Los dislates de la V República
Si algo ha dejado claro el triunfo del presidente Hugo Chávez Frías aparte del evidente fracaso de nuestras organizaciones partidistas, es la ineficiencia, deterioro y autismo de nuestra clase política, tanto la que nos domino desde 1958 llamada puntofijista donde encontramos a Caldera, Betancourt, Rangel, Miquelena, Villalba, etc, como la generación en ascenso que ocupó los puestos dirección en estos último años y que realmente defraudo las expectativas.
Las fallas reiteradas de nuestra clase política, su escasa visión y la carencia de ideales y compromisos con el sistema democrático, aunado a la no apertura y democratización en cuanto a la circulación de las élites nos explican en parte, el que un país como Venezuela (símbolo de avance, modernización, estabilidad, etc) sea presidido por un outsider con las características y extravagancias de Hugo Chávez Frías, que por cierto con esas poses de aprendiz de dictador y atuendos característicos del estamento militar, no trasladó el pasado miércoles 5 de julio a la Venezuela de los años cincuenta conducida por el otrora Marcos Pérez Jiménez.
No pretendemos en estas líneas establecer una defensa de los partidos tradicionales, y la clase política. Sin embargo su revalorización como institución y tipo de organización esta más que justificada en las circunstancias actuales. Es necesario hacer un alto y detenernos a evaluar y analizar los errores hasta ahora cometidos, y repetidos y reeditados con más fuerza y trastornos por parte de las nuevas agrupaciones y clase política que encarnan la V república.
Sin embargo diremos que el verdadero problema a diferencia de otros países de la región (Argentina – Ecuador – México – Uruguay – Etc) lo constituye el no contar con una oposición política estructurada y disciplinada, que sirva no sólo de contrapeso por una lado, sino que en un determinado momento pueda presentarse como una real opción de gobierno.
Los errores y dislates cometidos antes y ahora, son de uno y otro lado y bando, lo que tanto se le crítica a la IV República (Puntofijismo) ha sido reproducido en mayor proporción pero en menor tiempo. Por otra parte encontramos que faltando pocos días para el suspendido proceso electoral, pareciera no vislumbrase opciones de cambio frente al oficialismo de turno y las pretensiones tanto del presidente como de sus agrupaciones y seguidores.
Lo que más y mejor define a la V República es la ineficiencia de la gestión de gobierno del ciudadano presidente, con costos sociales muy altos y consecuencias en materia económica incalculables (dado que estamos recibiendo ingresos como nunca antes que no se saben manejar e invertir) acompañada dicha gestión, por una creciente suerte de personalización de la política y del poder por parte del presidente en detrimento de nuestras instituciones.
El uso simbólico y mesiánico de la política se escenifica e incrementa, basta ver el desfile del 5 de julio, hubo como nunca antes carrozas, vírgenes, mises, en fin, fue todo un espectáculo, algunos nos preguntamos si fue una conmemoración de una fecha patria o una comparsa bolivariana. Otros nos interrogamos cuando terminará la comparsa de la República Bolivariana de Venezuela. La oportunidad de cambio más próxima que tenemos los venezolanos, será sin lugar a dudas el proceso electoral venidero del domingo 30 de julio.
Finalmente, creemos que la situación del país empeora cada día, nuestro nivel de vida se depauperiza, aumenta la inflación, el desempleo por un lado, asimismo observamos por otro lado y consecuentemente que la legitimidad del presidente y de su gestión comienzan a sufrir un franco deterioro, que unido a la escasa eficiencia del gobierno en la producción de sus políticas públicas (salud – seguridad – educación – vivienda – empleo – etc) y en el manejo de la economía, conforman síntomas muy claros de la crisis de gobernabilidad o ingobernabilidad, a lo cual se le debe sumar el malestar existente dentro de las Fuerzas Armadas. Veremos …
