Opinión Nacional

Lo de RCTV y lo que vendrá (II).

La mayor tragedia de occidente, en el plano ideológico, especialmente el político y el valorativo, como polos irreconciliables de su ideología, ha sido predeterminar todo bajo dos opuestos irreconciliables sin mediación posible entre ellos. La conducta occidental es fundamentalmente binaria, pero su cada opuesto es la absoluta negación del otro, en viaje trágico sin ninguna posibilidad de encuentro. Bien/mal; Dios/diablo. Blanco/negro; vida/muerte, amigo/enemigo, feo/bello; idealismo/materialismo; revolucionario/reaccionario; pueblo/élite… Por fuerza de las circunstancias, la época, la dicotomía es hoy aún más reduccioncita y que se expresa entre dictadura/democracia. Ésta, es el supremo bien, aquella el mayor mal. La democracia, más que forma política devino en forman de religiosa existencia. No es exagerado decir que ha sustituido todos los valores de Dios, incluso el de la perfección. Son los hombres los que yerran, la democracia es un absoluto perfecto. Cierto que nos faltarían muchos opuestos y mezquino sería no recordar que desde siempre este modo de ver, ser y existir ha sido duramente combatido por las mejores almas. Desde los griegos, antes de Sócrates, se quiso resolver este problema. El judeo-cristianismo, dio una respuesta única, La Torá, la Biblia, la dogmática contienen la verdad, son la verdad, son el camino, son la vida. Las contradicciones nos vinieron de Grecia y el devenir (para usar un comodín) se ha desenvuelto entre esas dos tendencias, tal vez esencialmente contradictorias, si del logos se trata, la más difícil de las palabras griegas, porque para ellos fue muchas cosas juntas que la razón no entiende, palabra, relato, razón, para ellos, los griegos, el logos les permitió crear la filosofía, el lenguaje poético, la lírica y la tragedia pero, a la par, fundamentar la ciencia, la más pura de ellas, la matemática, cuyo peso impoluto duraría desde Euclides hasta la aparición de un nuevo “logos” con la creación de las geometrías no euclidianas, apenas hace poco, en términos del tiempo. Y aún un poco más cerca, los aportes de la Relatividad, la física cuántica, la incompletitud matemática, el principio de la incertidumbre, coronado por Heisenberg. Los judíos nos dieron la fe, el temor y miedo a Dios, el Dios severo, castigador, pero en sus leyes, (los diez mandamientos) imperativo, prohibitivo, creó las reglas más sencillas y aún no superadas, nunca lo serán, para vivir en armonía con Dios y en corresponsabilidad también armónica con el otro. Obediencia Dios y respeto al otro, reglas de oro para la las coexistencia en el presente y en el futuro.

Este gran debate, soterrado unas veces, abierto en otras, perseguido casi siempre, con batallas ganadas en grandes victorias, ha estado en manos y cerebros de grandes creadores, cuya lista es infinitesimal si la comparamos con el resto de humanos que poblaron la tierra en Occidente, desde el ayer distante hasta el hoy del mañana en el presente obscuro todavía. Su afirmación y reafirmación pero también su rechazo: los teólogos, los filósofos fueron protagonistas fundamentales en la preservación de esta modo de pensar y hacerse, los poetas, el arte, en general cuestionaron y superaron esa maldición y la filosofía en manos de muy pocos, se levantó también, quizá sea Nietzsche el más universal de esa actitud. A pesar de este esfuerzo, las hegemonías han conservado esta dicotomía por su inmensa utilidad práctica. No así la ciencia ni el arte, este último por hacer al hombre un ser verdaderamente humano, aquella para reconocerse en su ser consigo y en sus relaciones con la naturaleza, hasta llegar a nuestra era, cuyo mayor aporte, metafísico, filosófico, ha sido la demostración de que el hombre es un ser natural, sin que ello implique negar que es animal político, homo ludes, homo faber, hombre que ríe,… eso queda y en sus justas proporciones, pero reconocerse y saberse ser natural implica inevitablemente un nuevo pensamiento, una nueva filosofía, una nueva vida. Una nueva vida en las relaciones hombre naturaleza, cuyas relaciones han de ser dialógicas; pero también el surgimiento de una nueva ética que, sobre el conocimiento científico abierto, el saber planetario, tal vez cósmico, una nueva política. Una nueva forma de ser y hacerse la política, que atienda todas esas relaciones y que se inserte en esta superior manera de ser el hombre, ser natural, cuya vida, finalmente, depende de esas relaciones, que demandan ser relaciones armónicas.

