Los mejores hombres del chavismo
Lo dijo el líder intergaláctico: «en este proceso hemos escogido a los mejores». Lo dijo uno de los próceres, Rafael Ramírez: «pusimos al frente de Pdval a los mejores hombres». Y, en efecto, si partimos del perfil del revolucionario eso es rigurosamente cierto. Lo que ocurre es que en casi doce años se van acabando los mejores hombres, se van agotando. Muchos están presos, muchos en el exilio, otros ricos, otros pasaron a la oposición y otros en el tercer camino.
Como en Cuba. Los mejores son unos 20 que gobiernan de comienzo a fin. En la isla están boqueando, pero Fidel, su hermano y el resto de la cúpula es la misma desde 1958. Aquí, la historia en trance de repetición, Hugo Chávez, su familia y los golpistas manejan el país y no tienen la más mínima intención de dejar de hacerlo. Son los mismos mejores hombres. La cúpula. Los demás son desechables. Se puede convenir en que hay dos clases de mejores hombres. Los que pueden ir presos y los que no. En el primer grupo están los gerentes de Pdval y Mercal. Ese grupo es de los mejores para ir a la Disip un tiempito. No más. Como los mejores hombres de Venoco y la patica de Miami. Esos, salvo el gordo traidor, se portaron como machos, como los mejores. Si ni siquiera les quitaron sus empresas ni sus reales. No hubo ¡Exprópiese!
En 12 años queda todo un legado de obras de mejores hombres. Jorge Giordani, para comenzar por lo actual, es uno de esos mejores hombres de la revolución que entrarán al salón de la fama en su primer año. Merentes, Nóbrega, Carreño, Bernal, Barreto, Iris, Cilia, Desirée, Izarra, Diosdado, varias franquicias de padres e hijos. Lina, los grupos del 23 de Enero, los gobernadores de Vargas, Rafael Ramírez, Jacqueline Faría, Willian Lara, Jesse Chacón. Los mejores. Hay más, pero no hay tanto espacio.
Para ser considerado un mejor hombre en la revolución hay que hacer méritos. No se llega a mejor así por así. Un grupo que deja podrir millones de kilos de comida que el querido pueblo necesita en medio de una revolución que ataca al sector privado y, especialmente, a la industria de alimentos, son realmente de los mejores. Son la cúspide de la cadena alimenticia. Son los elegidos. No obstante, del que nacerá el hombre nuevo, también ha sido poderoso en crear mejores hombres, en el sentido más chavista de la palabra. Una mujer, como quien no quiere la cosa, limpió el Guaire y hasta se piensa bañar en él. Un alto mando eléctrico obligó a la oposición a llorar en el Guri, un alcalde ha logrado abrir la mayor cantidad posible de huecos en Caracas y además la deja maquillada de basura. Son los mejores. Y, lo bueno, es que hay más.
No muchos, pero hay más.
