Libertad plena para todos
Esta navidad y la llegada del año nuevo tienen un significado especial. Venezuela retomó el camino hacia la libertad con el extraordinario impulso del pueblo el pasado 2 de diciembre. Nada volverá a ser lo mismo, aunque en el campo de los vencedores existan muchas incertidumbres. También las hay en un oficialismo que se resquebraja desconcertado por la derrota. Aunque las causas están a la vista de todos, no se atreven a aceptarlas o, por lo menos, a reconocerlas públicamente. Pero saben que el amor del pueblo se agotó hacia una experiencia que luego de una década terrible solo va dejando una estela lamentable de ineficacia, de corrupción y de la más perversa traición a los ideales que alimentaban la lucha. El régimen que preside Hugo Chávez ha gobernado mal, muy mal, habiendo tenido concentrada la mayor suma de poder político, económico y social de la historia. Ese exceso de poder político y de recursos económicos terminó agotando la poca dosis de sensatez y prudencia del Presidente. Hoy lo vemos delirante, enloquecido, arrojando sombras sobre el destino futuro de quienes han sido hasta ahora sus incondicionales servidores. No hay en él señales que indiquen ánimo de rectificación o propósito de enmienda alguno que contribuyan a serenar la vida pública como condición para normalizar a este país en ebullición. Llegó la hora de hacerle comprender la inutilidad de sus pretensiones que van desde imponer un sistema comunista a la cubana hasta profanar la tumba sagrada de El Libertador, agregando ofensas contra sus propios amigos cuando se niegan a ser simples sirvientes. Se queda solo, espantosamente solo. ¡Qué intenso es el frío de la soledad!
El Presidente tiene otra extraordinaria oportunidad para demostrar que estamos equivocados. Que aún hay grandeza en su alma, que no todo está perdido y que los cinco años que, por ahora, le quedan como Presidente, serán infinitamente mejores que los quinquenios anteriores. En sus manos está pacificar al país, impulsar el reencuentro deseado por todos los venezolanos y ponerle punto final al odio, a la represión, a la criminalización de la disidencia. No debería haber ni un milímetro de duda o temor en su alma, al ordenar la libertad plena de todos los presos políticos, el retorno de los exilados y el cese a la persecución contra quienes están asilados o en situación de clandestinidad por las órdenes de detención existentes en su contra. Esta sería una buena señal frente a un 2008 sobrecargado de problemas de variada factura, pero de enorme carga conflictiva en todas las áreas de la vida nacional.
Presidente, rectifique. Libere a los presos. Hágalo por el bien de todos y particularmente por el suyo propio. Recuerdo las campañas por la amnistía, sobreseimiento e indulto que cumplieron esposas, hijos y familiares de los procesados por los golpes de estado del año 92, con la comprensión y apoyo de la nación. Usted sabe lo que esto significa y entonces supo expresar su gratitud.