Los militares y la dictadura
Ameritó mucho esfuerzo derrocar la que pensamos sería la última dictadura en Venezuela. Pérez Jiménez se sostuvo por la represión de la Seguridad Nacional, con el visto bueno de las Fuerzas Armadas y la complicidad de civiles que avalaron el fraude electoral de 1952 y que integraron un Congreso espurio. A 55 años de esa gesta cívico-militar, cabe recordar que la misma exigió que los ciudadanos enfrentaran sin miedo las persecuciones del régimen.
El derrocamiento de Gallegos en 1948 contó con un apoyo casi total de los militares. Después del asesinato de Delgado Chalbaud, las Fuerzas Armadas decidieron apoyar a Pérez Jiménez por un período presidencial, pero gradualmente surgió el descontento militar. El régimen asesinó en Caracas al capitán Wilfrido Omaña, el capitán Juan Bautista Rojas cayó abatido en alzamiento en Maturín y en Colombia fue asesinado el teniente León Droz Blanco, con quien compartí en Trinidad. Gradualmente, varios oficiales expresaron su descontento ante la dictadura, siendo detenidos o .exiliados. Entre ellos conocí en Madrid a los tenientes coroneles Gámez Arellano, Martín Carrillo Méndez, José Joaquín Jiménez Velásquez y Nucete Paoli; al mayor Peña Peña y al teniente José Enrique Dubuc, quienes compartían con mi padre el entonces mayor Edito Ramírez Rosales.
Vencido el período presidencial y ante los atropellos de la dictadura, las Fuerzas Armadas le retiraron el apoyo al hombre de Michelena. El teniente coronel Martín Parada y otros encabezaron la sublevación del 1 de enero de 1958. El general Rómulo Fernández logró que expulsaran a Vallenilla, Ministro del Interior, y a Pedro Estrada, director de la Seguridad Nacional, aunque ese gesto le costó el exilio. Posteriormente, oficiales de la marina y de la Escuela Militar desconocieron al gobierno lo cual obligó a huir al dictador.
Desde luego la resistencia civil, integrada por militantes de Acción Democrática y del Partido Comunista, y en menor grado por copeyanos, jugó un papel importante. Muchos hombres y mujeres fueron asesinados, encarcelados, torturados y exiliados. La Junta Patriótica, con ese roble que sigue luchando por la libertad como es Enrique Aristiguieta, fue factor de peso en los últimos meses de la dictadura. La Iglesia, el manifiesto de los intelectuales, los estudiantes y los gremios profesionales contribuyeron a la huelga general que fue la puntilla para el régimen.
Lamentablemente, en Venezuela se volvió a implantar una dictadura, esta vez adaptada al siglo XXI. Numerosos oficiales dieron cívicamente un paso al frente para impedirla y por ello fueron a la cárcel o al exilio. En tiempos de Pérez Jiménez los civiles se solidarizaron con los militares rebeldes. Hoy, parte de mundo político ha marginado injustamente a los oficiales que rechazaron las violaciones a la Constitución. Vaya nuestro reconocimiento a civiles y militares que defendieron en el pasado y defienden en el presente los principios y valores de la democracia.
Como en botica: Sumisa la sentencia del TSJ y la decisión de Unión Radio de callar a Damián Prat. Apoyamos a la MUD y sugerimos su ampliación ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!