Las vueltas que da la vida
“Si el actual gobierno dedicase la misma energía, la misma preocupación, el mismo interés, el mismo esfuerzo, el mismo ingenio que a diario emplea en cazar peleas, en buscar camorra, en agredir a los demás, en hacer obra útil, en laborar por el país, tuviéramos, definitivamente, un gran gobierno. De ello no hay la menor duda.”
“Algunas veces, por varios días, me he dedicado a recortar en la prensa, las alusiones que el Presidente de la República o sus ministros hacen en forma despectiva contra los opositores, los ataques generalizados en contra del sector económico, las frases despectivas e incluso hasta las ofensas que deslizan y realmente creo que no existen antecedentes en el país. Prácticamente en el país nada queda excluido de la agresividad oficial. Por un lado las instituciones como tal, por el otro las personas, grupos, gremios, etc. ¿Qué explica esta conducta?”
“En todo caso, lo que conviene señalar es que a medida que la crisis se acentúa y el fracaso oficial es mayor, también se incrementa la agresividad oficial. Desde este punto de vista lo que sucede sí tiene explicación. Me refiero a que sí tiene explicación política. El gobierno se hunde y como sucede con quienes caen en arenas movedizas, el esfuerzo consiste en chapotear aún más, lo cual determina el hundimiento mayor. ¿Como es que un hombre que en la oposición, antes de llegar a Miraflores, destacó por su prudencia, amplitud, disposición al diálogo, se ha convertido en el gobernante más sectario, más pugnaz que el país ha tenido? Un sicólogo quizá pueda explicar el cambio operado.”
“La camorra no da dividendos. Sobre todo a los gobiernos. Ya que los ciudadanos eligen a sus gobernantes no para que promuevan peleas y pierdan el tiempo en confrontaciones, sino para que trabajen para todos.”
No soy yo, queridos lectores, quien ha escrito estas palabras. Las escribió – aunque parezca increíble – el actual vicepresidente de la república, José Vicente Rangel en la edición 962 de Bohemia, en enero de 1981, para referirse al gobierno de Luis Herrera Campins. Un gobierno que a pesar de los pesares dio paso, constitucionalmente, a otro gobierno legítimamente electo. Sin quebrantar nuestro ordenamiento jurídico ni hundirnos en la ruina petrolera ni en el aislamiento y el descrédito universal. ¿Qué ha sucedido para que 23 años después, la misma figura sea el palafrenero del actual presidente de la república en su sistemática política de agresiones incalculablemente mayores y de efectos devastadores para nuestra sociedad que las que entonces criticaba con tanta acritud? Nada mejor que aplicarle su propio diagnóstico: «un sicólogo quizá pueda explicar el cambio operado».
Si no estamos ante un caso de aterrante sicopatología y algo de la moral pública que entonces exhibía continúa latiendo en su corazón, entonces puede que los rumores que lo ubican en posiciones críticas frente a los delirios anti norteamericanos del presidente de la república sean ciertos. Con todas las graves consecuencias que llegan a rumorear su posible caída y sustitución por un joven y ágrafo teniente de ejército de comprobada fidelidad «al proceso».
¡Qué vueltas que da la vida!