En nuestro país este debate no se ha dado y parece que estamos muy lejos de una reflexión cualitativa, crítica, profunda sobre nuestro ser social real, el individuo, bajo ninguna óptica y menos en la señalada arriba.. La naturaleza, el arte, la ciencia son también ajenos. Chávez, empero, sin una idea orgánica, ha despertado un espinero con su socialismo del Siglo XXI, en una jerga sui generis que, dentro de los modelos lógicos y epistemológicos de la cultura occidental (incluida la teoría del caos!), carece de espacio, ayuno de poiesis, de logos, en el sentido abierto, inconmensurable, inasible pero vivencial en el alma y cultura de los griegos. Los adversarios, sus opuestos, en esta dicotomía pincelada arriba, oponen a esa pseudo-propuesta igualmente una pseudo-respuestas. Los muchachos estudiantes con su movimiento con elevados grados de legitimidad, están abriendo un camino posible. La presenciad de actores, artistas, trabajadores de la tele y otros medios, forma un sub capítulo, y necesario es darle un trato igual a presencia de los periodistas; pero a ello nos referiremos al final. Volvamos entonces a la reafirmación de la dicotomía, tal son los hechos. La oposición política aún no ha formulado una tesis medianamente coherente o algunas líneas que permitan a la intuición, a la razón, al olfato, inferir una hipótesis estructurada debidamente. Quiero decir que uso la palabra oposición, igualmente en ese inconsistente lenguaje dicotómico. Es, pues, una muletilla también que intento superar en el propio análisis. Sea suficiente prevenirnos. En las sociedades y culturas con hegemonías consolidadas, Francia, Estados Unidos, como ejemplos “paradigmáticos” la oposición es una relación formal, no apunta a que el opuesto sea la negación del otro y menos su superación ni del modelo económico social. Defienden intereses esenciales, con variaciones de forma. Defienden intereses, culturas con expresiones diferentes pero esencialmente iguales, lo cual no quita, por el contrario, que en estas diferencias haya propuestas más humanas, en el sentido del humanismo. Tampoco es cierto que sean meros juegos en la superestructura, tal como grotescamente se deforma a Marx, a Gramsci, cuando se trata de explicar las complejas relaciones entre las formas ideológicas y el conjunto de praxis y hechos sociales. Es muchas veces más sutil y muy eficaz ganar, por ejemplo, en plusvalía relativa, es más importante y trascendente (como la reafirmación de las ideas, la democracia como valor absoluto entre ellas) que ganar y ganar según la conducta voraz que sustenta la plusvalía absoluta. Necesario ex-curso, para mejor ver. La relación entre la superestructura y la estructura es análoga, quizá idéntica a la formalización en la metáfora de Lao, la forma es a su esencia lo que el cuchillo al filo; ello permite entender mucho mas cómo los valores de la revolución francesa (burguesía) sean por siempre los valores políticos de la humanidad. Libertad, igualdad, solidaridad. Pero también nos hace comprender mejor la presencia de la religión y otras formas de la “superestructura” sin las cuales no se realiza el ser social. No existe el hombre.

