Opinión Nacional

Los reinos de este mundo

“Mi reino no es de este mundo” , dijo Jesús. Son muchos los que han tratado de corregirlo. Hace dos meses nuestro Jefe aleccionó a Jesús y a los “clérigos farsantes” que durante 2.000 años se han resistido a admitir que el Reino de Dios es un orden socio-político nuevo, de plenitud definitiva dentro de la historia: la revolución bolivariana-socialista va a instaurar el Reino de Dios en este mundo.

La historia demuestra que la idea de un régimen que encarne el Reino de Dios en esta tierra, parece revolucionaria, pero resulta tan reaccionaria que siempre produce inmensos holocaustos humanos. Hitler, anunció que con él, como Führer de una raza superior, llegaba el Tercer Reino (Tercer Reich), que acabaría con los enemigos de la humanidad, el comunismo y la raza judía, y reinaría por un milenio.

Jesús explicó por qué su Reino no es de este mundo: si fuera de este mundo tendría guardias y armas que lucharían por defenderlo e imponerse. No hay reinos de este mundo sin armas y sin holocaustos. Lo había explicado Jesús cuando sorprendió a sus apóstoles disputando sobre su preeminencia: ”como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones actúan como dictadores, y los que ocupan cargos abusan de su autoridad” (Marcos 10, 41) Otro es el camino de Jesús: “ Por el contrario el que quiera ser el más importante entre ustedes, debe hacerse servidor de todos” . Opresión o servicio es la disyuntiva entre los reinos de este mundo y los buenos gobiernos: aquellos imponen su poder, esclavizan a la gente, y aplastan a quien se oponga, por resistirse nada menos que a la voluntad de Dios.

Hubo muchos reinos de este mundo(con pretensión divina) antes de Cristo y después de Él. Incluso la Iglesia en sus 2000 años ha estado sometida a tentaciones milenaristas de consagrar reinos terrenales y bendecir sus armas y atropellos. El imperio de Felipe II, con Inquisición incluida, y la monarquía absoluta de Luis XIV, pretendían legitimarse católicamente “ por la gracia de Dios”. Imperios y dominaciones hubo en Japón y en China. En estas tierras que hoy llamamos América, los aztecas se impusieron por la guerra sobre otros pueblos y sus altares se convirtieron en sangrientos mataderos humanos; y la sobrecogedora dominación Inca, era de perfecto y minucioso control de la vida de los súbditos con implacables métodos de incaización de los pueblos dominados por las armas. Son muestras de reinos de este mundo. Todos los reinos absolutos presumían tener por jefes a hijos directos del dios sol o alguna forma de adopción y de consagración divina.

Los pueblos tienen necesidad de buenos gobiernos. También Venezuela. Estos se contraponen a los reinos de este mundo, precisamente porque los gobiernos legítimos son servidores, con proyectos y programas que se evalúan. En ellos no hay dioses y todo se escribe con minúscula. Los seguidores de Jesús no pueden consagrar ningún Reino, pero sí contribuyen a formar gobiernos de servidores y no de tiranos; no gobiernos sagrados, sino servicios con logros reales, que son evaluados para mejorar, siempre dentro de las limitaciones históricas. Para el cristiano negar al hermano es negar a Dios y participar en proyectos humanos de liberación es asumir su responsabilidad de hijos de Dios. Pero está claro que en la tierra no hay un orden socio-político perfecto e ilimitado; aquí todo es humano, limitado y perfectible.

Hitler no fue el último dios ateo del reino terrenal. Contemporáneo suyo ( y hasta aliado por unos años) fue Stalin que, con su partido comunista, y la dictadura del proletariado eran “necesarios” para parir el definitivo paraíso en la tierra, con “hombres nuevos”, liberados de toda alienación. ¿Qué son unos cuantos millones de muertos, si con ellos se alcanza el paraíso definitivo en este mundo?.

Jesús dice que “la venida del Reino no es cosa que se pueda verificar, ni decir está aquí o allá” . ( Lucas 17,20-21). “Sepan que el Reino de Dios está en medio de ustedes” , en todos los que se abren al Espíritu de Dios y sirven a los hermanos en lugar de oprimirlos, y actúan en las instituciones, en las escuelas, en los hospitales, en las empresas, donde se asume la responsabilidad de defender y servir a la vida: “Tuve hambre y me dieron de comer…”.
Para el poderoso es grande la tentación de creerse Reino de Dios en la tierra. También Jesús fue tentado por el demonio ofreciéndole la presidencia del “reino de este mundo”: “A continuación lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todas las naciones del mundo con todas sus grandezas y maravillas. Y le dijo: “Te daré todo esto si te arrodillas y me adoras. Jesús le dijo: Aléjate, Satanás, porque dice la Escritura : Adorarás al Señor tu Dios y a El sólo servirás” (Mateo 4,9 ).

Esperamos que también nuestro Jefe sepa rechazar la tentación milenarista. Tal vez lo ayude ver al poderosísimo Felipe II, con su imperio donde no se ponía el sol, que, luego de un gobierno de medio siglo y guerras interminables para imponer su reino (que creía de Dios), arruinó a su pueblo español y le deseaban la muerte: “ Si el Rey no muere, el reino muere” . En sus últimos días, de dura enfermedad y gran sufrimiento, llamó a su hijo de 17 años, le mostró su cuerpo convertido en una piltrafa humana, y le dijo “ para que veáis en lo que paran las monarquías deste mundo…”.

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