Opinión Nacional

Lego

A propósito del artículo anterior, sobre la palabra laico, he recibido dos interesantes mensajes. Uno de un amigo venezolano, eminente jurista de reconocida sabiduría y seriedad. Otro proveniente de España, de un amable lector que no conozco, pero ambos coincidentes en su planteamiento. Se trata de que en mi artículo, por razones de espacio principalmente, me referí a la palabra lego sólo como sinónimo de laico, e incluso al curioso hecho de que siendo lego el vocablo que originalmente llega al Castellano derivado del latino laicus, el cultismo laico, que entra a nuestro idioma muy posteriormente, termina por arraigarse y generalizarse de tal modo que casi desplaza al primero. Los dos remitentes se refieren a que lego, además de significar lo mismo que laico, se usa también con la acepción de “Falto de letras o noticias” (DRAE), vocablo casi eufemístico para designar al ignorante. En ese sentido suele emplearse para indicar que alguien carece de conocimientos en determinada disciplina: “Yo soy lego en esa materia”.

Pero mi amigo venezolano va más allá, y agrega un comentario muy interesante, que es preferible leerlo in extenso:
“Como siempre, leo detenidamente sus ilustradores artículos que amablemente me envía, pero en este caso veo que explicó el significado de lego como sinónimo de laico, y de su texto pudiera parecer a algunos lectores que esa es la única acepción de la palabra lego, cuando también significa falto de letras o noticias, y muchas veces decimos: ‘yo soy un lego en esa materia’.

“Un asunto que me parece interesante (el cual nunca pude corroborar en forma documental, pero sí vivencialmente), se refiere a este comentario suyo: en algunos casos incluso hermanos legos, quizás porque este último término, que es sinónimo absoluto de laico, es menos fuerte, y no se presta a equívocos.

“Y me parece interesante por dos razones: La primera, porque en ciertas órdenes religiosas (como las de los jesuitas) no se admitieron por mucho tiempo como sacerdotes a los hijos de padres solteros, divorciados o no bautizados, de modo que por alguna de esas razones sólo podían llegar a la categoría de hermanos legos, quienes casi siempre terminaban dando clases en primaria o haciendo oficios menores (por ejemplo, manejaban los autobuses para recoger a los alumnos). Entonces, ser hermano lego tenía una connotación discriminatoria y hasta despectiva, porque nadie podía saber, en una sociedad mojigata (…), si ese religioso había llegado solamente a la categoría de hermano lego por propia voluntad o debido a alguno de esos impedimentos. Es más, aunque no estuviera escrito, todos los jesuitas eran blanquitos, mientras que los morenitos (no sé si por casualidad) eran siempre hermanos legos. Afortunadamente, con las reformas introducidas a raíz del Concilio Vaticano II esas normas y actitudes dejaron de tener vigencia.

“La segunda, porque la expresión hermano lego causaba mucha confusión entre los alumnos, pues como lego también significa falto de letras o noticias, muchos alumnos de colegios jesuitas se preguntaban: “¿Por qué el hermano Pedro es lego si tiene dos doctorados?. Lo que ocurría era que el hermano Pedro era, por ejemplo, hijo de padres divorciados”.

Por supuesto, agradezco a mi amigo sus sabias observaciones.

Oiga de lunes a viernes, a las 11,10 a.m., el micro CON LA LENGUA EN ONDA, por RADIO ONDA 107.9 FM, la superestación, en el programa de Mari Montes.

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