Opinión Nacional

Los candidatos a la Asamblea Nacional

La capacidad de asombro que hemos logrado adquirir en estos años de revolución y proceso se nos quedo corta, sobre todo cuando hemos ojeado las ternas que serán sometidas a consideración del alto chavismo y posteriormente de los merideños para conformar la nueva asamblea nacional de la republica bolivariana de Venezuela. Debo en primer lugar señalar que todo ciudadano venezolano, mayor de edad, hábil y domiciliado en este andino tiene el legítimo derecho de “aspirar” a todo cargo de elección popular. De tal manera que de entrada en lo más mínimo estamos en contra de los llamados “lideres naturales”.

Sin embargo, debemos señalar que los “aspirantes” a ser diputados del parlamento nacional tienen de “líder” realmente muy poco. Las cualidades del líder sobresalen y están relacionadas a su carisma, preparación, idoneidad, honestidad, prestancia, experiencia, lealtad y vocación demostrada para vivir para y no de la política. Este señalamiento vale para los candidatos a la asamblea nacional del oficialismo como de la oposición, salvo honradísimas excepciones.

De los aspirantes por el oficialismo realmente son poquísimos que pueden ser calificados de “lideres”. Allí tendríamos entonces una primera consideración para separar a unos de los otros. En segundo termino deberíamos ponderar a mi entender la experiencia, entiéndase por experiencia no proselitismo, pegar afiches y servirle el cafecito a los “chivos” o jerarcas del MRW. La experiencia esta referida a esa condición de curtirse en el ejercicio de administrar, gerenciar, planificar, dirigir entes públicos y privados, instituciones pero fundamentalmente proyectos.

En tercer lugar, creo que cualquier profesional esta capacitado para desempeñarse en el delicado, exigente y apasionante trabajo parlamentario. Sin embargo, creo que los abogados por lo menos en teoría tienen más conocimiento y versatilidad que otros, sean estos médicos, economistas o amos de casa. En cuarto lugar, un factor que no deberíamos obviar esta referido a su vinculación real con la comunidad, con la ciudad (en nuestro caso Mérida) y el Estado y naturalmente con la universidad. De manera que difícilmente podrá sentir a esta ciudad quien no haya nacido en ella, quien no se haya desempeñado y ejercido actividad profesional y demás en la misma, quien jamás se le conozca un proyecto medianamente materializado en beneficio de Mérida.

Una cosa es comprender que “cualquiera” puede aspirar y otra muy distinta es que tengamos unos esquiroles sin visión, experiencia y preparación. Esos tiempos ya pasaron, esos tiempos deben quedar atrás, de lo contrario estaremos convalidando desde ya que unos señores sin meritos propios, sin currículo que mostrar, a lo sumo algún titulo de tercer nivel (licenciados rasos) se conviertan en “diputados”, “parlamentarios” o esa etiqueta exquisita que en muchas partes se ha puesto de moda como es la de “legislador”. Cabria sugerirles algunas lecturas de tiempos antiguos referidos a lo que se entendía en Roma o Grecia por diputados, legislador y demás.

Volviendo al tema que nos atañe, no nos cabe duda a estas alturas (no necesitamos formulas y muchos cálculos) que el oficialismo incrementara su poder y curules en la Asamblea Nacional por un lado. Sin embargo debemos de acabar con esa idea y frase por lo demás repetida, que hasta un asno con gorra y franela roja siempre y cuando sea apoyado por el MVR y este CNE siempre gana. Invitamos entonces a ganar esas curules pero con trabajo, con credenciales y con proyectos e ideas.

Mérida y demás Estados no pueden permitirse una representación gris. Y sin embargo la tendrán, la falta de entendimiento en algunas regiones entre los diversos sectores que hacen vida y se agrupan dentro de la oposición no tiene nombre y razón. Creo que la posibilidad real de obtener una representación y curul por parte de quienes estamos en la otra esquina del oficialismo se aleja, y más si en las primeras de cambio no se alcanza un mínimo de consenso, esto se traducirá es una tremenda derrota no sólo de los candidatos y aspirantes a la Asamblea Nacional sino una derrota indirecta para amplios sectores que tristemente quedaremos sin representación y dependiendo indirectamente de la “triste y genuflexa” bancada oficialista que ocupará los curules y asumirá a la política y el trabajo parlamentario como mercadería y negocio. Señoras y señores saquen ustedes sus propias conclusiones.

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