Volvamos. La bondades del capitalismo, en forma absolutamente acrítica, montada la libertad sobre la libertad del mercado y El Estado, en última instancia subordinado a las reglas de ese juego que el modelo impone a la totalidad. Las relaciones políticas, culturales, nacionales e internacionales, no sólo marcadas por esas leyes, sino actoras ellas mismas para la realización, en cumplimiento y acatamiento de esas leyes. Esta es la respuesta que se opone a la –hasta ahora- incoherente propuesta Chávez. Tamaño dogmatismo, que lo es porque tal premisa, dicho mejor tal axioma inflexible, niega toda posibilidad de cambio, de superación, y se afirma como eso, que un intelectual de medio pelo, llama el fin de la historia. Lejos, muy lejos de las leyes que explican y “regulan” el comportamiento social y de la propia naturaleza, cuya finitud y cuya dinámica (sin vuelta atrás) es absolutmente reconocida. El tiempo y el espacio tienen historia. Dicho de otra manera, ni la propia naturaleza ha llegado a su fin… ni permanece en estado de reposo y menos de absoluto inamovible. Está viva y su vida es cambio y su tendencia en expansión tiende a encontrarse en el juego de sus propios ilímites.

Como no se tiene respuestas coherentes, éticas, ante las del SXXI, que si bien heterodoxas, vacías, incoherentes, como dije antes, dentro de nuestros modos de razón lógica, se retrocede en la dicotomía. La lucha política queda vacía, reducida al juego de la libertad de expresión, de circulación, de comercio, de mercado (la suprema diosa, el valor absoluto inamovible, perfecto, necesario,)… en fin, en grado de mejor enunciado, a la reafirmación de los derechos humanos. Hermosos éstos, desde luego, porque son logros superiores y son conquistas históricas y legales, y gracias a grandes luchas se asumen como de valor internacional. Son conquista excepcionad de la humanidad crítica toda, de la equidad y del anhelo de justicia. En una palabra son la limitación de la violencia (el terror, la represión) del peso del poder, de su macabra identidad opresora, la violencia. La lucha por los derechos humanos, por su reconocimiento y acatamiento, tal como se precisa en la declaración de 1948 tiene que ser mantenida sin descanso y ha de permanecer como lugar privilegiado para siempre en la lucha política, pero reducir la lucha política a la mera formalidad democrática, hacer de la democracia un supra valor, sin dimensiones históricas, reales, concretas, sin la necesaria disminución y limitación al poder, puede convertirse en un celestinaje de la tragedia a la cual, en medio de bondades y exquisitez también conquistadas, conduce la “racionalidad” del capitalismo, que con justicia, calificaba el Papa Pablo VI, como salvaje. Expresión que, pese a su bondad, reproduce la dicotomía que venimos señalando: salvaje = barbarie/ civilización, injusticia/justicia. A pesar de esa limitación la connotación es muy rica. Con fuerza, esa miseria inherente al capitalismo, ha sido denunciada mucho antes, Nietzsche, Rimbaud, con infinita y suprema belleza, antes Schiller, replanteándose la superación de esa tragedia inherente al capitalismo a través de la educación estética, y, en fin, mucho antes que ellos y mucho después de ellos, tantos otros, tantos, honra a San Agustín y a Cervantes, Tomás Moro y Gandhi…
Estamos, pues, aquí, en esta realidad. Necesario es volver al Presidente, la única voz, el único líder. Nadie a su alrededor tiene palabra. No los descalifico, verifico. Son también sus palabras, ha reiterado que él es el único que puede gobernar a Venezuela en este momento. Ello es así, en lo fundamental, porque no hay teoría que pueda ser desarrollada mediante un lenguaje que soporte la crítica, la confrontación, la contrastación. Nadie con mediana información puede defender lo indoamericano. Nadie. Y de asumir que con ello se reconoce la historia de las culturas anteriores a la llegada de Colón, como fuente del socialismo, es sencillamente una falacia que por deferencia, llamemos moral. Es del tipo de las dicotomías denunciadas, ellos eran buenos, los recién llegados, malos. Y se apunta, el socialismo, bueno…el capitalismo malo. Dios/diablo, otra vez. Nadie puede deslindar lo que llama el presidente Originario, ni es posible un deslinde –reitero que no sea pseudo moral y entre esa pseudo moral cabe la fundamentación del chauvinismo, el antiimperialismo, etc.. – del bolivariano, robinsoniano, zamorano, cristiano, humanista. Pero en cambio se entiende por el desposeído la dignificación de la pobreza (es malo ser rico), se vive – no se si se comprenda – la descalificación, el insulto, etc., como formas mediante las cuales se legitima el ser pobre y la violencia por encima de la razón como armas de la revolución y de su defensa. La identidad pueblo pobre bueno contra oligarca, malo, rico, se inserta en esa maldición dicotómica ya vista y que tantos éxitos, pero intrascendentes, resultados, ha dado al Poder.

