Opinión Nacional

Los sortilegios de la Historia de Venezuela

Puestos a conversar sobre los sortilegios de la historia de Venezuela, en la memoria colectiva venezolana, debemos comenzar por señalar que hemos escogido este título pensado en las varias acepciones que tiene la palabra en la lengua castellana. En verdad que hay hechizos y encantos en el estudio de nuestro pasado, sobre todo cuando se piensa en lo buenos ejemplos dados por singulares hombres y mujeres, ello dimana de su estudio. Pero aquí deseamos usar la expresión en su sentido de adivinación, pronóstico y revelación. Lo primero en cuanto en que para comprender ciertos hechos necesitados utilizar la intuición para entenderlos. Pronóstico porque es de la historia desde la que se planea el futuro, porvenir que no puede ser edificado si antes no nos detenemos en todo lo que de revelación tiene para los hombres y mujeres de hoy el estudio de nuestro pasado.

Toda esta adivinación, todos estos pronósticos y sus revelaciones las vamos a tratar esta tarde por medio de una serie de comentarios a varios capítulos, especialmente escogidos por nosotros para esta exposición de la obra La historia fabulada (Barcelona: Pomaire, 1981-1983. 3 vols) de Francisco Herrera Luque (1927-1991). De sus tres volúmenes provienen las citas de Herrera Luque que hacemos salvo en los casos en que hagamos constar lo contrario. No sobra recordar que los textos que forman los tres tomos de La historia fabulada fueron escritos para ser trasmitidos por radio. Se hizo a través de su celebrado programa que trasmitió Radio Rumbos producido por Napoleón Bravo.

¿QUE ES LA HISTORIA FABULADA?

Para ello comencemos por el principio: ¿que es la historia fabulada para Herrera Luque? La definición de su propósito la hallamos cuando leemos: “Es más fatigoso crear dentro de la verdad que repetir la historia conocida por todos. La historia fabulada exige más esfuerzo que la llamada historia verdadera… La historia fabulada…no es ficción, fábula o fantasía discrecional del autor… La creación literaria es la Historia Fabulada…. una manera de decir lo que es impepinablemente cierto… el objetivo primordial es revelar lo desconocido, que es lo mismo que sorprender… (La historia fabulada) es el entender, el comprender el sentido y significación de una serie de hechos que nos rodean, y que hasta entonces nos eran invisibles” (t. II, p. 269-271). O cuando acota: “La historia fabulada ilumina mediante la ficción escénica hechos verdaderos” (t. III, p. 408). Y todo lo dijo Herrera Luque sin miedo a ser considerado “un réprobo, un hereje o un embustero” (t. II, p. 271), pretendiendo siempre llamar la atención sobre un hecho decisivo: “Escuchemos la voz de los viejos” (t. II, p. 84), idea que él tomó de la novela El mestizo José Vargas (1942) de Guillermo Meneses (1911-1978), en cuya primera línea se lee. ”La palabra de los ancianos tiene peso y valor de semilla” (Obras completas. Caracas: La Casa de Bello, 1992, t. I, p.399). Tal concepción fue siempre idea-eje en Herrera Luque, varias veces mencionada a lo largo de sus obras.

Y no tenía temor Herrera Luque de decir aquello que había concluido de sus estudios sobre el país porque como lo dice: “No desprecia a su hermano quien le dice sus defectos; no odia a su alumno el maestro que le hace ver sus errores; es amigo insincero aquel que oculta o disimula el mal juicio que le merecen sus yerros, y en especial si son susceptibles de corrección. No es mal patriota el escritor que verbaliza o expresa los rasgos negativos de su pueblo” (t. I, p. 288). E insiste: “Sin autocrítica no hay posibilidad de redención” (t. I, p. 292). Y es el hombre de letras quien deba expresarlo en sus obras, “El escritor es el vengador de una sociedad. Por su intermedio la Patria demanda y condena” (t. II, p. 35), acota el psiquiatra, historiador y novelista. El fue las tres cosas: lo primero en “Las personalidades psicopáticas” (Barcelona: Editorial Científico Médica, 1969. XV, 111 p.), lo segundo en “Los viajeros de Indias” (Caracas: Imprenta Nacional, 1961. 536 p.) y “La huella perenne” (Caracas: Alfar, 1969. XVI, 432 p.), lo tercero en su saga novelística sobre nuestro pasado la cual le permitió volverle a contar su historia a los venezolanos. Esto porque si sus libros de ficción se organizan en el sentido cronológico de nuestra historia se verá que ella narra todo el devenir venezolano desde el siglo XVI hasta el XX.

