Los neo-escualidos
¡Camaradas se los voy a decir de frente!, esos escuálidos nuevos, que no los nombro, como Bush no me nombra a mí, ¡no me importa, un carajo! son los mismos que denuncio siempre en mis audiciones, en estos reality shows a través de los que intento gobernar cuando puedo y me encuentro por aquí. Lo seguiré haciendo, martes, miércoles, jueves, sábado y domingo, los días que no juego con el morrocoy.
Sí, porque de pequeño, en mi casa no había burro, ni mula, y mucho menos un caballo alazán, lo que había era un morrocoy que yo de niño cabalgaba, imaginándome Bolívar, Napoleón, Sucre, Páez ¡ni de vaina!, aunque decía ¡Vuelvan caras, mis lanceros! Pero esos eran otros tiempos revolucionarios de los que no quiero acordarme.
Hoy la lucha es otra, los escuálidos genuinos, los que me adversaban el año pasado, están acallados, quietecitos, felices en su Rosedal, cogiendo el fresco de las brisas sobre el lago; pero ahora mis lanceros, los míos no los del llanero aquel catire inmundo, poeta y trovador, los enemigos son otros y del mismo palo, son los Neo – Escuálidos, son originarios del propio proceso consanguíneo mío y que ahora, malnacidos, quieren negar su ADN y declararse hijos de otro padre, negarme y negar que todo lo que son es porque yo he querido que sean, y hoy en la Plaza Páez, les digo una y otra vez traidores, siempre traidores, más que traidores ¡la historia los juzgará! y no los absolverá como a mí y a ya saben quien.
Por esta cruz de amor, ahora de olvido, juro que los volveré leña, polvo del camino revolucionario, mojones de mariposa, de ellos no quedará nada, borraré las memorias y cuentas, derribaré vallas y quemaremos los afiches con su hedionda, gorda y maldita figura.
El fin de semana que viene seguiré hablando largo de las razones revolucionarias de porque no hemos hecho lo que no hacemos, y con más calma le daremos con todo, con los ladrillos populares, con el cemento propio, con las cabillas nuestras ¿Verdad Dios Rogado? a estos saboteadores del proceso que andan arruinando todo, esperando insumos uruguayos, paraguayos, argentinos, y no han entendido todavía que mi patria bolivariana es endógena, mía y sólo mía, y que no la voy a compartir con nadie.
Román, ¡Pásame el jarabe de zábila para esta tos porteña!
Los estornudo con frenesí.
YO