Los ponches de Chávez
Como una faceta más de su dictadura mediática, Hugo Chávez ha decidido invadir con sus letras las páginas de opinión de los periódicos venezolanos. No sólo no se conforma con el manejo discrecional de los canales de TV estatales y de los centenares de radioemisoras financiadas con los impuestos de los venezolanos, sino que ahora busca llenar con sus artículos la prensa de papel.
Una de las muletillas que más usa Chávez es la referida a la necesidad del debate. Siempre está hablando de que enfrentará el debate de ideas y le recuerda a sus partidarios que hay que prepararse para la discusión pública. Pero sus artículos (dictados a algún cubano de Miraflores y aderezados con citas que le busca su equipo de lectores) tienen el mismo defecto de sus largas peroratas del show “Aló Presidente” y de las interminables cadenas: son monólogos.
Los escritos que ahora hace Chávez pecan de la misma egolatría con la cual deja al país incomunicado durante horas para contarnos sus ocurrencias, chistes malos y recuerdos de infancia. Parece que se inspira en un país inexistente, en una región imaginaria donde los problemas de sus habitantes desaparecieron o están a punto de hacerlo.
No es la primera vez que Chávez vierte sus opiniones por escrito en la prensa pues ya lo hizo en los días posteriores a su sangriento y fallido golpe militar de 1992. Ahora la columna del reestrenado opinador lleva por nombre “Las líneas de Chávez”, como cabría esperarse de un frustrado pelotero grandeliga. Para que no quede duda del símil beisbolero, los escritos de Chávez se anuncian mediante una costosa campaña publicitaria que lo muestra con un bate.
Un abuso más. Chávez escribe en la prensa diaria valido de su poder y bien compra los espacios o presiona para que los periódicos se los entreguen. Para colmo, promociona sus “colaboraciones” con el dinero de todos los venezolanos en plena campaña electoral del próximo referendo inconstitucional.
En otra ocasión he recordado cómo en los días de la denostada democracia venezolana, mal llamada cuarta república, los políticos que escribían en la prensa dejaban de hacerlo una vez que eran nombrados ministros o ocupaban cualquier otro cargo administrativo. Así demostraban que dejaban de lado la diatriba pública y que trabajarían por todos los ciudadanos.
Y eso es lo que no hemos visto en Hugo Chávez durante estos diez años. No se ha dedicado a su trabajo de Presidente y, por supuesto, se ha cuidado mucho de no gobernar para todos. Lo que ha hecho fundamentalmente es destruir y hablar, hablar y hablar. Y ahora quiere competir con quienes en la prensa le señalan sus errores.
Pero en realidad, para seguir con el argot del béisbol, Chávez es un bate quebrado. No batea ni una línea. Un out por regla que se embasa de vez en cuando por error o por base por bolas, pero que no ha dado ni un hit para mejorar las condiciones de vida de los venezolanos más pobres.
En medio de los ingresos fiscales más grandes de nuestra historia, Chávez no ha conseguido resolver ninguno de los problemas nacionales. Todo lo contrario.
Cada día conocemos de asesinatos, secuestros y atracos en todo el país. Hace pocos días fueron acribillados ocho jóvenes, cuatro de ellos menores de edad, en El Vigía, de la manera más gratuita. Una verdadera masacre que puede ser cometida en medio del clima de total impunidad cobijado por el gobierno chavista.
Cualquier estadística que se cite es escalofriante. Deja sin palabras a quien quiera comentar el número de muertos ingresados en la morgue de Caracas en este mes o el segundo lugar que ocupa Venezuela como país más violento del continente –después de El Salvador-, por encima de Colombia, país que sufre una guerra.
Y como en este tema, en otros muchos también Chávez no ha logrado conectar soluciones. No le pega a la bola nunca.
El déficit habitacional cada vez es mayor y ni asomo de un eficiente plan de viviendas. Nuestras industrias están desaparecidas o en riesgo de quiebra. Pdvsa se dedica a cualquier cosa (hasta exporta maletines con dólares), menos a su expansión. La inflación es la más alta de América. La producción de alimentos en picada, destruida en gran parte por la inseguridad jurídica y sólo disimulada por la economía de puertos. Un canal de televisión fue cerrado y hay decenas de exiliados y presos políticos.
De eso y de la corrupción de los suyos no hablará Chávez en sus líneas porque definitivamente está “ponchao”.