Lo que nos preocupa a electores de Capriles
A pesar de las garantías que nos dan los expertos sobre el secreto del voto y la imposibilidad de un fraude si los técnicos opositores están atentos a los complicados pasos de la elección automatizada (incluida la infaltable presencia de testigos en cada una de las mesas), lo cierto es que todos los esfuerzos son pocos para convencer a quienes, amparados en la poca confiabilidad de un CNE parcializado y la incorporación de nuevos artilugios (como el SAI) al acto de votación, aún están renuentes a ir a votar o desconfían, en general, del proceso. En nuestro pasado artículo hicimos un acto de fe y de razonamiento a favor del secreto del voto y de que la trampa está donde nosotros no estemos. Seguimos sosteniendo la misma posición.
Una de las amenazas que es motivo de suspicacia de muchos electores de Capriles es la insistencia oficial en que «si los opositores intentan desconocer el triunfo ‘revolucionario’ el 7-O, haremos que se arrepientan». Tal afirmación de Chávez equivale a que el «Gobierno y el CNE tienen el fraude montado». Diosdado quiere contribuir con la especie al declarar que «solo un ataque terrorista podría cambiar los resultados del 7 de octubre», ataque, claro está, que haría la oposición con la ayuda del Imperio. Y el devaluado jefe del Comando Carabobo, Jorge Rodríguez, también hace méritos: «Duélale a quien le duela, Chávez va a ser reelecto el 7-O».
La verdad es que si Chávez y los suyos creyeran en la irreversibilidad de su triunfo y tuvieran asegurado el fraude, no andarían tan angustiados clamando por la necesidad de «conquistar» a la inasible «clase media» y a los «indecisos». En su imposible búsqueda del «1X10» Chávez se desgañita pidiendo que incluyan a «los indecisos y a la clase media» porque «nosotros somos garantía de crecimiento económico, de estabilidad social, de paz, hay que convencer a la mayoría» (queda claro que si hay que convencer a la mayoría es porque Chávez no la tiene). Un reporte de la BBC sobre los «ni-ni» concluye que la ventaja que le han otorgado los sondeos hasta no hace mucho a Chávez no supera el porcentaje que suponen los que «no saben» o «no contestan». Los mismos sondeos indican que éstos se inclinan más a favor de Capriles. Y un crítico duro, el periodista Rafael Poleo, escribe en Enpaís que «Capriles ha entrado en sintonía con ‘los de abajo’. Ya no es el candidato de Chacao y Baruta. Mueve entusiasmo en los sectores populares, según su concentración en Caricuao. Mientras tanto Chávez sólo habla ante gente pagada, traída en los autobuses de Pdvsa. Su discurso es fatigado y fatigoso. La comparación con el brioso gobernador es desfavorable para el presidente enfermo y cansado».
Al fraude continuado del ventajismo oficial se une ahora la documentada denuncia del Comando Venezuela sobre compra de votos en zonas indígenas por parte del oficialismo, sobre las cuales el «CNE se hizo el loco». En El Nacional aparecen pruebas no solo de esa compra de votos, sino de miles de mesas de votación que, sin testigos opositores, el 100% de los votos fueron asignados a Chávez en elecciones pasadas, a pesar de que la dirigencia opositora nos aseguraba entonces que tenían todas las mesas con testigos. Y ese es uno de los temores más expresados por quienes escriben a la cronista: que el 7-O nos vuelva a ocurrir. Si la única posibilidad de ganar la elección es que haya testigos opositores en todas las mesas, esa debe ser la prioridad esencial. Sin embargo, a mes y medio del 7-O se observan las siguientes contradicciones: 1) Leopoldo López (EU) reiteró la pasada semana que el objetivo es tener 120 mil testigos «y que el 72% ya estaba auditado. 2) Hace un mes el coordinador nacional del Comando Venezuela adelantaba que ya había testigos preparados para el 100% de las mesas. 3) Una semana después el Dip. Caldera de PJ dijo que tenían el 70% de los testigos. Y esta semana, 4) el Dip. Bello, de UNT, confesó que tenían el 73% de los testigos.
Esas imprecisiones indicarían que, como ocurrió en la campaña de Rosales, corremos el riesgo de que el 30% de las mesas estén sin testigos opositores.Urge una sola vocería autorizada para informar la verdad sobre el número real de testigos obtenidos y entrenados hasta ahora y hacer un esfuerzo sobrehumano para cubrir el 100% de las mesas. Porque nos enfrentamos a que habiendo ganado Capriles la Presidencia (sobre lo cual la cronista no tiene duda alguna), nos la roben en las mesas sin testigos. Así que dejemos a Capriles haciendo la campaña tan eficazmente como la ha hecho hasta ahora y, a quienes corresponda, en la tarea en la cual nos va la vida: garantizar la presencia activa de testigos entrenados en el 100% de las mesas. Porque la trampa está donde nosotros no estemos.