Los buitres del NO
«El odio o el desprecio fueron la razón
de la ruina de aquellos emperadores»
Niccolò Machiavelli
(%=Image(3483112,»L»)%) Nunca la destrucción tuvo tantos aduladores en nuestro país. En cinco años, sucesivos ministros de relaciones interiores, jueces, policías y guardias nacionales, entre otros militantes, se han esforzado por comercializar el caos revolucionario, que los consumidores (ciudadanos) son obligados a adquirir bajo el empaque de homicidio, robo, piratería, secuestro, desempleo, enfermedad y hambre. Cabe preguntarse, ¿quién puede aliarse a semejante catálogo de desdichas? Sólo aquel que lucre, en bolívares o dólares, con la dignidad de cada venezolano. Y entonces se repregunta: ¿quién se enriquece a costa de la dignidad de los venezolanos? Ningún humano decente intenta arrebatarle la dignidad a otro, pero sí un ser carroñero, ávido de rasgar nuestras vidas y devorar nuestros huesos.
Una vez abandonados los argumentos de la razón, el sentido común y la intuición, ingresamos al territorio de la lógica chavista, que es un culto armado a la personalidad del Presidente. Leyes, instituciones, moral y hasta la piedad desaparecen al momento de atender los caprichos del líder, que van desde invasiones, encarcelamientos y agresiones hasta la muerte, pero servidos, eso sí, con infantiles y maniqueos justificativos libertarios. Ellos, los jerarcas del NO, han olvidado a los antiguos, que desde el polvo del latín les susurran: Invisa numquam imperia retinentur diu, “un gobierno odiado nunca se mantiene mucho tiempo” (Séneca, Phoenissae 660).
Los venezolanos no queremos ser parte de una escaramuza entre la muerte (tánatos) y el amor (eros), pero sabemos que convivimos con verdugos que comparten la mesa con sus familias y son capaces de arrojar limosnas a quienes se arrastren a las afueras de sus templos preferidos. Para estos jefes revolucionarios el “enemigo” es toda alma o cosa, anciano o neonato, que sea sentenciado por Hugo Chávez, ante lo cual la razón amable o la ética de las pequeñas cosas se fulminan sin alcanzar sus oídos. Ese es el equipo ejecutivo que se amamanta y se multiplica al amparo del NO, una elite soberbia y desdeñosa del Otro, comandada por un ego hastiado y obsesionado por llevar la plaga a los hijos de quienes NO se postren ante él.
La mayoría de los venezolanos, que la calle y encuestas agrupan en el SÍ, ya han demostrado que pueden ser héroes en las peores penurias, pero ahora es tiempo de vencer la decepción, el miedo y la suspicacia para remover esta Administración de buitres que han traído más muerte y corrupción a nuestro país que los peores dictadores de Latinoamérica. El 15 de agosto es la coordenada exacta para que «todos» recobremos la moral y luces que tanto repetían nuestros maestros y tanto garabateamos en los cuadernos, es la hora del voto como emblema de nuestras más profundas creencias y, sobretodo, como el destino que anhelamos para nosotros y aquellos que amamos.