Los estudiantes
Fue épica en la batalla de La Victoria, cuando José Félix Ribas, con un puñado de jóvenes reclutados en el Seminario y la Universidad de Caracas, venció a las fuerzas del bárbaro Boves el 14 de febrero de 1814. Fue burlesca cuando la “Delpinada” un “acto cultural” organizado por unos jóvenes, la noche del 3 de abril de 1885, a imitación de los homenajes que los adulantes hacían a Guzmán Blanco, “homenajearon” a un modesto poeta con fama de loco, que había escrito textos disparatados como aquel que decía “Pájaro que vas volando / montado en tu rama verde / pasó el cazador, matote / más te valiera estar duerme”. Fue una demostración clara de repudio a la política personalista y autocrática de Guzmán.
También fueron los estudiantes los que protagonizaron la reacción contra Guzmán Blanco, no solo al abuchearlo, sino al tumbar sus estatuas. Igualmente Joaquín Crespo debió soportar en una oportunidad una feroz silbatina de los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela. Otro incidente estudiantil fue el de la parodia de Congreso, a comienzos de 1892, en pleno pleito del “continuismo,” cuando el parlamento debió mudarse a San Francisco porque el edificio guzmancista del Congreso, hecho a toda carrera, amenazaba con caer encima de las augustas cabezas de los senadores y diputados. Los estudiantes, antes de que se instalaran los congresantes, imitaron sus usos y costumbres y casi causaron una estampida de políticos. Asimismo Cipriano Castro fue víctima de los estudiantes universitarios cuando organizaron una burla a las proezas militares del Cabito, llamada la “Sacrada” en honor a un pintoresco libanés, vendedor ambulante llegado a Venezuela en 1888, llamado Alfonso Sacre, y que un tanto trastornado y mitómano, solía contar sus proezas militares, ubicándose como héroe en muchas de las batallas de las que había oído hablar en sus viajes por Carabobo o Yaracuy o Lara. Hacia fines de octubre de 1900 se constituyó la “Sociedad de Glorias del General Sacre,” formada íntegramente por estudiantes universitarios. Tanto Castro como Gómez veían con absoluta desconfianza aquel mundo de jóvenes intelectuales que consideraban revoltosos. Castro había pasado por un seminario, en Pamplona y Gómez no tuvo educación media ni superior de ninguna especie, y en cambio ambos transcurrieron buena parte de sus vidas en acciones de montoneras armadas, que eran lo contrario a la vida universitaria.
Es un hecho que la actitud abierta o veladamente antiuniversitaria de los dos caudillos es una de las causas fundamentales de que la Universidad Central de Venezuela se transformara, a partir de 1928, en uno de los ejes esenciales de la vida política, intelectual y social del país durante medio siglo. Y, desde luego, hasta el 2014, la acción estudiantil más notables fue la de hoy llamada Generación del 28, contra el dictador Juan Vicente Gómez, que literalmente alzaron sus voces durante el carnaval del 28, lo que generó la prisión breve pero terrible, de más de 200 universitarios. Luego vendría el alzamiento de los jóvenes oficiales del ejército, que generó una nueva prisión colectiva, la toma de Curazao y el intento fallido de invasión del “Falke,” en donde se mezclaron caudillos que representaban el pasado y estudiantes del 28 que ya eran el porvenir. De aquello salió un núcleo de líderes, como Jóvito Villalba, Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Isaac J. Pardo, Miguel Otero Silva, etcétera, que en cierta forma dominarán el panorama político venezolano hasta cerca del final del siglo XX. En 1958 serán también los estudiantes protagonistas de la acción contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Y en la década de 1960 muchos estudiantes participarán en la lucha armada contra la democracia, que fue un craso error.
Pero ninguna de esas “gestas” tiene la importancia de lo que estamos viviendo en el año 2014. Los estudiantes de hoy son el verdadero porvenir del país en más de un sentido. Se han enfrentado con valentía y honor a la barbarie que desgobierna al país. Y con toda seguridad triunfarán y rescatarán a Venezuela, que es algo que en realidad no logró ninguno de los grupos estudiantiles que actuaron antes. Los de La Victoria frenaron a Boves, pero fueron los mayores, Bolívar y compañía, los que derrotaron a los españoles, a los realistas. Y las otras acciones no llegaron en realidad a nada. Ni siquiera la de los del 28, puesto que Gómez gobernó hasta el día de su muerte, que fue en diciembre de 1935. Los que estuvieron más cerca fueron los del 58, cuya acción motivó finalmente a la sociedad a presionar a los militares, que tumbaron a Pérez Jiménez. Pronto veremos que los del 14 harán lo mismo que los del 58, pero llegarán un paso más arriba, porque su valentía, su honestidad, obligará a la sociedad a asumir lo que no ha sabido asumir desde el 58: la lucha frontal y victoriosa contra la corrupción. Que es la causa efectiva de todos los males que padece Venezuela.