Los retos de los herederos
La decisión del TSJ que decretó la “continuidad administrativa” metió en un lío legal al chavismo. Si se aplica de forma lineal, el Presidente interino es Nicolás Maduro. Si se respeta la Constitución, el Presidente será Cabello. Ese desencuentro se resolverá como todo en política: el que tenga más fuerza impondrá su criterio. Pareciera que el conflicto lo ganará Maduro, quien será Presidente-candidato con el apoyo de un sector importante del PSUV, incondicional al Presidente fallecido, y de los cubanos.
Maduro tratará de aprovechar la onda expansiva que se ha formado con la deificación de Hugo Chávez para tratar de ganar las elecciones que deberán realizarse en un plazo muy cercano. Pero, de ninguna manera la entronización del caudillo en el lugar reservado a los dioses, le garantizará la victoria al elegido. El Vicepresidente ha resultado muy mal alumno. Imita al maestro, cuando debería buscar su propio estilo. En más de tres meses al frente del Gobierno los problemas nacionales se han agravado: el bolívar fue devaluado; la inflación, la escasez y el desabastecimiento, repuntaron; la inseguridad personal continúa diezmando la población; la crisis eléctrica se profundiza; la caída de la producción petrolera no se detiene. No hay ningún signo que lleve a pensar que es el hombre que las dificultades de la nación requiere. Carece de encanto y brillo. Podría perder los comicios presidenciales aunque haya desplazado a Cabello e intentado usufructuar el capital dejado por su mentor.
Suponiendo que Maduro obtenga la victoria electoral, ¿cuáles retos tendría por delante? Esos desafíos están asociados a los rasgos que el chavismo deberá mantener, modificar y atenuar. ¿Cuáles factores mantendrá? El carácter populista; es intrínseco a su naturaleza. El papel protagónico de los militares es otro componente que permanecerá y, posiblemente, se acentúe. La debilidad estructural del heredero requiere la tutela castrense. Será el suyo un régimen militar-cívico, aunque sea un civil quien lo presida.
¿Cuáles aspectos cambiarán? El sesgo extremadamente ideológico se modificará. Chávez era un ideólogo, movido por ideas fijas acerca del modelo socioeconómico y sociopolítico que quería implantar. Este ideal engendró los numerosos problemas que hoy se observan. El chavismo tendrá que ser más pragmático por la cantidad de dificultades prácticas que debe resolver. No se dispone de mucho tiempo para ocuparse de la construcción del socialismo del siglo XXI y del Estado Comunal. Estas eran las preocupaciones de Chávez, quien quería “refundar la República” y sustituir el capitalismo por el socialismo. Los retos del nuevo gobernante son más terrenales. Está obligado a garantizar la gobernabilidad de su precario mandato.
Maduro tendrá que abandonar el caudillismo y el personalismo. Su falta de magnetismo tendrá que ser sustituirlo con la consulta permanente al entorno partidista. Su estilo de conducción tendrá que ser más colectivo. Tendrá que incorporar las voces de otros actores, entre ellos gobernadores con peso específico como Francisco Arias C. y José G. Vielma M.. No podrá atacar la descentralización y deberá mantener la continuidad del Consejo Federal de Gobierno, organismo que se reúne solo espasmódicamente.
La vocación expansionista del socialismo del siglo XXI también tendrá que sufrir cambios, sobre todo recortes. La necesidad de concentrarse en los asuntos internos, determinará que Maduro no disponga de tiempo ni recursos para andar en aventuras que signifiquen el fortalecimiento del ALBA o la promoción de acuerdos internacionales dirigidos a contrarrestar el peso de Estados Unidos en América Latina.
¿Cuáles rasgos se atenuarán? La presencia de los cubanos y de los hermanos Castro se reducirá. Chávez mantuvo una relación cuasi enfermiza con el dúo que martiriza a la isla caribeña desde hace cincuenta y cuatro años. El costo para Venezuela de esa conexión ha sido demasiado alto. El país lo ha pagado con menos inversión en educación, salud, infraestructura. El flujo tendrá que mermar porque puede costarle demasiado caro al Gobierno.
El esquema intervencionista también deberá moderarse. El pragmatismo al que se verá obligado el mandatario para sobrevivir, disminuirá el peso de burócratas anacrónicos como Jorge Giordani, eterno protegido de Chávez. La resolución de los cuellos de botella de la economía y las finanzas, demanda la presencia de funcionarios con un sentido de realidad más aguzado. No es insensato imaginar que se produzca un acercamiento con los empresarios privados, sin cuya participación será imposible resolver las enormes carencias existentes. Maduro y el postchavismo tendrán que cambiar para subsistir.