Y como método insiste que al escribir sobre el pasado: “La fabulación y el mito son tan importantes a la vida de un pueblo como la historias bien sedimentadas” (t. I, p. 166), que “Tras toda conseja hay un trasfondo de verdad” (t. I, p. 240). Pero él, siguiendo la lección de los clásicos, reviviendo la forma como don Simón Rodríguez (1769-1854) educó a su famoso discípulo, hablando, por ello para Herrera Luque enseñar deleitando fue su norma.

Y es desde allí que Herrera Luque se hizo la misma pregunta que siempre se han hecho los venezolanos: ¿es verdad la historia de Venezuela? Sin embargo él insistió una y otra vez que éramos un país de historia corta: un poco más de cinco siglos, cumplidos en 1998; país mestizo, el “pequeño género humano” que dijo el Libertador en la “Carta de Jamaica”.

¿QUE DEBE SER LA HISTORIA?

Y respondiendo a lo que debía ser la historia Herrera Luque advirtió: “La historia de Venezuela, y en particular la tradicional, ha sido escrita en función política… La política es el equilibrio del poder; la historia es la búsqueda de la verdad. La primera es una ilusión o se vale de ella; la otra, es la presentación pura y simple de los hechos. La verdad puede falsificarse por acción y por omisión. Nuestra historia rebosa de omisiones que muchas veces se vuelven contra nosotros” (t. I, p. 106-107).

Así la definición de la historia para Herrera Luque era: “La historia de verdad verdad, es reflexionar sobre el pasado en función del presente. Sólo el tiempo determina la verdadera importancia y calificación de un hombre y de su obra. La historia necesita tiempo, distancia prudencial para cumplir sus objetivos. Cuando uno lee libros de historia escritos al calor de los acontecimientos de da cuenta de lo cierto de esta afirmación” (t. II, p. 228-229).

Esta concepción la reiteró Herrera Luque en su novela “Los amos del valle” (Barcelona: Pomaire, 1979. 2 vols) en la cual se lee: ”La historia es para un pueblo lo que la memoria para el hombre: fuente de experiencia, fundamento de legislar, comprensión del presente, atalaya del futuro. Por ello ha de ser veraz y valiente y justo quien la escriba” (t. I, p. 425).

A partir de esto debemos observar que la historia tiene sus propios fueros, los cuales no sed pueden alterar, menos pueden hacerlo los que están en el poder. Ríanse de esos políticos que dicen estar “haciendo historia”: de ellos lo único que quedará en la historia, la verdadera, la hecha con documentos, será apenas una nota a pie de página. Y es por ello que una lectura verdadera de los sucesos de nuestro pasado debe ser hecha teniendo en cuenta todo su espectro, debemos huir, hoy más que nunca, de “La política en Venezuela conforma la historia” (t. II, p. 32), ir hacia todos sus renglones, mirar el acontecer en todas sus dimensiones: el económico, el social, el cultural y, desde luego el político. Pero no sólo el político que es el que casi siempre se ha utilizado en Venezuela para escribir la historia dejando de lado los demás hechos que son también significativos, a veces más. De allí que el historiador José Luis Salcedo Bastardo (1926-2005) haya propuesto en su estudio “Despolitizar la historia: una tarea para el desarrollo” (Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1973. 37 p.) la necesidad de fijarnos en todos sus aspectos. No propuso dejar de tener conciencia política sino historiar todos los factores que forman la evolución de un pueblo, mirar los otros hechos, todo aquello que la sola mirada política nos impide mirar, no nos explica todo el contexto del acaecer.

