Ley Gobierno
En el país de los constantes disparates, quizás proponer una Ley Gobierno pareciera un desatino, una payasada.
Quizás no lo es. A ver.
Todos los domingos desde hace 12 largos años, el gobierno nacional a través de su máximo representante, el presidente Hugo Chávez, promete, promete y promete.
No se cansa de ofrecer las mismas soluciones recicladas por sus ministros sobre los temas vertebrales: economía, alimentación, salud, seguridad, empleo, vivienda, con el añadido de que las soluciones provienen de los convenios alcanzados con otros países en sus constantes y sabrosos viajes por el mundo.
Es un eterno prometedor quien ve, por ejemplo, en Cuba, Bolivia, Ecuador, Argentina, Libia, Irán, Bielorusia, Rusia, Turquía, las miles de casas a construirse y las cuales afloran de sus labios en cantidades inimaginables cada mañana de domingo, sin que al día siguiente haya concreción alguna.
El hombre gobierna mediáticamente, es decir, para los micrófonos, para los amigos invisibles que observan los televisores y sus cadenas gubernamentales; y para sus colegas del exterior, quienes cada vez son menores en número.
En fin, sencillamente no gobierna.
Crea infinidad de leyes para no gobernar como esa Ley de los Refugios que se traduce en una gran excusa para eludir entregarles las viviendas a las familias necesitadas y disfrazar los albergues con el ardid de “refugios dignos”.
O esa Ley de Expropiación para quitarle al sector privado las empresas, obras, edificaciones y bienes que el gobierno nacional ha sido incapaz de crear en estos últimos doce años perdidos en medio de interminables peroratas, cadenas mediáticas, elecciones y polarización política estéril.
De allí que verdaderamente urge una Ley Gobierno con el interés de obligar al gobierno nacional a verdaderamente gobernar, a dedicarse a trabajar y, sobre todo, cumplir sus promesas domingueras.
Una Ley Gobierno que comprometa al Presidente a respetar la Constitución Nacional, dialogar con los gobernadores y alcaldes; liberar los presos políticos, respetar a los medios y la libertad de expresión; eliminar la dependencia política de Cuba, impulsar la producción nacional, reducir las importaciones, crear empleo, construir viviendas, frenar la inflación, transformar el sistema de seguridad social, combatir el delito, erradicar la guerrilla, cesar la compra de armas de guerra, en fin, a hacer cumplir los innumerables y diversos ofrecimientos.
Sería la única manera que el país observara a un gobierno nacional dedicado a sus funciones, en vez de echarle las culpas a terceros (el imperio norteamericano o a la oposición venezolana) como acostumbra hacer para eludir su compromiso con los venezolanos.
Pero sobre todo, una Ley Gobierno cuyo artículo primero le recuerde a Hugo Chávez su obligación constitucional de entregar el poder, si es derrotado en las próximas elecciones presidenciales del 2012, como todo parece indicar.