Lo geopolítico como elemento ideológico
Noción básica, partamos del discurso ideológico como concreción particular, social e histórica de los presupuestos doctrinarios. Es decir, de las creencias, intenciones y convicciones que convertimos en un proyecto político a realizar, dibujando un orden social determinado, en el intento de preservar o transformar las realidades: por ejemplo, el reconocimiento y defensa de la inminente dignidad de la persona humana (dato metapolítico), implica su promoción y efectiva realización a través de un Estado estructurado hacia el bien común que agote sus mejores esfuerzos por la realización de todos y cada uno de los venezolanos (dato político), contribuyendo a la efectiva construcción de una paz justa, en el ámbito internacional (dato programático). No obstante, hoy los bueyes aparecen detrás de la carreta.
A juzgar por el régimen prevaleciente en Venezuela, el esquema – acaso – escolar convierte el dato programático en metapolítico, porque las incidencias de la política exterior lucen más importantes y sustanciales que el propósito de alcanzar la igualdad en un ambiente de justa concordia. Las constantes denuncias sobre el imperio que implacablemente nos atenaza, más que del imperialismo y de la lucha anti-imperialista realmente efectiva, constituyen y sintetizan una perspectiva político-ideológica, habida cuenta del confuso socialismo en marcha que defiende los principios constitucionales cuando tocan las campanas de la impopularidades y los violenta, complacidos y soberbios al abundar los petrodólares, al pretender del proceso nada más y nada menos que una revolución.
Las costosas, temerarias y recurrentes incursiones presidenciales en tierras extranjeras, exaltando bulliciosamente el tránsito de la unipolaridad a la multiplicidad de referentes de poder, sobreabundantes los mecanismos de intercambio frecuentemente improvisados e incumplibles, se convierten en la cartilla doctrinaria por excelencia de un socialismo que ha agravado la injusticia social y disparado los resortes de una más profunda crisis económica en Venezuela. La gesta supuestamente heroica de Chávez Frías, confrontado contra todo un imperio, aunque apueste en la práctica por las ambiciones de otros emergentes, sin reparar en lo que muy posiblemente habla del celebérrimo choque de las civilizaciones que ha predicado Samuel Huntington, por citar un caso, descansa en una materia que lógicamente anduvo en el pensum de la Academia Militar: la geopolítica.
El problema no está en la resignificación geográfica que potencia ahora a unos Estados frente a otros, desplazando algunas o todas las capacidades de poder que puedan exhibir o esgrimir., sino en el conflicto mismo y su suprema utilidad para los intereses internos del chavezato. Este, al asistir a los probables reacomodos en curso, en medio de los artificios y las realidades que la explican, no siendo fácil modelarla caprichosamente, hace más importante cada circunstancia que la geopolítica misma.
Por consiguiente, si el socialismo campamental ha fracasado en nuestro país, siendo el conflicto o la guerra una nota constante de la prédica, parecen esenciales las vicisitudes orientadas a las muy posibles o probables transformaciones geopolíticas contemporáneas, marcando la pauta más allá o más acá de la geopolítica como disciplina, preocupación y política pública. Representado en la necesidad de defender al régimen hecho patria, bolivarianamente patria, el enunciado doctrinario radica en la conflictividad, así sea la más ajena de todas, construyendo un discurso ideológicamente justificador de las temeridades intervencionistas que desean una difícil jerarquía geopolítica, para que – muy después, como resultado inevitable – programáticamente hagamos realidad la igualdad social.