¿Libertad o candidaturas?
Rememoremos algo de historia. Una mayoría de venezolanos llevó a Hugo Chávez a la Presidencia en 1998. Lo hizo buscando un cambio que contrastase con las fallas de un pasado al que se condenó radicalmente. No obstante, no se quería una revolución; todavía menos una copia menguada pero también ruinosa del fracaso castrista en Cuba. Se deseaba un gobierno eficaz de amplitud y concordia, sin la corrupción de otros tiempos.
Una vez que Chávez empezó a traicionar las expectativas en él depositadas, una parte importante de la sociedad le dió la espalda. El rechazo se acentuó cuando quedó claro que Chávez tiene la intención de destruír libertades fundamentales del pueblo, libertades que mucho costó conquistar y que millones de venezolanos consideramos derechos inalienables. Entre éstas se destaca la libertad de cambiar a nuestros gobiernos, si así lo decidimos, de manera democrática y pacífica en períodos definidos.
Las batallas que se han producido estos años, tales como el paro cívico nacional, los eventos de abril de 2002, el referéndum revocatorio de 2004, y la abstención masiva en los actos electorales de 2005, han procurado impedir la erosión de nuestras libertades, y recuperar la alternativa de cambiar a nuestros gobiernos, pacífica y democráticamente, si ésa es la voluntad de la mayoría. Los venezolanos sabemos que el régimen chavista ha establecido un sistema de control electoral, cuya naturaleza hace imposible sacarle del poder de modo pacífico y democrático.
El paro cívico nacional de 2002-2003 fue un acto de expiación, en el que muchos se sacrificaron luego de haber votado por Chávez en 1998. Fue un combate existencial, dirigido a detener a un régimen que cercena la libertad. La pugna por la libertad fue igualmente el eje de los eventos de abril de 2002, así como del referéndum y la abstención electoral reciente. El hecho de que esas batallas no hayan conducido a su objetivo de forma inmediata, y que su liderazgo haya sido tan deficiente, no debe hacernos perder de vista dos puntos: 1) Esos sucesos, a pesar de los desatinos y sinsabores conocidos, han hecho patente un avance en la conciencia política de numerosas personas, que entienden en su ser más íntimo que el régimen «revolucionario» nos está arrancando de las manos la libertad, y que Chávez no pretende someterse a un juicio electoral justo y transparente. 2) La libertad es importante para los ciudadanos. No es verdad que «la gente no come con la libertad», o que «al pueblo no le interesa la democracia representativa, lo que quiere es que le resuelvan sus problemas».
Semejantes aseveraciones son erróneas, y dejan de lado episodios emblemáticos de nuestra historia, caracterizados por un feroz combate por ser libres. También expresan un profundo desprecio hacia las personas, en particular hacia los pobres. La libertad es importante para todos, y los venezolanos más humildes, que han creído en las falsas promesas del mesianismo chavista, comienzan a desencantarse y comprender que la pérdida de la libertad es una herida mortal para su dignidad como seres humanos, así como para sus perspectivas de progreso.
En razón de lo dicho es imperativo recordarle a la oposición, sobre todo a los dirigentes políticos, que la abstención del pasado 4 de diciembre fue un gesto consciente de hombres y mujeres aún libres en sus corazones, quienes recurrieron al instrumento que les resta, por ahora, para manifestar su condición de seres dignos. El silencio puede en ocasiones proclamar la libertad humana.
Los aspirantes presidenciales de la oposición, aquéllos que anuncian candidaturas «in pectore», los que quieren competir en las condiciones existentes legitimando de paso la reelección de Chávez, deben saber que serán objeto de repudio a menos que entiendan que el desafío crucial, por los momentos, es transformar el sistema electoral. La dirigencia opositora tiene que concentrarse en el tema de la libertad, y ello significa rehusarse a admitir un sistema electoral que hace imposible el fin del régimen —o su permanencia en el poder, si así lo decide una mayoría— en un marco de justicia y transparencia. De no existir tales condiciones, que incluyen más que un mero cambio de rostros en el CNE, el electorado volverá a abstenerse de manera masiva en diciembre de este año. Los aspirantes presidenciales de oposición que hagan el juego al régimen, no podrán evitar que el vacío y el oprobio generalizados les persigan a lo largo y ancho del país. La lucha por la libertad es la prioridad de los venezolanos. Las candidaturas son secundarias.