticos de la llamada vieja política,  desconocen que los que saben de dictaduras  por su genética política,  son precisamente  quienes  menos  experimentan esas  gozosas sensaciones colocados  en la cercanía  con los déspotas tanto que  casi reivindican hasta sus desmanes fraudulentos,  “acusándoles”  solo de inexactitudes involuntarias,  de nimias trampillas, de casi inocuas triquiñuelas, propias de  juegos con  trompos, metras o chapitas, durante el bullicio vacacional en el  traspatio de la abuela.

Me cuesta creer que toda estas perfumadas maneras del ”nuevo lenguaje” de la “nueva política”   estén  divorciadas  de ese  presente de derrape verbal conciliador,  propio  de adolescentes en política,  con  sueños oníricos  sobre supuestas rectificaciones del  déspota,  quien  ahora si estaría  dispuesto  a integrar  el  arcoíris de  opiniones divergentes  con su piltrafa de gobierno,  para convivir  con él  y  entenderse entre los  saqueadores rojos,  ya profesionales  y los de cromatismos no violentos,  que apenas puedan  recoger  a  hurtadillas algunas migajas del clientelismo opositor descentralizado, en primer lugar para pagar a papi deudas de campaña.

La  Krematistica llamaban ya los griegos,  a esa vieja maña de andar enriqueciéndose con el erario público.

Permítanme  dudar hasta la obstinación sobre que  detrás de la obscena exhibición de  saqueo  y peculado público del chavismo y desde la adineradisima publicidad opositora,  solo hubiera  unas alcancías de cochinitos con los ahorros de cada candidato.

Traigo a cuento estas cuentas porque  tengo la convicción que quienes  cantaron pulcritud  del CNE contra toda evidencia en el proceso electoral que acaba de terminar, quizá no imaginaron jamás que esa  “vacuna” que pagaron con credibilidad,   se devolvería contra ellos en apenas pocas semanas,  arruinando  poderosamente sus posibilidades de mantener las clientelas regionales  (y ojalá no se lleve en los cachos también las  locales en Abril)   que el chavismo ahora  las quiere trampear con rojos,  para completar  su sueño de ser amo y señor de TODO el Estado y así culminar  su ambición de COMUNALIZAR el país, es decir condenar a varios millones más a depender de un cheque directo desde Miraflores,  que premiará  incondicionalismos  y castigará como nunca antes a los refractarios.

Pero el  tiempo  histórico de esta política ya se les acabó hace rato y sobreviven solo gracias al sobregiro  que le dan los ilusos creyéndose lo de  la pureza del sistema electoral en el cual, repito por  enésima vez,  nadie puede confiar y dejar de reclamar  sobre su pestilencia,  aunque nos toque participar todavía en otros procesos para evitar males aun mayores

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