Los contenedores piches siguen allí
Así como en el microcuento de Augusto Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio seguía allí”, por más maromas e inventos que hagan los expertos en distraer la opinión pública, el escándalo de los millones y millones de kilos de comida podrida sigue presente en la indignación de los venezolanos.
El triste espectáculo (uno más) que ha dado Chávez insultando al cardenal Urosa, quien recordó el rumbo comunista del régimen, habla de la desesperación por ocultar uno de los grandes negocios de su desgobierno. Los poderes sumisos del Estado han hecho lo suyo para contribuir a la fallida operación de hacernos olvidar las más de 150 mil toneladas de alimentos putrefactos (“No conformes”, dicen desde la Pdvsa roja-rojita del inamovible Rafael Ramírez).
Hasta el Tribunal Supremo de Justicia ha hecho publicar un remitido en la prensa nacional (El Universal, 11-07-2010) que es todo un contrasentido. Se permite el TSJ chavero analizar las declaraciones de Urosa Savino desde la interpretación del Derecho canónico y los documentos del Concilio Vaticano II. Es decir, Luisa Estella Morales y demás firmantes se muestran como preocupados católicos extrañados de la conducta de uno de sus pastores. Si querían reclamar la aplicación del principio de la separación entre la Iglesia y el Estado, con ese escrito han dado un paso en falso y han terminado abogando por la injerencia del caudillo en los asuntos de la Iglesia católica.
A menos que el remitido sea una consecuencia práctica de la nueva teoría, expresada por Morales, que elimina la independencia de los poderes públicos, el TSJ no ha debido pronunciarse en la materia porque, entre otras cosas, el asunto puede terminar en juicio. Y entonces, ya el TSJ habría adelantado opinión favorable al ocupante de Miraflores, como lo ha decidido en cada causa abierta contra éste.
También el TSJ se permite reclamarle a la Conferencia Episcopal Venezolana que no haya demandado la inconstitucionalidad de las leyes que ha hecho aprobar Chávez a su Asamblea Nacional y le recuerda que sí ha utilizado al sistema judicial para reivindicar sus intereses privados. ¿Habrá que recordarle al TSJ que en una democracia, todos podemos criticar las leyes y tenemos derecho a acudir a los tribunales cuando lo consideremos conveniente? Hasta en un Estado secuestrado, hay que agotar las instancias legales.
Puede importar supuestos terroristas y embalarlos a Cuba, puede aumentar sus enormidades en las fastidiosas cadenas radiotelevisadas, puede seguir amenazando con cerrar Globovisión y confiscar Empresas Polar, que la gente se seguirá preguntando: ¿Por qué en un país donde hay pobres mal alimentados, desempleados que si desayunan no almuerzan, indígenas abandonados y creciente mendicidad, se bota la comida?
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