Lo que nos espera
Comenzamos el nuevo año con un sabor amargo por el asesinato de Benazhir
Butto y luego por la burla siniestra de las FARC a los sentimientos de
millones de seres humanos en todo el mundo. Pero sobre todo a los derechos
humanos de los rehenes utilizados como objetos de trueque y a las esperanzas
de sus desesperados familiares. El segundo caso nos resulta demasiado
cercano porque personas allegadas y queridas han sufrido la crueldad del
secuestro, por parte de esos criminales aureolados de revolucionarios. El
primero es doloroso por el fanatismo religioso o político, o ambas cosas a
la vez, que solo conocen como forma de lucha la barbarie. Desde lejos
sentimos siempre admiración por Benazhir Butto, por su inteligencia, su
formación de estadista, su belleza, su innata elegancia y por su valentía.
Siempre supo que se jugaba la vida y la arriesgó cada día por aquello que
ella creía era lo mejor para su país, hasta perderla cuando tenía apenas 53
años. ¡Ahhh! y no se la pasaba lloriqueando porque la querían matar.
Después de las fiestas, de los abrazos y de los excesos alimenticios y en
muchos casos etílicos, y de una Caracas descongestionada, con tránsito
fluido y clima fresco; volvemos a la triste realidad que podría resumirse en
la frase que repetía uno de los cómicos de la Radio Rochela: “lo mismito del
año pasado”. A las cifras vergonzosas de muertes violentas, propias de un
país en guerra, se suman las de aquellos que tuvieron la gran suerte de solo
resultar heridos, porque hasta eso se ha transformado en una señal de que el
ángel de la guarda existe: salir con vida de un asalto, de un secuestro
express o simplemente de un enfrentamiento armado entre bandas criminales en
cualquier barrio capitalino. Entre los sortarios protegidos por su ángel de
la guarda está nuestra querida y admirada Mónica Fernández, la joven y
valiente abogada defensora de los presos políticos y, en general, de los
perseguidos por el régimen chavista. Quizá se llegue a saber algún día si
fue víctima de uno de los casi normales robos de vehículos o si se trató de
esconder, tras esa pantalla, un atentado político contra su vida. Pero eso
no ocurrirá porque las policías, fiscalía y demás instituciones del Estado
lo investiguen y determinen objetivamente; tal cosa jamás ocurrirá y aunque
así fuera, su descrédito es de tales dimensiones que nadie les creería.
Como parte de lo mismito del año pasado está el cambio de gabinete con la
supuesta rectificación presidencial. Como de costumbre se premian la
mediocridad y el fracaso para privilegiar solo la lealtad perruna. Esta vez
hay que agregar -como estrella curricular de algunos de los ex ministros que
retornan y de otros que apenas cambian de cargo- su participación en la
operación “Emmanuel”, como si el rescate del martirizado hijo de Clara Rojas
rehén de las FARC, hubiese sido un clamoroso éxito. Y para seguir lloviendo
sobre mojado, a cada fracasado que sale, se le sustituye con un militar
(algunos también ya probados) como si éstos tuviesen el secreto de la piedra
filosofal. Basta ver lo que es el gobierno en su conjunto, ejercido de
manera omnímoda por un ex militar que a cada rato nos recuerda su condición,
para convencernos de que pertenecer o haber pertenecido a ese sector de la
vida venezolana no garantiza inteligencia, idoneidad ni honestidad.
Y de nuevo regresamos a las peregrinaciones en busca de alimentos tan
básicos como leche, huevos, azúcar, pollo, granos o harina. Ahora ni
siquiera hay pan lo que seguramente Chávez justificará, en su próxima
alocución encadenada, diciendo que no solo de pan vive el hombre. Ya se
anuncia que desaparecerán otros productos de la dieta diaria por la negativa
del gobierno a levantar los controles de precios. Mientras los anaqueles de
los supermercados colombianos están llenos de alimentos venezolanos, a
Caracas llegan aunque por cuentagotas, leche y otros alimentos colombianos a
precios bastante elevados. Las razones de ese canje nada humanitario son muy
realistas, salvo para el presidente Chávez que ordena cerrar la frontera con
Colombia para impedirlo: lo que se produce en Venezuela es más barato en
Colombia que lo producido allá y los colombianos pueden vender en Venezuela
su producción, con mayores ganancias que en su país.
Lo que si ya no es igual que el año pasado sino mucho peor, es la
acumulación de basura en gran parte de Caracas y el deterioro galopante de
las calles, avenidas y autopistas, especialmente en los municipios de los
dos alcaldes más ineptos en la historia de esa institución. Freddy Bernal en
el municipio Libertador y José Vicente Rangel (el hijo) en Sucre, parecen
haberse concertado para no tapar jamás un hueco, para hacer desaparecer la
capa asfáltica en casi todas las vías de la ciudad y para que los caraqueños
chavistas, anti chavistas o ni-ni, sean todos por igual víctimas de la
muerte prematura de sus vehículos que caen en esos cuasi precipicios y -peor
aún- de las personas que chocan tratando de esquivar esas troneras.
¿Será así de horrible todo 2008? Todo depende y depende no de los signos del
zodiacos, de los poderes de los babalaos o de si un planeta está retrógrado
o no. Depende de nosotros los venezolanos que padecemos tantas calamidades y
que tenemos derecho a un cambio después de nueve años de sobresaltos,
incertidumbre, miedo, nervios deshechos, enfermedades psicosomáticas y otras
que provienen de la involución sanitaria del país. Depende de nosotros
unirnos, más allá de nuestras simpatías o antipatías partidistas, para
elegir gobernadores y alcaldes que sustituyan a los incapaces que obtuvieron
esos cargos montados en el portaviones del favor presidencial. Se nos
presenta la segunda oportunidad de rechazar un estilo y una concepción de
gobierno que en nombre de un supuesto socialismo atropella cada vez más a la
sociedad venezolana.