Libertad de expresión: ¿adiós?
Después de los bochornosos sucesos ocurridos frente a la sede del diario El Nacional, quedan pocas dudas respecto al futuro de la libertad de expresión en nuestro país.
La generalizada reacción, dentro y fuera del país, condenando la actuación de las turbas oficialistas es una demostración fehaciente de que la agresión contra un órgano de la prensa autónoma e independiente ha sido interpretada como tenía que serlo: se trata de un atentado contra la libertad de expresión. Aún más, un atentado promovido y estimulado por las autoridades venezolanas liderizadas por el primer magistrado de la República, con lo cual se está señalando con la mayor claridad el significado de esta deplorable actuación gubernamental.
Pretender, como era el propósito confeso del reducido grupo de manifestantes frente a la sede del diario, de que éste modifique su línea editorial en acatamiento a las amenazas recibidas desde el oficialismo es un signo evidente de que la libertad de expresión no es respetada en absoluto por el régimen que, con ese comportamiento, indica que su meta por alcanzar en este campo es la de procurar la sumisión de la prensa libre y, por consiguiente, la de los medios de comunicación de forma genérica.
Mal camino emprende el gobierno. El presidente de la República ya no se limita a la agresión verbal contra los medios, como es su costumbre, sino que ahora, frente a la agresión comprobada contra El Nacional trata de justificar lo injustificable aduciendo explicaciones sin soporte alguno como eso de “el pueblo exige derecho a réplica”, cuando la verdad es que el propósito real de los manifestantes era impedir la circulación del diario.
En buena hora, sin embargo, la falacia oficialista ha quedado al descubierto. Y es así que, entre otros gremios e instituciones, el Bloque de Prensa, el Colegio Nacional de Periodistas y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, en Venezuela; y la Sociedad Interamericana de Prensa, Reporteros sin Fronteras y la Asociación Internacional de Radiodifusión, en la esfera internacional, han coincidido en denunciar los hechos presentándolos como inexcusable atentado contra el ejercicio de la libertad de expresión y del derecho a la información. Por su parte, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha intervenido para acoger con la mayor celeridad la denuncia interpuesta ante ese organismo hemisférico y actuar en consecuencia, con lo cual el régimen que preside el comandante Hugo Chávez Frías queda en evidencia como lo que no ha dejado de ser en ningún momento: expresión auténtica de la ambición transnochada de imponer un proyecto político sustentado en el autoritarismo, la militarización y el populismo. Y adicionalmente, en el desconocimiento del Estado de derecho y de las normas y principios que en toda sociedad democrática y pluralista consagran el ejercicio de los derechos y libertades fundamentales tal como lo refleja la Constitución Bolivariana (1999) vigente.
Dado el alcance de la reacción nacional e internacional frente al atentado del que ha sido víctima El Nacional es factible esperar que la libertad de expresión en Venezuela mantenga su vigencia y que más bien sea el régimen autoritario, militarista y populista que preside Hugo Chávez Frías el que tenga que recoger velas y verse obligado a dar marcha atrás en sus propósitos hegemónicos de inspiración totalitaria.