LOS GRANDES TEMAS

Al trazar la historia Herrera Luque nunca dejó de señalar que nosotros hemos sido, por largo tiempo, un país aislado (t. I, p. 170), poco interrelacionado con los que están cerca, una nación siempre sin recursos en donde lo único que fue verdad fue la pobreza pese a tener una tierra rica. Esto hay que tenerlo en cuenta al leer a Herrera Luque.

Para Herrera Luque los grandes temas de nuestra historia están en lo que denominó la “historia silenciada” (t. I, p. 103), también la llamó “historia secreta”. Es esta la que ha sido negada o soslayada, muchos de cuyos documentos han sido destruidos o incinerados, tratando con ello que desaparezcan ciertos hechos. Pero eso es “tapar el sol con un dedo” por algún resquicio aparece un día un papel que nos hace comprender el suceso que se quiso borrar. O aparece el testimonio de un testigo o de un contemporáneo. En este caso hay en los escritos de Herrera Luque al menos dos cosas: uno es la desaparición de la segunda parte de la “Historia” de don José Oviedo y Baños (1671-1738) destruida por los mantuanos que es la base de “Los amos del valle”. La otra es la peripecia del general Manuel Carlos Piar (1774-1817), sus orígenes verdaderos, tan ocultados por la historia. Y esto se rectifica porque siempre existe la historia oral que todo lo recuerda, lo va pasando de generación en generación porque la patria, según el decir del padre Carlos Borges (1867-1932), son lo que nos cuentan los mayores, “es el sillón de la abuelita en la penumbra del rincón amable y medrozo donde ella nos cuenta las historias” (“Obras completas”, Caracas: Cromotip, 1971, p. 512). Y eso también nos lo que recuerda el paraguayo Augusto Roa Bastos (1917-2005): ”La tradición oral es la única fuente de comunicación que no se puede saquear, robar ni borra” (“Vigilia del Almirante”, Madrid: Alfaguara, 1992, p.78).

Pero hay en Herrera Luque otra concepción más, que el trabajó mucho. Es la denominó “la historia detenida”, que era para él ”esa fijación injustificada a situaciones pretéritas es lo que en mi opinión hace sufrir tanto a Venezuela. Es lo que llamé La historia detenida” (t. III, p. 194).

NUESTRAS ESENCIAS

A través de lo que nos tramite Herrera Luque a través de La historia fabulada podemos penetrar en la esencia de lo que es Venezuela. En verdad siempre se ha dicho, otra vez por la boca del padre Borges, poeta, intelectual destacado, el mayor orador venezolano de su época (“Obras completas”, p. 588-589), que nuestro país se ha movido siempre entre el Tirano Aguirre y Martín Tinajero, es decir entre la violencia inusitada y la bondad, entre el mal del etarra, y de todos los violentos que le han seguido, y la bondad del santo de la conquista o la severa admonición del magistrado equilibrado ante la fuerza bruta, es el momento de “el mundo es del hombre justo” que dijo el doctor José María Vargas (1786-1854), ese arquetipo de la venezolanidad, ante la militarada desatada, durante “la carujada” (julio 8, 1835). Por ello indica Herrera Luque: “Carujo es una triste realidad” (t. II, p. 380) al igual que todos los otros carujos quienes no han dejado desenvolverse naturalmente nuestro régimen político-social.

Pero también ha sido esencia nuestra el continuo “bochinche” que dijo don Francisco de Miranda (1750-1816), el cual ni siquiera hemos logrado como administrar, según la aguda observación del historiador Ramón J. Velásquez.