Convocar a la gente de los cerros, los pobre por ubicación, contra el show del anti-pueblo los oligarcas, pueblo vs. estudiantes es, cuando menos una deformación sin limites del humanismo, es una acto “cristiano” inquisidor y no un acto del Jesucristo “socialista”. Someter al escarnio, a la vindicta pública, convertir en delincuente a quien adversa su conducta, discurso y acciones, amenazar con el silencio a quien ose disentir de su palabra y palabras, es una acción típica de la violencia inherente al poder para mantenerse en él, pero, en el caso, presenta una elevada dosis de sadismo, lejos muy lejos del humanismo, de Bolívar, de Marx. Las críticas al Señor Residente son menos complejas que las afirmaciones de Galileo sobre el movimiento de la tierra, pero los procedimientos en su contra son del mismo estilo, responden en esencia a los mismos intereses. ¡Mantener el poder”!. Recurrir a la mayoría como razón es manipulación, es negación al humanismo, a la razón crítica. Ayer la mayoría pensaba lo que la hegemonía había establecido como pensamiento, como valores, como verdad. Hoy es lo mismo, a pesar de que creamos con Aquiles Nazca en los poderes creadores del pueblo, digamos que esos poderes están en potencia, pero, para pasarlos a acto, se requiere de una consciencia externa (una teoría) que hagan suya (Lenin), para tener consciencia de su mismidad, o actúan, como casi siempre, (siempre?) impulsados, impelidos, por las diversas formas de manipulación, la más grave de las cuales es hacerles creer que por ser mayoría tienen razón y que esa razón, por mayoría, es la razón. Viejas trampas. Vox pupuli vox dei, dijeron los romanos. Si alguna vez la mayoría fuese atea, como ocurre en la práctica en las sociedades altamente industrializadas, donde Dios si no ha muerto agoniza, esa mayoría atea habría enterrado a Dios y no es porque dios se muera sino porque sustituyen su presencia en la vox populi por otras cosas muy ajenas a dios: la oferta, la demanda, el consumo, el placer sin poiesis. Y si así seguimos, por mayoría, la verdad se decide en los votos, y el propio Dios, el verdadero, (de haber varios) el verdadero Dios será el que decida la mayoría en las urnas. Me refiero a las electorales, no soy tan sacrílego para hacer la traslación a los cementerios.

