Opinión Nacional

Los cuatro aventureros

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Con alguna frecuencia toda mi familia se reúne para ir al cine. Mi hijo mayor compra las entradas, coordina el evento y nuestro nieto mayor entra de primero y guarda los puestos en una sola fila, doce puestos, para los hijos, nietos e hijos e hijas políticas. Es una excelente manera de hacer lo que en Inglés denominan “bonding”, el estrechamiento de lazos familiares. Uno puede apreciar en la realidad lo maravillosa que es la vida y como un sentimiento inicial de amor, afecto y comprensión entre dos personas, en cuyo encuentro el azar ha jugado un papel importante, genera insospechadas nuevas vidas y relaciones complejas que se abren como un gran abanico que nos trasciende .

Lo cierto es que fuímos a ver “UP”, la ultima película de Walt Disney, en dibujos animados y en tres dimensiones. La historia tiene el atractivo adicional de desarrollarse en torno a un viaje de los protagonistas al Salto Angel, llamado en la película el Salto de la Fantasía. El protagonista es un anciano que ha perdido a su esposa, luego de conocerse de niños, casarse y compartir sueños de aventuras , en especial un viaje al Salto Angel. Después de toda una vida juntos, soñando con correr la aventura de viajar a Venezuela y admirando la figura de un explorador quien ya lo había hecho pero había caído en desgracia por alegar la existencia no comprobada de un pájaro exótico, la esposa del protagonista muere y este, ya anciano, decide ir a correr la aventura que su esposa y él siempre habían anhelado. Lo hace atando globos a su casa, la cuál se convierte en una casa volante, a lo Julio Verne. En la aventura lo acompaña un niño de unos ocho años quien está decidido a ayudarlo para optar a una condecoración como defensor de ancianos.

Al llegar a la zona del Salto Angel el anciano, el niño y sus nuevos amigos,, incluyendo un perro divertidísimo y el pájaro exótico ansiosamente buscado por el explorador (llamado Kevin), a quien le encantan los chocolates, deben correr algunas aventuras para llegar al tope del Salto Angel. El gran obstáculo a su propósito es el admirado explorador, quien aparece rodeado de unos perros entrenados por él para buscar el pájaro exótico y se convierte en el (impático) malvado de la partida al tratar de capturarlo a cualquier precio.

En las viscicitudes que acompañan a su aventura el anciano llega a comprender que la verdadera aventura de su vida fue vivir y disfrutar la vida al lado de su fallecida esposa. Ello me recordó mucho el poema de C. P. Kavafis llamado “Itaca”, en el cuál el poeta habla del regreso a Itaca no como el real objetivo, sino definiendo el viaje como el verdadero objetivo.

Al comprenderlo, el anciano corre una nueva aventura, no ya enfocada al Salto Angel sino dirigida a rescatar a Kevin de manos del explorador antaño admirado, hoy convertido en enemigo (quien, por cierto, guarda un extraordinario parecido con Kirk Douglas).

Demás está decir que el final es feliz y que tanto el anciano como el niño como el pájaro exótico y el perro bueno encuentran lo que desean.

Salí de la sala sintiéndome bien, rodeado de los míos, comiéndome un excelente helado.

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