Los demonios de la oposición
A la gran mayoría de los venezolanos no le gusta la manera chavista de gobernar, ni su perpetuación; tampoco le convencen los partidos y su modo de hacer política. Por eso, es hora de que los líderes de oposición hagan un balance de sus fortalezas y de su anemia y poca capacidad de entusiasmar. La oposición tiene muchos elementos para construir una alternativa democrática, pero bloqueados por demonios disfrazados. Uno de ellos es el fácil deporte de tirar piedras a los partidos desde la cómoda inactividad, pero otros están en los propios partidos.
La oposición tiene muy pocas alcaldías y gobernaciones, y su gestión está sometida a absurdos hostigamientos gubernamentales. Sin embargo vemos alcaldes y gobernadores actuando de modo que en la población no fanática (chavista o no) aprecie con esperanza otro lenguaje, otra manera de gestionar y otro modo de identificarse con la gente y sus problemas.
También el movimiento estudiantil es un asombroso activo a favor de una alternativa democrática con libertades y justicia social. Sobresalen su audacia y la seriedad con que asumen lo público, su capacidad de transmitir esperanza, comunicar valores políticos y su rapidez en la organización con capacidad de trascender los “egos” (por eso hay relevos excelentes) y trabajar juntos estudiantes de diversas universidad y corrientes. Son conscientes de las propias carencias de formación y de experiencia y están convencidos de que sin buenos partidos políticos no puede haber buena democracia. La mayoría, libre de la obsesión por cargos, puede defenderse de los halagos que le llueven de uno y otro lado.
No es verdad que la oposición no tiene alternativas. Hay excelentes capacidades profesionales con propuestas en educación, salud, seguridad, infraestructura, industria petrolera, elevación de producción agrícola e industrial, separación de poderes, descentralización, política internacional, rescate de misiones… Propuestas viables para cuando se tenga la oportunidad de ponerlas en práctica.
Uno de los signos más esperanzadores es el renacer de planes y programas de acción-formación, como ocurrió en los comienzos de los sesenta, cuando la democracia social crecía como una gran esperanza y tarea. No basta que al gobierno le vaya mal, es necesario que la oposición política lo haga bien.
La oposición no es pura carencia, ni sólo antichavismo, pero falta amarrar los demonios y crear plataformas de gestión para demostrarlo. ¿Qué conspira contra la necesidad de llegar a 2012 unidos en torno a un candidato con propuesta democrática y organización electoral, capaz de enfrentar la reelección de Chávez con su modelo estatista y dictatorial?
-Los “egos” de quienes creen que la unión es en torno a ellos, a su circunstancia nepótica y a su grupo, o no es. Si anteponen su yoísmo y vanidad personal al gran problema de defender el futuro democrático, con ellos no habrá unidad, ni por encuestas, ni por primarias, ni por negociación. Ciertamente la política terrena se mueve con intereses, pero no convence sin valores, sin discernimiento de las graves amenazas, y sin virtudes públicas con capacidad de sacrificios personales por el país.
-El inmediatismo de aquellos que en la tarde electoral desaparecen sin dar la cara y reaparecen cuando faltan dos meses para la siguiente elección, siempre dispuestos a sacrificarse para salvar al país. La alternativa es trabajar juntos desde hoy para llegar a acuerdos con miras a las elecciones de concejales, de diputados y presidenciales.
-La alternativa crece donde hay presencia activa en los problemas cotidianos de la población, especialmente de los trabajadores y de las comunidades pobres y sus organizaciones, en todo lo que afecta a su trabajo e ingresos, a su educación y salud, a su vivienda, hábitat y sobre todo su seguridad. Cotidiana ha de ser también la clara denuncia de los graves pasos anticonstitucionales que van matando la democracia.
El acto unitario del viernes 21 de marzo en Maracaibo contra la persecución política a Rosales y contra el centralismo anticonstitucional, marca con claridad el camino para derrotar los demonios de la oposición y la dictadura.