Por su parte, desde el otro lado, no hay nada más que el trajín por los caminos de las ideologías más elementales. Ya lo señalamos arriba. Maniqueísmo y éste siempre oculta la verdad. No es blanco y negro, no es Chávez y Rosales, sinteticemos “pedagógicamente”. Es una inmensa crisis que va más allá de la democracia. De entrada, los aportes de la democracia social se nutren de buena parte del discurso socialista sobre derechos humanos, equidad, justicia, papel del estado. La jerga de Chávez está llena de referencias a estos modelos, sean cristianos, marxistas o sin dioses. Las prácticas de Rosales con relación a salud, educación, etc., se identifican con las misiones de Chávez, salvo que aquel es un actor abierto, para una sociedad abierta, mientras que el Presidente no tiene una concepción abierta del socialismo ni tiene aprecio por la disidencia y en la disidencia está parte del camino al humanismo. Sin más detalles, se trata de un modelo político abierto y otro un modelo político cerrado en los términos de la modernidad, de la cultura política burguesa. Así como para el neoliberalismo más rabioso y profundamente estúpido la historia llega a su fin con el capitalismo y la democracia liberal como valor absoluto, no es menos dogmática la postura de un socialismo que para su existencia se refugia en las indefiniciones y en una retórica moral, muy occidental (bien/mal) que tiene en la manipulación de la hegemonía religiosa su más alta fuente y fundamento, enmarcada, además, en la teoría de las conspiraciones mediante la cual se culpa al otro de sus propios fracaso. La conspiración mediática, el imperialismo, la oligarquía son las muletas de esa marcha, que para tener éxito aprueba cualquier perversión, injuria, corrupción, etc.. si con ello se resguarda, garantiza y avanza el proceso. Un sencillo ejemplo histórico pone al desnudo ambas retóricas, la de Fukuyama (democracia liberal) de Chávez (socialismo del SXXI). Europa, como un modelo económico sui generis, con el Estado jugando un preponderante papel, se reconstruye después de la guerra, con unos 17 mil millones de dólares. Venezuela está como está, sin haberse recibido exactamente en ruinas, salvo las morales, (corrupción, clientelismo, tráfico y tráfago de influencias, barraganismo, conchupancia, etc ) no ha podido superar la pobreza, los problemas de la salud, la desmedida violencia y criminalidad, el abismal atraso académico, las deudas con los mandatos de la propia constitución, etc., con algo más de 500 mil millones de dólares, sin que ello niegue que se perdieran 20 mil millones con el paro petrolero. Con ese universo de dinero, la revolución pudo haber construido un paraíso sin las inhibiciones de Adán y con las libertades de Eva; pasar de este país, que pudiéramos suponer en el capitalismo primitivo, que recibió Chávez de manos de Caldera, y haberlo llevado a la modernidad, al estilo de Suecia. Sin ninguna ironía podríamos incluso haber coronado rey a HRCHF, si su reinado se pareciera al reinado sueco. No habría habido “necesidad” de multar a Tal Cual, flagelar a Laureano Márquez, enterrar a RCTV y Rosinés podría jugar por todas estas calles y tocar con sus sueños el cielo.
Quienes están en contra de esas propuestas y esas prácticas tienen que, obligados están, presentar su propio proyecto. Proyecto que sea accesible, transparente en su fundamentación, en sus objetivos, en sus fines y métodos para a alcanzarlos, en las formas de gobernar y trabajar, en las alternativas para el arte, la ciencia; el papel del Estado y sus formas de gobierno. Analizar y proponer alternativas sobre la libertad de expresión que jamás puede quedarse en las formalidades. Muchos canales, miles de canales de TV, muchos radios, miles de radios, muchos periódicos, miles de periódicos no garantizan la libertad de expresión, si ellos no son expresión de la propia libertad de consciencia, de la disidencia, de la pluralidad teórica e ideológica. En teoría, si hubiere un solo canal y un solo periódico, etc., que fuese capaz de recoger el debate, la disidencia, la búsqueda de la verdad, etc., las relaciones dialógicas con su público, en teoría, es menos unidimensional que los miles si son la expresión de la hegemonía cultural, ideológica, política, religiosa, económica. No está en el control de cambios la decisión de buscar lo distinto, lo diverso, la verdad misma, sino en la cualidad de lo que se ofrece o se hace. La libertad tiene en el juego una gran expresión, pero la libertad como juego es represión hábil de las hegemonías. Desde luego acá hay cosas prácticas, técnicas, etc., de modo que siempre será mejor que haya muchos canales, periódicos, etc., que un único, porque siempre el poder impondrá sus garras y ni siquiera queda el derecho a esconderlas en distintas formas sutiles y, además, porque por la propia condición humana surge mas fácilmente la pluralidad cuando mas actores ejerzan su singularidad dialéctica.