QUE HAN SIDO LOS GOBIERNOS

Y ese contrapunteo entre la agresividad y los que desean el normal desarrollo de una sociedad el que explica sobre todo que hallamos tenido escasos buenos gobiernos, que los políticos hayan utilizado la presidencia para enriquecerse y no para servir a la nación, más aun desde que apareció el petróleo y mucho más desde que los precios del barril, en 1973, alcanzaron altísimos precios, lo que hizo presente el imperio de la corrupción, que es todas formas viejo mal venezolano, nos viene de la colonia. Acrecentado esto mucho más en la reciente subida en donde el barril llegó a los 100 dólares y su producto nunca fue utilizado, como lo hemos visto, para el desarrollar del país y para dar felicidad a los venezolanos. 800.000.000 millones de dólares han sido dilapidados, regalados, sin que se haya dado cuenta de ellos a los venezolanos, los verdaderos dueños de esa riqueza.

Es por ello que tiene razón Herrera Luque cuando señala que lo que hemos visto siempre en Venezuela es “La legitimación de la ilegitimidad” (t. I, p. 43)

LOS NEGATIVOS QUE HAN PERVIVIDO

Y esto que hemos expresado lo que llevó a Herrera Luque a caracterizar nuestra política como aquella en la que pervivido siempre lo que denominó, en una página de su novela “Los cuatro reyes de la baraja” (Caracas: Grijalbo, 1991, p. 49) el “realismo atroz” presente siempre para él en la política venezolana. La presencia de ese “realismo atroz” es lo que hemos denominado nosotros el “anti-Maquiavelo criollo” con el cual se manda entre nosotros, siempre lejos de la concepciones del florentino, sin la obligatoria prudencia que debe tener quien gobierna, sin comprender que la política es solo el arte de lo posible y que todo mandatario para actuar con sentido común, del que siempre ha carecido la mayoría de ellos, deben hacerlo para servir bien al pueblo, como lo indicó el historiador Tomás Polanco Alcántara (1927-2002), “con claro talento, serenidad de espíritu, voluntad de trabajo, conciencia del interés colectivo, recta intención patriótica, valentía ante los peligros, decisión ante la adversidad” (“Venezuela y sus personajes”, Caracas: Italgráfica, 1997, p. 6). Esto hay que hacerlo, como recalcó el maestro Augusto Mijares (1897-1979) dentro de los parámetros de la tradición civil, de la realidad, buscando el orden y el progreso. Y se requiere siempre, como dice el mismo pensador, “Una altiva seriedad interior, sostenida por grandes esperanzas… (es) la manera peculiar de ver la vida… tan diferente a la ligereza y chabacanería que… parece impregnar cuanto hacen o expresan los que debieran ser conductores políticos, intelectuales o morales de la sociedad” (“Vida romántica y romanticismo literario”, Caracas: Ministerio de Educación, 1971, p. 28). Y terminar siempre lo iniciado, señalada como necesidad nacional según el humanista Blas Bruni Celli (“Biblioteca hipocrática”, Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1984, p.7).

LOS POSITIVOS

Situado el país entre la violencia de los gamonales y sus acciones, la actividad del neo-caudillo, el país, al decir de Herrera Luque, siempre ha poseído personajes positivos, como podría ser entre los que estudia un conquistador, uno de los fundadores de Caracas, Alonso Andrea de Ledesma, cuyas acciones sonaron tanto que llegaron hasta don Miguel Cervantes quien lo utilizó como modelo para la creación de don Quijote. Tiene este rudo conquistador de lanza en ristre aún descendientes aquí.

La otra que examina Herrera Luque fue la primera gobernadora de Margarita (1542), la primera mujer en tener poder político entre nosotros, en el siglo XVI, doña Aldonza de Villalobos Manrique (c1520-1575). Fue ella, según se ha demostrado la segunda mujer en nuestro continente en regir una gobernación.

Estos venezolanos, y muchos otros y otras, quienes han actuando a lo largo de nuestro devenir, algunos en nuestras horas más graves, dejando siempre el testimonio de su acción positiva, forman lo que Augusto Mijares, a quien nos da siempre tanto gusto citar, denominó “la continuidad espiritual de Venezuela”, lo que pusieron las bases para que lo “afirmativo venezolano” actuará una y otra vez.

