Opinión Nacional

Los militares del péndulo de Poleo

Cada vez que alguien escribe algo sobre los militares se arma la sampablera para competir quien les escupe más y les injuria más soezmente.

El amigo Poleo en algunas ocasiones se ha referido, hasta con amenidad y maestría, sobre las sorpresas que puede aún reservarnos el medio ambiente militar, por llamarlo de alguna manera.

Cada vez que se juzguen los argumentos sobre las interrogantes e intenciones de los cuarteles, recordemos que nada ayuda a comprender que pasa en ese coroto si nos limitamos a lanzar a los uniformados toda clase de improperios por sus cobardías de ayer y de hoy.

Lo que se mueve en los cuarteles no depende, oh sorpresa, de cobardías genéticas y para nada de la capacidad de odio de opinadores anónimos de Internet, contra las desvergüenzas castrenses, y si mucho de este pesado olor a chamuscado de un gobierno que tiene el sol en la espalda, y que se percibe también en el ambiente castrense, así las encuestadoras le den 90 % de popularidad al gran azote de Sabaneta.

Si se hubieran hecho encuestas en diciembre de 1957, Pérez Jiménez seguro superaba en popularidad al dictadorzuelo de hoy. Siempre es bueno recordarle a la gente de juicio fácil que la historia está saturada de ídolos, políticos y militares, que luego de sus glorificaciones son vistos colgados del pescuezo con la lengua de corbata o en fuga y exiliados.

Como estará de mal el gobierno que hasta Armando Duran, el gran pesimista, aletea de nuevo a favor de algunas menguadas perspectivas, descubriendo que por lo menos en el chavismo la procesión va por dentro y ya se nos depara esperanzas sobre su agotamiento por implosión.

Pero mi tema de hoy es defender la aparentemente indefendible posición de Poleo de hurgar en el tema militar donde algo fuerte pudre, destila y se ventila.

Nunca olvidemos que las Fuerzas Armadas Nacionales NO fueron destruidas por la V república, como si lo fueron las FFAA cubanas de Batista hechas polvo a manos del ejército rebelde de Castro, cuyo núcleo central se armó desde las guerrillas de Sierra Maestra.

Aquí, antes de que Chávez llegara, se contabilizaban unos 15.000 oficiales activos. Si la mitad de ellos se vendieron al sistema de corruptelas del Boves de Sabaneta, quedan entonces otros siete mil y tantos que se les puede acusar de todo menos de idiotas por no haber secundado las distintas aventuras e improvisaciones con las que se les pretendió empujar a la insurgencia, para la que no fueron formados.

Tampoco fueron formados para ser chorros, cabrones etc, me dirán los talibanes. Pero hete allí que luego de 40 años de considerar un castigo ir a servir a la frontera, para limpiarla de guerrillas colombianas, y luego de décadas de apoltronamiento de un numerosísimo ejército en vagancia y dedicados sólo a su profesionalización fuera del ámbito militar, ¿ que podía esperarse frente a este remolino de órdenes superiores que empezaron por hacerles conmemorar, desde el segundo día de gobierno, el golpismo chavista del 4 F y terminó haciendo llamar Fidel Castro a la última promoción del Curso de Estado Mayor?

Quién conozca algo de historia y de teoría política del estado no debería sorprenderle que estalle una severa crisis militar en la etapa que ya empezamos a transitar. Estamos en manos de un presidente que ya fue desconocido una vez por dar órdenes de matar ciudadanos el 11 de Abril de 2002.

Si a este mismo sujeto se le ocurre disponer del activo militar para alguna aventura simétrica o asimétrica, pueden escribir que se arma un pandemonium en los cuarteles. De manera que nadie ande desde ahora con un testosterómetro ni con un calibrador especial midiendo gónadas de uniformados para predecir conductas serviles o insurrectas.

Sencillamente quienes lo quitaron una vez presionados por una insurrección civil, pueden volver a hacerlo por otras muchas razones, la casi totalidad de ellas ligadas al elemental echo de que no querrán ver su suerte mezclada con la del déspota en apuros.

Las revoluciones se hacen, a diferencia de lo que la gente presume no por salto cualitativo del desorden de un país sometido a presiones que desencadenan fuerzas centrífugas, sino por un impresionante espíritu de conservación, válido en la naturaleza y en las sociedades humanas, que al fin y al cabo agregan solo conciencia desordenada al desideratum en las conductas colectivas propias de todos los seres vivos.

La revolución, no esta payasada de malandros, o la contrarrevolución son aparentemente centrifugas pero en realidad son centrípetas. Se busca, en un esfuerzo dramático, volver al órden para jerarquizar de nuevo, para colocar sobre sus pies los elementos de cohesión social que regeneren el tejido institucional, para encontrar los equilibrios vitales.

Así como terminaron descubriendo que los grandes incendios forestales espontáneos de los pinares nórdicos eran una necesidad natural para rejuvenecer los bosques, desde los millones de las duras semillas que solo podían germinar luego de ser sometidas a elevadas temperaturas, las sociedades luego de acercarse peligrosamente al abismo reaccionan para encontrar el esfuerzo vital que les permita reencontrase con lo mejores reservas.

Algún talibán me dirá: te escupo si me dices que nuestras Fuerzas Armadas tienen reservas dignas de conservarse. Pues tendrás que escupirme porque la respuesta es si. Si, por cuanto una parte de esos miles de oficiales conservan el sentido de pilar del Estado que Chávez no ha podido liquidar como si pudo Fidel en 1959.

Abusando de comparaciones el Perú que hoy rechaza a Humala electoralmente y que si fuera electo está tumbado en tres meses, es el mismo estado que aguantó la dictadura militar izquierdista del General Velasco Alvarado, (1968-1975) cuyas realizaciones socializantes fueron cien veces mas lejos que Chávez… y un golpe de otro General, Morales Bermúdez 8 años mas tarde, acosado, devolvió el Perú a la democracia en 1979.

Luego la guerrilla maoísta Sendero Luminoso, con 30.000 efectivos casi hace desaparecer esa nación y el genocidio planificado desde ese mismo ejército, otrora izquierdista, devolvió al Perú, con el déspota civil Fujimori a la paz y al progreso económico. Toledo enemigo acérrimo de Fujimori acabó con las pretensiones continuistas fraudulentas del «chino», pero paradójicamente fue el beneficiario de la estabilidad monetaria heredada. Con Toledo la economía mantuvo 5 años de crecimiento. Suficientes para que los peruanos no quieran un Chávez.

Lamento que para decir que es interesante leer a Poleo sobre el tema militar me remita a tan variados temas, para mi conexos, pero es que es irritante que entre quienes compartimos tantas esperanzas comunes a veces nos encontremos con la ignorancia supina que no sabe distinguir entre los deseos de ver achicharrarse este régimen, como por supuesto también lo desea Poleo, y un oportuno análisis de tendencias reales que se mueven en el cotarro militar, que sorprenderá a más de uno.

Solo deseo que quienes ignoran las conclusiones de Poleo sepan guardar compostura cuando otro hegemón militar pretenda alzarse con el coroto para otro experimento como el de esta vergüenza secular para las Fuerzas Armadas que ha mantenido este mazacote populista y malandro hecho gobierno.

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