Tiene que hilar fino el Presidente Chávez, en su afán de habla para imponer la propiedad social, propiedad sin propietarios, herencia sin herederos, y hacerlo en este mundo, en donde la propiedad inactual, la realización del ser propio del creador, constituye centro del más hermoso debate de esos tiempos. Donde la genética misma nos singulariza. Tiene que hilar mucho para superar la necesidad de medios y recursos tecnológicos en donde el propio uso reclama, necesita, de un conocedor, de un “experto” cada vez más libre, en donde la cualidad de su trabajo se particulariza, se individualiza cada vez mejor, con más fuerza y mayores resultados para la sociedad. Tiene que dar gigantescos pasos, tal vez tenga el propio Dios que bajar a ayudarlo, para eliminar de la gramática los pronombres personales y los pronombres y adjetivos posesivos, resguardo fundamental de la unidad de la familia, de su organización, pero también de las relaciones y comunicación social, incluso, no exagero, de la comunión con Dios.

Tiene que hacer milagros el Presidente, para demostrar y hacer vivible, la idea, la praxis de que la concentración del poder, los liderazgos únicos, son socialismo. Tiene que andar mucho el Presidente, el supremo Líder, son sus propias palabras, para demostrar que la propiedad del Estado es propiedad social y que las formas de actuación del Estado empresario, negociador, vendedor, poseedor, etc., no son conductas inherentes, normales, del capitalismo e incluso en sus formas más primitivas. Tiene que probar el Presidente que en la creación, el arte, la ciencia, el individuo, el creador, el artista, el científico se disuelven y que en lo creado desaparece su creador. Esto último ha sido también una de las maldades del capitalismo, que hace de la mercancía el ser superior al ser social, y en su fetichismo la más alta destrucción del hombre. Tiene el presidente que hacer grandes esfuerzo por demostrar que su tesis de socialismo o muerte tiene asideros en el cristianismo, el de Jesús para no complicarnos, que con su muerte intentó (tal vez en vano) la salvación del hombre, la conquista de la vida. Y desde luego tiene que destrozar la ética de Marx, que va abiertamente sustentada con la posibilidad de que en la etapa superior de la humanidad, el comunismo, desparezca el Estado y para que ello fuese posible, al menos en teoría, el ser social ha tener plena consciencia de su singularidad y ésta pasa por reconocer y admitir la singularidad y el valor del otro. Tiene que probar que su consigna no es contraria a toda las formas de humanismo, el cristiano, el marxista especialmente que, según sus discursos le sirven de fuente. No es un debate simple el que está en juego y se debe “obligar” al Presidente a hacerlo, a darlo. La observación es obvia, pareciera depender de él y él se niega. Pero no es así. Ese debate depende mucho menos de él que de cuanto “oposicionistamente” pueda verse a primera vista. El diálogo está con la sociedad y desde allí reinventado, por así decir, obligarlo a tirarse al ruedo. Las acciones del movimiento estudiantil afirman la posibilidad de este debate. Las respuestas del presidente y sus secuaces (siempre de secautor, seguidor) si bien lejos del humanismo, lejos de Antonio Gramsci, así lo cite cada vez que quiera, lo enrede con Rosa Luxemburgo, siempre a su estilo, son evidencia de que si se junta la razón con la acción, el Presidente se ve en la necesidad de reaccionar y en ese proceso desnudarse. Ese ponerse al desnudo evidencia las debilidades o las fortalezas de su proyecto. No solo la libertad de expresión, por ejemplo, ha de entrar legitimante en juego, sino otros temas de una trascendencia aún más compleja y de mayores consecuencias. La ciencia, el arte, la tecnología, las universidades, la educación, la agricultura, el hambre, desempleo.., etc., son parte de ese temario, de cuya “salud” depende –sin duda-. la salud de la patria. Las relaciones internacionales, los problema concretos de la contaminación, la corrupción… la justicia…son igualmente temas y cosas del trabajo diario. Llevar al Presidente a estos debates, es una tarea si bien titánica, prometeica, es históricamente trascendente. Evaluación antes que descalificación.

