Lo que estará en juego el 23N
El domingo próximo, en las elecciones regionales, estarán en juego
muchas cosas que tienen que ver con el futuro de nuestro país. Resulta
imposible enumerarlas todas en el espacio de que dispongo para este
artículo, pero no está de más mencionar la que considero más
importantes.
La oposición ha asumido la sabia conducta de no atacar al teniente
coronel presidente porque considera que, haciéndolo, en lugar de
debilitarlo, lo fortalece y lo hace aparecer ante sus seguidores y
ante el pueblo en general como una víctima. Creo que esa estrategia ha
sido acertada. La disidencia no se ha dejado encandilar con los
«trapos rojos» con los que constantemente intenta provocar. Sin
embargo, es el propio teniente coronel presidente quien ha convertido
las elecciones regionales en un plebiscito: si votas por la oposición
votas contra mí. Si votas por mis candidatos votas por mi y eres
patriota, apoyas la revolución y contribuyes a construir el país
socialista. De manera que el 23N, porque así lo ha planteado él, los
electores, además de votar por nuestros gobernadores, alcaldes,
integrantes de los consejos legislativos, y en el caso de la zona
metropolitana de Caracas por nuevo alcalde mayo y por integrantes de
esa alcaldía, estaremos votando a favor o en contra del teniente
coronel presidente. El elector tendrá que escoger entre dos
alternativas: o votas para preservar la democracia o votas a favor
de convertir a Venezuela en una segunda Cuba, bajo un régimen
fidelo-comunista.
Esto significa que a pesar de haber rechazado rotundamente esta última
alternativa en el referendo del 2 de diciembre último, tendremos que
utilizar nuevamente la fuerza de nuestros votos para oponernos otra
vez a ese desquiciado proyecto político que se nos quiere imponer a
como dé lugar.
Como el teniente coronel presidente sabe que del resultado de las
elecciones regionales depende el futuro de ese proyecto, recurre a
toda clase de amenazas, dirigidas no solamente contra los numerosos
candidatos que tienen prácticamente asegurada su elección en diversos
estados del país, sino contra todos nosotros, contra los ciudadanos,
contra el pueblo. Ello sin contar el ventajismo, el abuso de poder y
el empleo del discurso procaz para insultar a la ciudadanía que cada
vez más se avergüenza de constatar cómo de la boca del primer
mandatario emanan insultos el calibre que él emplea. Cada día más
desenfrenado, nervioso, exasperado. El quisiera que la oposición
reaccionara para poder seguir atacándola y de esa manera recuperar al
apoyo, y la simpatía popular que gradualmente ha venido perdiendo.
Es inconcebible que a estas alturas de le civilización exista en el
mundo un gobernante que amenace con sacar el ejercito a la calle y
hacer rodar los tanques armados para emprender una guerra contra un
pueblo que lo único que quiere es ejercer democráticamente su derecho
soberano al sufragio para elegir a sus representantes. Puede ser que
esas amenazas no pasen de allí, pero inevitablemente ejercen un efecto
amedrentador sobre el grueso de la población humilde.
Todo esto significa que el domingo próximo, como ocurrió el domingo de
diciembre del 2007, nos estaremos jugando el destino de Venezuela. Si
el teniente coronel presidente llegara a asegurarse un triunfo
electoral, se considerará requete-religitimado y entonces, si es
verdad, sálvese quien pueda. Las propuestas de modificación de la
Constitución que por falso rubor no se atrevió a implantar con la ley
habilitante, serán aplicadas pasando por encima de la Carta Magna.
Venezuela será convertida en un Estado socialista, bajo una
presidencia vitalicia, bajo un gobierno que se despojará
definitivamente del velo democrático bajo el cual ha venido ocultando
su rostro dictatorial.
Por el contrario, si los venezolanos nos movilizamos, acudimos
multitudinariamente a los centros de votación, si logramos llevar la
abstención al nivel más bajo posible, si permanecemos vigilantes para
impedir que el teniente coronel presidente y sus seguidores manipulen
los resultados, habremos salvado por segunda vez a la patria. Yo
tengo la honda convicción de que el venezolano sigue siendo
esencialmente demócrata y tiene absoluta confianza de que mediante el
ejercicio del sufragio logrará que el régimen quede totalmente
deslegitimado tanto interna como internacionalmente. Ese será el
comienzo del fin de la revolución chavista y del socialismo del siglo
XXI y el surgimiento de una nueva Venezuela sin exclusiones, donde de
verdad quepamos todos. Será el fin del odio que desde las alturas del
poder se ha venido induciendo para enfrentarnos los unos a los otros,
que no ha tenido otro objetivo que dividirnos para poder reinar
soberanamente y manejar el país como si fuera un fundo personal y
particular. Será el fin del secuestro de los poderes públicos y de las
principales instituciones democráticas, del despilfarro de los
recursos financieros de todos los venezolanos, el fin de la
corrupción, de la ineficiencia, de la mala administración, del
compadrazgo, en suma, fin de todos los males que han venido aquejando
al país durante más de nueve años ininterrumpidos.
Invito a los venezolanos a reflexionar, tener presente que el 23N se
juega la suerte de la patria. No podemos permanecer indiferentes. Hay
que votar y votar bien.
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