Pero junto a estos, demasiado abundantes han sido lo que Herrera Luque denomina los “venezolanos efímeros”, los mediocres quienes siempre han entrabado el lógico desarrollo del país.

LO QUE HAY QUE DECIR

Es por ello que insiste Herrera Luque, al hacer el balance entre los positivos y los efímeros la forma en que “Entre nosotros los Quijotes están expuestos al escarnio” (t. I, p. 35). Y por ello indica: “Esa es la razón por la cual el hombre honesto se aleja de la política” (t. I, p. 156)

LA ESENCIA

Para Herrera Luque llegaremos a la realización plena el día en que nos propongamos los venezolanos a “ser más” en vez de “tener más” (“Los amos del valle”, t. II, p. 236 y 343). Los ejemplos allí son, para Herrera Luque, Miranda y Juan Germán Roscio (1763-1821).

COMO SON LOS VENEZOLANOS

Producto de su larga meditación sobre Venezuela nos muestra Herrera Luque como somos los venezolanos. El dice que somos impredecibles, contradictorios (t. II, p. 296), anárquicos pero también generosos, compasivos, valientes.

EPILOGO

Queremos cerrar esta exposición con dos pensamientos de Herrera Luque. El primero es el que ha sido denominado por su viuda “Mensaje”. El segundo fue una frase muchas veces repetida por él.

El “Mensaje” apareció hace poco al hacerse una nueva revisión de los papeles personales de Herrera Luque. Es una hoja manuscrita, testada sobre los originales de “Los amos del valle”, por lo cual podemos presumir que fue redactada en 1979.

En su “Mensaje” escribió Herrera Luque:

1) El pueblo venezolano ha luchado tesoneramente contra la adversidad.

2) El esfuerzo hecho por siglos no ha sido compensado en forma proporcional lo que lo ha hecho zamarro, escéptico sobre el final, salvo que un factor imprevisto dependiente del azar (la suerte) que en nuestra vida abunda, lo saque de abajo (El Dorado al principio, las perlas, el cacao, el contrabando, la mujer botín, el tesoro enterrado, el amigo ministro, la asonada, el negocito, el petróleo, el peculado y el 5 y 6 lo saquen de abajo).

3) Dentro de esta puerta abierta al factor mágico, el venezolano común y corriente es de un realismo atroz. Conoce a ciencia cierta nuestra realidad política. Sabe que la razón es siempre del más fuerte. Se siente incapaz de modificar con su esfuerzo personal la injusticia que nos abruma. Juega siempre a ganador. El éxito injustificado de sus iguales lo hace retaliativo y peligroso. Es el momento en que más se aproxima a la… (ilegible) (¿revuelta?) y en especial si su seguridad se angosta.

4) El régimen de castas prosigue silenciado. El mejor antídoto es el conocimiento: destruir mitos y recrear realidades que sí existieron y devolviendo al mestizo y al negro marginado de su historia la importancia de su papel en la génesis y desarrollo del país. Por realista es receptivo en grado sumo, lo que explica su capacidad educativa y su enorme capacidad de superación. El pueblo venezolano respeta en silencio a sus verdaderos héroes, y si surgiese un caudillo, el mismo que espera, habría una profunda transformación”.

Concluimos con una frase, llena de esperanza, que le gustó pronunciar constantemente, según lo recuerda siempre una persona muy cercana a él, la profesora Yajaira Rauseo. Es esta: “Hay un nexo más grande y más fuerte que el de los hombres indignos y es el nexo de la gente de bien”.

Conferencia pronunciada la tarde del lunes 27 de abril de 2009, dentro de los eventos del “Festival de la Lectura”, organizado, por la Alcaldía de Chacao, en la Plaza Altamira, en la festividad de Sant Jordi, para la divulgación del libro y de la lectura).

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