Hemos visto cómo los estudiantes, los periodistas, los actores han hecho reaccionar al sr. Presidente. Sus reacciones, por decirlo con mucho respeto, han sido desproporcionadas, ajenas al humanismo, inquisidoras en vez de tolerantes, guión perfecto para el programa La Hojilla. Pero, aun así ha reaccionado y si bien sus respuestas, además de su terrible pobreza teórica, del terrorismo en el habla, a pesar de la conspiración, de la desestabilización, el magnicidio, etc., lo ha puesto en escena y más que ello ha puesto escena el debate. Digo más, su propia credibilidad entre los suyos se hace dubitable. Su magnicidio es parte del imaginario del poder. Los actores, guionistas, camarógrafos, fotógrafos,… no son ni lacayos de Marcel, ni misioneros del imperialismo. Esto abre hendiduras, brechas graves a la “verdad” del lenguaje presidencial y lo obligará (lo cual realmente no le difícil) a buscar otras formas de su habla, ante el agotamiento de aquellas. También ha quedado en evidencia las debilidades de su táctica: hacer de la confrontación el alma de la acción del proceso, pero, del mismo modo han aparecido en el seno de sus propios cofrades y secuaces (secuator, seguidor) expresiones de criticidad, si bien no frontal, sí lo suficientemente visibles para expresar que algo huele mal en Dinamarca, quiero decir en Miraflores. O, en positivo, que algo anda bien en Venezuela. La prudencia no me permite sobre-ponderar el papel de estos estudiantes, su rechazo a partidos, grupos, su sentido de pertinencia pero, a la par, de autosuficiencia para el logro de sus fines; menos aún la actuación y situación de los trabajadores de RCTV, todos, y la solidaridad recibida de la inmensa mayoría de sus colegas de todas partes, medios, canales (si se aplica la máxima de Chávez son mayoría, la muy pobre minoría que apoya la media del cierre, por tanto los primeros, la mayoría tiene razón…pero, las falacias tienen como su propia tragedia ser verdades sólo para quien las usa como argucia), también de la opinión publica nacional e internacional es mayoría ( Conspiración mediática? ). Sea suficiente observar que el mal trato dado por parte del Presidente ha provocado un resultado negativo en su contra aquí y en todas partes. Que su decisión no pasó inadvertida, pues su peso no tuvo la capacidad de cubrirlo todo, lejos por el contrario, su acción lo pone al descubierto a él y no a los por él apostrofados. De victimario (magnicidio, conspiración mediática, acción imperialista para la desestabilización, etc..) pasa a ser verdugo, en primer lugar para la gente, la familia que directa o indirectamente dependía del canal y para quienes no hubo alternativas, al menos de diálogo, y, en segundo lugar, ante el sentido común, al sentir de todos. Nadie entiende, y los discursos de Lara, el canciller, Tascón, etc., lo hacen menos accesible, inteligibles los argumentos oficiales, tanto más si se compara con otros medios, con otros de igual o mayor responsabilidad, pero menor cobertura. Sean Venevisión o el Canal del gobierno, VTV, da los mismo. Si pudiera el Presidente reflexionara sobre esos temas, le sería más sencilla la comprensión de la realidad y podría hacer verdad que su revolución es bonita, según él proclama. Si toman la palabra los intelectuales, artistas, trabajadores, etc, cada quien según sus capacidades, que acompañan el proceso y quines lo cuestionan se abrirá un diálogo. Si no, continuarán los sordos y apenas habrá infierno para escuchar sus ladridos como lamentaciones.

Muchas gracias a los pacientes lectores. Sus observaciones siempre gratas y mejor asumidas. Américo

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