Los candidatos que no quiero
Quizá el método del descarte sea el más sencillo para que cada elector elabore su propia lista de candidatos para las próximas elecciones a diputados. Ese perfil plural de desatinados funcionaría como un mapa para movernos, ágilmente, en el campo minado de los habituales oportunistas. De lobos desdentados disfrazados de ovejas.
Para empezar, yo descartaría a quienes en el pasado reciente guiaron al país hacia la abstención electoral. Esa jugada de regalarle el 95% de la Asamblea Nacional al chavismo abrió el camino para la creación de leyes que ahora todos padecemos. ¿Quiénes fueron? Un paseíto por la hemeroteca nacional o por las versiones en línea de los principales diarios del país nos los entregarán listos para imprimirlos y retirarlos de nuestras preferencias.
Eliminados esos agentes de la torpeza, podemos desechar a quienes antepusieron sus ambiciones personales e irrespetaron acuerdos en las pasadas elecciones a gobernadores y alcaldes. Por ellos perdimos más de media docena de ciudades y pueblos. Junto a éstos, suprimiría a quienes hasta hace poco veneraban al Presidente venezolano. Más allá de sus griteríos contra el líder máximo y de sus relatos del pasado idílico cuando soñaban con un país justo y solidario bajo la cándida bota de Hugo Chávez, debemos considerar que su mal juicio es síntoma de una ceguera profunda. A la vez, es innegable que esos señores no tienen olfato para desnudar a un simulador, sea corrupto, cínico o déspota. Esa intuición, a mi juicio, es fundamental en un buen político, sobre todo si aspiramos que sean los abonadores de Sexta República con la cual soñamos.
Otra categoría que en lo personal descarto es la de los opinadores de oficio, de esos politólogos, artistas, periodistas, sociólogos encuestadores, internacionalistas y locutores que no tienen otro eje discursivo que los gazapos del actual Poder Ejecutivo. Esa pobreza de temas conectada con su ligeraza al abordarlos han promovido miedos y angustias entre los venezolanos que se creyeron el cuento de que les sería removida la patria potestad de sus hijos o que éstos serían adoctrinados por comunistas cubanos, por sólo mencionar un par de sus alarmas.
Finalmente, no pienso votar por ningún político que en ejercicio de una función pública lo hizo mal, sea en la cuarta o en la quinta. No pienso ceder al chantaje de votar por mediocres para evitar que el chavismo se propague. Esa mala jugada ha transformado ciertas gobernaciones y alcaldías opositoras en nidos de ratas oportunistas, que practican la usura con la desesperanza y la agonía de los venezolanos opositores.
Y entonces, ¿por quién votaría yo? Lo haré por profesionales con experiencia en sus áreas de formación, con sentido de la oportunidad política, con visión amplia de país, con el temple para defender sus posturas a pesar de las presiones mediáticas y con una propuesta legislativa que nos permita encaminarnos hacia la restauración institucional del país. Este perfil abunda y en una próxima entrega iremos reseñando algunos, pero si tú, amigo lector, tienes algunos que coincidan con este perfil te invito a consignarlos al pie del artículo.